Casada A Primera Vista

Oír que Matt le pedía que lo reconociera como su esposo estremeció todo el cuerpo y el interior de la muchacha. Ella sentía que la piel le quemaba, esa sensación jamás la había sentido, estando con Xavier no hubo nunca tanta cercanía. A pesar de su edad y de que ellos habían sido novios por varios años, Xavier nunca le generó a Mía la confianza suficiente como para entregarse a él, aunque no faltaba la amiga que le aconsejaba que se dejara de tonteras y no perdiera a ese hombre ella no se dejó convencer.

El pedido de Matt resonaba en la mente de Mía mientras que las manos y los labios de él la hacían estremecerse.

La habitación de Matt estaba impregnada con una mezcla de deseo, pasión y anhelo.

-¿Qué estamos haciendo, Matt?- susurró Mía, sintiendo la urgencia en su voz mientras luchaba por controlar su deseo.

-Estamos conociéndonos, hermosa- le respondió él viéndola a los ojos con sus orbes azules, sin dejar de acariciar el contorno de su cuerpo con mucha delicadeza- Estamos teniendo nuestra primera vez juntos.

Mía apartó la mirada, sintiendo una mezcla de emociones tumultuosas. Sabía que no podía dejarse llevar por el deseo, que la situación de ellos era solamente por causa de "un favor", pero la atracción que sentía por Matt era abrumadora.

-Yo... creo que no debemos- comenzó a decir la muchacha, pero Matt colocó un dedo sobre sus labios, silenciándola suavemente.

-Shh, no necesitas decir nada más- murmuró él, acercándose lentamente a su rostro- Solo siente, Mía. Siente lo que hay entre nosotros.

El corazón de Mía latía con fuerza mientras Matt acariciaba suavemente su mejilla, enviando escalofríos por su cuerpo. Cada caricia, cada mirada, avivaba el fuego que ardía dentro de ella.

-Matt, no, esto no puede pasar...- intentó protestar, pero las palabras se desvanecieron cuando sus labios se encontraron en un nuevo beso ardiente y apasionado.

En ese momento, todo lo demás desapareció. No había pasado ni futuro, solo ellos dos, envueltos en un torbellino de deseo y emoción. Y en medio de ese caos, Mía supo la verdad, tuvo que reconocer que deseaba con todo lo que ella era que ese matrimonio en el cual se había visto envuelta fuera verdadero y durara para siempre.

Cuando finalmente se separaron de aquel beso, Mía miró a los ojos de Matt, viendo la misma intensidad y el mismo anhelo reflejados en ellos.

-No sé cómo, no entiendo el porque- dijo Matt con voz ronca, sus dedos acariciando suavemente su cabello- pero desde que te vi en la calle y te convertiste en mi esposa de mentira, no he podido dejar de pensarte, no he podido dejar de anhelarte y desear un presente y un futuro contigo- confesó.

Las palabras de Matt resonaron en el corazón de Mía logrando que las dudas fueran opacadas.

-Está bien, señor Norton- dijo ella atrapando entre sus dedos el cabello de Matt y acercando el oído de él a sus labios- te diré lo que quieres oír- le susurró suavemente logrando que esa parte de su cuerpo que tanto la deseaba la anhelara aún más- Te deseo esposo, quiero ser tuya, Matt.

Y esas palabras fueron más que suficiente para que la mente de Matt se nublara llenandose de pasión y deseo, la besó, la besó como jamás había besado a ninguna otra mujer intentando transmitirle todo lo que había en su interior. Ella sonrió en medio de aquel beso, pues podía sentir lo que le provocaba al exitoso empresario con tan solo unas palabras. Así que sin más palabras, entre besos, caricias, y promesas de un futuro juntos, ambos terminaron despojados de la ropa que los separaba, y mientras él tenía mucho cuidado, procurando que el momento fuera inolvidable, se hicieron uno, siendo la penumbra de la noche que se iniciaba el único testigo del primer mejor momento de la pareja.

Las horas fueron pasando, la suave luz de la luna se filtraba por las cortinas entreabiertas, pintando destellos plateados en la habitación de Matt. El silencio era cómplice de su momento íntimo, y el palpitar de sus corazones resonaba en la penumbra. Matt acarició con ternura el rostro de Mía, mientras ella susurraba su nombre en un suspiro cargado de anhelo.

El tiempo parecía detenerse mientras se entregaban el uno al otro, explorando cada centímetro de piel con devoción y pasión contenida. Cada beso era un universo de sensaciones compartidas, cada caricia era una promesa de entrega total.

En ese espacio íntimo, solo existían ellos dos, envueltos en una burbuja de amor y deseo, y el tiempo dejó de correr. Sus cuerpos buscaban fundirse nuevamente en un baile ardiente y sincronizado, donde el lenguaje del amor se expresaba sin necesidad de palabras.

Y cuando ya estaba casi entrada la noche, Mía y Matt se entregaron por completo el uno al otro, sellando su conexión con un lazo invisible pero indestructible. En ese momento de pasión desbordante, sus corazones latían al unísono, forjando un vínculo que trascendería el tiempo y el espacio.

La mezcla de aromas llenaba la habitación mientras los dos cuerpos se fundían en un abrazo íntimo. Después de hacer el amor, Matt miró a los ojos a Mía, su esposa, con una mezcla de ternura y determinación.

-Mía, necesito hablarte con sinceridad- comenzó diciendo el joven, acariciando suavemente la espalda de la muchacha con su dedo indice, mientras tenía la cabeza de ella recostada sobre su pecho- Sé que nuestro matrimonio comenzó como una mentira, pero realmente deseo que lo volvamos real.

Mía lo miró sorprendida, pero también con una chispa de esperanza en sus ojos.

-¿Real?- murmuró, buscando entender las palabras de su esposo. Ya que ella suponía que el momento de pasión y deseo que los había consumido minutos atrás, no había sido para él más que eso...un momento.

-Sí, real- continuó Matt- Lo que siento por ti es genuino. No puedo seguir con esta farsa. Quiero construir algo auténtico contigo, algo basado en el amor y la honestidad.

Las palabras del joven resonaron en el silencio de la habitación, mientras Mía procesaba lo que acababa de escuchar. Finalmente, una sonrisa tímida se formó en sus labios.

-Yo ...- balbuceó ella con temor- yo también quiero lo mismo, Matt- dijo Mía con voz suave- Quiero que nuestro matrimonio sea real, que podamos construir un futuro juntos, sin mentiras ni secretos.

Matt la abrazó con fuerza, sintiendo alivio al escuchar las palabras de la mujer que yacía desnuda a su lado. Sabía que el camino no sería fácil, pero si era juntos estaba decidido a enfrentar cualquier desafío que se les presentara.

Así, en la calidez de aquella habitación, comenzaron a tejer los cimientos de un matrimonio verdadero, uno que florecería a partir de la honestidad y el amor mutuo.