Jalil Hazbun fue el príncipe más codiciado del desierto: un heredero mujeriego, arrogante y acostumbrado a obtenerlo todo sin esfuerzo. Su vida transcurría entre lujos y modelos europeas… hasta que conoció a Zahra Hawthorne, una hermosa modelo británica marcada por un linaje. Hija de una ex–princesa de Marambit que renunció al trono por amor, Zahra creció lejos de palacios, observando cómo su tía Aziza e Isra, su prima, ocupaban el lugar que podría haber sido suyo. Entre cariño y celos silenciosos, ansió siempre recuperar ese poder perdido.
Cuando descubre que Jalil es heredero de Raleigh, decide seducirlo. Lo consigue… pero también termina enamorándose. Forzado por la situación en su país, la corona presiona y el príncipe se casa con ella contra su voluntad. Jalil la desprecia, la acusa de manipularlo y, tras la pérdida de su embarazo, la abandona.
Cinco años después, degradado y exiliado en Argentina, Jalil vuelve a encontrarla. Zahra...
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Cuando el pasado regresa ( FLASHBACK)
Zahra cerró la registradora y desecho el pensamiento, Sharif había conocido a Andy un año y medio antes, su madre había sido operada de urgencia en Marambit asi que no le quedó otra opción que viajar.
Fue la primera vez que su madre vio a su nieto, la sorpresa de Nazira fue mayor al ver a su hija aparecer con un niño.
Nadie sabia que era hijo de Jalil, todos creían que era hijo de un hombre que conoció en Brasil, cuando ella viajó a vender la hacienda de su padre.
Y Mariana solo lo había visto unos minutos, en Marambit, ya que se había realizado una cumbre con los líderes de la región, y Mariana había asistido, ella no podia sospechar nada.
Jalil levantó la vista mientras bebía su vino y observó a Zahra, parecía pensativa. Era como si estuviera a Kilómetros de ahí.
Decir que ella no tenía sentimientos encontrados con respeto a la familia de Jalil y Andy era mentira, desde el primer día cuando Jalil fue por ella a Londres la habían recibido con los brazos abiertos, nunca recibió un comentario desubicado ni un reproche de parte de ellos por como se dio su matrimonio.
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—Nos vamos a Raleigh mañana así que prepara tus cosas, esta noche nos quedaremos en la propiedad de la familia.
Zahra apreto su bata.— Aquí me quedo.
— ¿ No?pregunto él. — Zahra nego con la cabeza.
— ¿Porque no te llevas a Kendra?
Jalil sonrio y con sus ddos le aparto un mechón de la frente con un gesto que le oprimió el sensible corazón.
—Ella no es mi esposa, tu querias esto esto y para eso me mentiste...
—Callate-dijo Zahra. Apartando la mirada para que él no se diese cuenta de su profunda mortificación.
—Eres muy bella -exclamo, jugueteando con un rizo largo-. Nos lo pasaremos bien juntos. Sí lo pienso, las mentiras pagan inesperados dividendos. Debo verle el lado positivo a que me cazaras.
A Zahra se le hizo un nudo en el estómago, pesado como el plomo.
— yo no te cace
Jalil enarcó una ceja, con la mirada desafiante dura como el granito.
—Entonces, ¿por qué mentiste para que me casase contigo?. No dirás que me has incentivado para meterme en tu cama por amor-dijo Jalil con ironía-. Se sincera solo tenias motivos ambiciosos por los que entregarme ese cuerpo fantástico que tienes.
Solo saber que si se defendía provocaría una discusión hizo que Zahra se quedase callada. Estaba tergiversando las cosas, pensó, enfadada.
—No quiero tener otra pelea contigo exclamó ella.
— Yo no peleo con mujeres -declaró él con la mandíbula tensa.
Zahra lo observó vestido con una camisa blanca informal y unos elegantes pantalones negros, Jalil estaba tan guapo que la asaltaron los recuerdos de lo que había sucedido la noche de bodas y eso era lo peor porque pese a su actitud ella respondió a él.
Se quedó callada mientras una tras otra, evocó aquellas imágenes; su cuerpo fuerte y delgado contra el suyo, el contacto de su boca y sus manos, la locura de su propio placer. Se ruborizó, y su cuerpo respondió acelerando los latidos del corazón.
