Rota

Dos meses habían transcurrido desde que Adolfo se había marchado.

El buffed se veia afectado la carga de trabajo y los pocos abogados no daban abasto.

La salud de Cristina era buena, pero aún no deseaba regresar.

Mariano había cambiado bastante, su responsabilidad al cumplir con sus actividades en la universidad era un claro ejemplo de ello, contrario a Brenda quien había decidido no asistir y tomarse un año sabático o como ella decía unas vacaciones bien merecidas, se la pasaba en spas y en el club donde buscaba con quien divertirse y sacarle dinero.

Todo esto era informado a Adolfo.

Mariano como un tonto enamorado, creía ciegamente todas las mentiras que le inventaba.

La situación obligo a Adolfo a regresar, pero lo haría solo, Cristina decidió quedarse.

Mackenzie sobresalía en cada clase, generando admiración en muchos y envidia en otros.

Nadie se atrevía a meterse con ella, pues nunca estaba sola, aunque sus guardaespaldas no entraban al salón, si permanecían en la puerta.

La orden de Luigi Grimaldi era no dejarla sola, bajo ninguna circunstancia.

Poco a poco Mackenzie lograba tener amistades, aunque muchos se acercaban por interés.

Tantos golpes recibidos le habían enseñado a reconocer las intenciones de los demás.

Los días pasaban entre charlas universitarias y debates de casos antiguos y de cuál era la mejor solución, por la capacidad, la tenacidad y la perspicacia de Mackenzie siempre terminaba dándole una respuesta acertada a los profesores o por lo menos decía las cosas desde otra perspectiva muy diferente.

Su evolución cada día era satisfactoria, pero aunque su cuerpo ganaba más fortaleza, su cerebro bloqueaba algo en ella, habían días donde caminaba largos periodos y otros donde con algunos pasos se agotaba sobre manera, lo que preocupaba a su familia.

Luego de nuevos estudios médicos se le recomendó la ingesta de alimentos que ayudaran a la oxigenación del cerebro y suplementos alimenticios con este fin, más descanso y dejar de angustiarse, pues Mackenzie se frustraba rápidamente los días donde se sentía inútil.

La rabia la consumía, en su noble y puro corazón se gestaban sentimientos de odio por Brenda, su maldad no tenía límites.

Constantemente se preguntaba cual sería el motivo para tanto daño hacia su persona.

La respuesta a esta interrogante no la sabia a ciencia cierta, por lo que llamo a su padrino Luigi y le pidió que investigara toda la vida de Brenda, eso sin comentárselo a sus padres.

Luigi acepto de inmediato ya tenia conocimiento de las andanzas de esta, pero una investogacion profunda a su pasado no la habían conciderado.

Adolfo preparó su equipaje para algunos días, no pensaba ausentarse demasiado o eso esperaba.

Con gran nostalgia se despidió de su esposa e hija y partió.

Su llegada sería una no muy grata sorpresa para Mariano y Brenda, bueno principalmente para Brenda, pues Mariano si echaba de menos las charlas, las asesorías y la compañía de sus padres.

Adolfo fue recibido en el aeropuerto por su chofer quien lo puso al tanto de la situacion en el bufffed y en la mansion.

La situación era apremiante y decidió ir primero a su empresa jurídica.

Al llegar fue recibido con alegría y un gran alivio de que el gran jefe regresara, no imagino que lo extrañaran tanto.

Al enterarse de que por falta de abogados habían perdido y rechazado varios casos importantes, se molestó aún más, si no fuese por culpa de esa zo**a.

Se concentró en su despacho y reviso minuciosamente los contratos legales en los que estaban trabajando.

Algunos casos de suma importancia absorbieron gran parte de su tiempo.

Comenzó a ordenar todo rápidamente señalando fallas puntuales en los contratos que debían ser informadas y modificadas para beneficio de sus representantes.

La hora del almuerzo se la salto, y solo se comió un emparedado y una soda de la cafetería.

Mientras devoraba su almuerzo recordaba los regaños de su esposa y suspiro con añoranza solo unas horas y ya la extrañaba.

Volvió a concentrarse en el trabajo y rápidamente la cantidad de carpetas sobre su prolijo y lujoso escritorio disminuían.

Se reunió con los demás abogados y escucho las defensas que tenían preparadas en las demandas, dio las correcciones.

Las horas habían transcurrido entre un ritmo tan loco que nadie noto lo tarde.

Dejemos para mañana dijo cerca de las 7 de noche ya casi una hora más tarde del horario de salida.

Todos se marcharon y Adolfo se dirigió a la mansión, estaba muy cansado y masajeaba su sien, aunque deseaba pernoctar en la habitación que tenía en su despacho, no esperaba la hora de ver la reacción de su hijo y nuera.

Llamo a Marta y esta le informo que ambos se encontraban en casa, que Brenda habia llegado con varias bolsas de compras y Mariano estuvo estudiando con dos companeros hasta tarde.

Ordeno la comida que deseaba cenar y se recosto.

La llamada de Cristina dibujo una sonrisa en su rostro y como si el cansancio y el estres del día hubieran desaparecido por arte de magia, se incorporo y contesto con una enorme sonrisa.

La voz cálida y dulce de su esposa le dio la paz y la seguridad que necesitaba.

Llegó a la mansión y desde la entrada escuchaba a Brenda gritar dando ordenes de cambiar el menu de la cena.

Mariano molesto le pedia se callada y esta más alzaba la voz furiosa.

Odio el pescado grito.

Que es todo este escándalo, en que has convertido mi casa, pareces verdulera en pleno mercado dijo visiblemente enojado Adolfo.

Brenda quedo de piedra, su rostro se puso palido y aunque le molesto demasiado la forma como su suegro se había referido a ella no abrio la boca para responderle.

Padre que alegria verte, Mariano lo abrazo no era un abrazo como de Judas, el en verdad lo hechaba de menos.

Pues a Brenda no parece gustarle mi presencia, dijo con sarcasmo, separandose del abrazo de su hijo.

Brenda lo miro dibujando una falsa sonrisa, bienvenido suegro, permítame darle un beso, pero Adolfo puso cara de desagrado y la aparto.

Voy por una ducha y cenamos hijo dijo dandole una palmada en el hombro.

Ah yo mande a preparar la cena sino te gusta el pescado, puedes irte a cenar a un restaurante o al club de donde ya no sales, dijo antes de subir las escaleras.

Brenda abrio sus ojos como plato, si su suegro sabia eso, tal ves sabria de sus andanzas, medito en ello, pero lo descarto rapidamente de ser cierto ya Mariano lo sabría y le habría pedido el divorcio.

Se sentaron a cenar, las vieiras estaban cocidas a la perfección, Brenda solo comió ensalada, algunos trozos de queso y dos copas de vino para calmar su mal humor.

Padre como se encuentra mi madre y porque no ha venido contigo pregunto Mariano.

Ella esta muy bien gracias a Dios, no quiso dejar sola a tu hermana por eso no vino, dijo sin entrar en detalles.

Saber eso genero curiosidad en Mariano y una gran molestia en Brenda.