—Debemos hablar, se que...
Jalil levantó la mano haciéndola callar
—¿Qué más hay que hablar? -murmuró Jalil, causándole con su tono de voz una reacción en cadena que le recorrió la espina dorsal.
Zahra enrojeció. —Nunca pensé que se complicarían tanto las cosas.
—No eres tan ingenua. Lo que sucede es que te daba igual -dijo Jalil con rudeza-. No me avergüenza reconocer que no consideraba necesario entablar algo contigo, sin embargo tú me has forzado a ello.
—Lo siento -dijo afligida al darse cuenta de que él no comprendía. Lo que no entiendo. ¿Porque no nos divorciamos?
—No lo haremos... al menos no en un futuro cercano -reveló Jalil con amargura-. Tienes que seguir siendo mi esposa. Mi padre anuncio nuestro matrimonio públicamente -observó Jalil con voz inexpresiva.
-¿Quieres decir que tu padre está dispuesto a aceptarme? –tartamudeó Zahra, incrédula.
—Hace tiempo que quiere que me case y tenga un heredero -dijo él, comprimiendo la boca en una dura línea-. Se que saldras muy bien en las fotos oficiales.
—Pues no te molestes en hacer ningún comunicado público -dijo Zahra con rabia.
—¿ Es que yo quería casarme?. Pero ya que ha sucedido. Me propongo aprovechar esa circunstancia.
—¿Cómo? -preguntó Zahra, cruzándose de brazos y levantando la barbilla, desafiante.
—Me darás un hijo.
—¿Cómo? -repitió Zahra, pensando que no había comprendido.
—Y te lo advierto -murmuró, modulando cada palabra lentamente-, la mujer de mi hermano tuvo una hija, así que puede que nos lleve varios intentos dar en el blanco, necesito un varon.
Zahra se ruborizó, abrió la boca y la cerró nuevamente.
—De acuerdo -dijo cuando logró recuperar el aliento-, muy gracioso. No siento deseos de reír en este momento.
—Me alegro, porque no estoy bromeando. Querías ser mi esposa y ahora lo eres. Querías una corona, ahora la tienes. Dar un heredero al trono es una de tus prerrogativas -dijo Jalil y se acercó a ella para susurrarle-: Puedes estar segura de que esta semana dormiré contigo todas las noches.
—No le veo la gracia, Jalil -dijo ella.
—Yo tampoco. Mi sentido del humor murió mientras mi padre decidía si ademas de celebrar una ceremonia para sellar nuestra unión, hariamos o no una fiesta-reconoció Jalil secamente.
— Pero yo no quiero nada de eso exclamó ella apartandose.— Tu me odias. -exclamó desesperada.
—¿Acaso eso me impidió llevarte a la cama ?-le preguntó Jalil.
—No, pero... -dijo ella, con las mejillas ardiendo.
—¿Te lo pasaste bien? -susurró Jalil con voz de terciopelo.
—Eso no tiene nada que ver -respondió ella, apartando la vista.
—Por supuesto que tiene que ver. Después de haberte tomado tanto trabajo para cazarme, te estás comportando de una manera un tanto extraña... Jalil le rodeó la cintura con las manos, acercandola y a ella se le cortó la respiración.
—¡No te atrevás! -le advirtió.
—Siempre me atrevo -dijo Jalil, con los ojos ambar como un león fijos en sus labios.—especialmente cuando me desafían a ello...
—No te he desafiado -se desdijo ella al darse cuenta de que era mejor la cautela.
—Dime que no me deseas...
—No te deseo.
—Eres una mentirosa -susurró Jalil, deslizando las manos hasta tomarla de las caderas y apretarla contra su cuerpo duro y musculoso.
— No iré contigo.
Jalil la levantó en brazos y se encamino hacia la puerta.
—Por favor, bájame Jalil. Me estas avergonzando.
Jalil abrió la puerta y miro a Hassan quien lo miro sorprendido al ver a la futura reina en bata y despeinada.
— Nos vamos exclamó Jalil dirigiéndose hacia el estacionamiento cargando a Zahra...