Sebastián Spencer, exitoso arquitecto y empresario de la construcción, encuentra su vida entrelazada con el carismático empresario de juegos, Luciano Reyes. La trama se complica aún más cuando Sebastián descubre que Melisa, la esposa de Luciano, despierta en él sentimientos inesperados. Entre el diseño de estructuras y el riesgoso mundo de las apuestas, los protagonistas se ven atrapados en un triángulo amoroso que desafía las fronteras entre la arquitectura de sus vidas y los juegos de la pasión, desencadenando una historia llena de secretos, decisiones difíciles y una búsqueda inesperada de la verdadera construcción del amor.
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Cena engañosa
Entre trabajo y más trabajo los días fueron pasando con rapidez. Todos se ocupaban de sus tareas diarias poniendo en ellas todo su esfuerzo y dedicación para que el hotel estuviera terminado a tiempo y que obviamente fuera el mejor. Aunque cada uno seguía con su vida cotidiana, Olivia y Luciano disfrutaban de su matrimonio como siempre su relación se mantenía estable sin grandes cambios, los viajes de Luciano seguían sucediendo con la misma frecuencia de antes, la diferencia era que su joven esposa ya no se sentía tan solitaria, o al menos esa soledad la llenaba con meterse durante horas en su estudio a trabajar. Sebastián y Nicolás además de trabajar disfrutaban de momentos especiales como amigos, algunos de ellos obviamente involucraban salidas a bares y antros nocturnos donde indefectiblemente coincidían con muchas bellas mujeres las cuales al ser ellos jóvenes exitosos deseaban al menos pasar una noche con alguno de los dos. A Olivia solían cruzarla en los pasillos del edificio donde trabajaban, algunas veces desayunaron o almorzaron los tres juntos siempre en un cálido ambiente de compañerismo.
Era una de esas tantas veces en las cuales Nicolás había propuesto "una cena de trabajo" así la había llamado él, su objetivo era sacar a Olivia un poco de la mansión, ya que sabían que su esposo se hallaba en un viaje de negocios desde hacía casi un mes y durante todo ese tiempo la muchacha no hacía más que salir de la mansión para ir a la oficina y viceversa lo cual para ellos no era bueno. Con mucho esfuerzo lograron convencerla de ir con ellos.
Así que llegado el horario de salida los tres se encontraron en la recepción y quedaron de acuerdo en que se encontrarían en el lugar donde cenarían, Nicolás quien había sido el encargado de elegir el lugar, ya que el plan de salir había sido suyo, quedó con sus compañeros en que cuando llegara al lugar les enviaría la localización exacta.
Nicolas esperaba ansioso en el resto-bar, con los nervios a flor de piel. Miraba su reloj constantemente, esperando ver llegar a sus amigos. Había omitido mencionarles el detalle de que el lugar no solo era un restaurante, sino que también ofrecía espectáculos de recreación y se convertía en una discoteca después de la medianoche. Sabía que si mencionaba esto, tanto Sebastián como Olivia no habrían aceptado la invitación.
Por su parte al recibir la ubicación de parte de Nicolás, tanto Olivia como Sebastián se encaminaron para encontrarse con él. El primero en llegar fue Sebastián, quien al ver el enorme cartel de luces de neón destellando no pudo evitar quedarse.
-¡Maldición, Nico!- dijo en voz alta al ver que el supuesto restaurante era un sitio mucho más concurrido y ...especial.
Mientras él se mantenía de pie junto a su automóvil, Olivia llevaba a la dirección indicada, la muchacha ladeó la cabeza con extrañeza, revisó su móvil con la intención de comprobar si era la dirección correcta y aún dudando se dispuso a llamar a Nicolás para preguntarle si tal vez se habría equivocado al enviar su ubicación. Pero, finalmente no tuvo necesidad de hacerlo, ya que cuando giró la cabeza hacia uno de los lados vio la imponente figura de Sebastián entonces ella decidió descender de su automóvil y caminar hacia donde él se encontraba.
-Hola Sebastián- le dijo ella sacándolo de sus pensamientos.
-Hola, Olivia. ¿Cómo estas?-respondió él girándose para verla. La imagen frente a él le robó el aliento y tuvo que admitir una vez más que la mujer era hermosa.
-Bien, gracias- respondió ella- ¿este es el lugar?
-Así es, aquí es- dijo él.
-Pensé que íbamos a un restaurante- comentó Olivia.
-Yo también, pero al parecer Nico tenía otros planes- replicó él.
-Bueno- ella se encogió de hombros y sonrió- ¿entramos?
-Entremos- dijo Sebastián indicándole con una mano que pasara delante de él.
Finalmente, después de unos minutos de espera, Nicolás vio entrar a Olivia seguida de cerca por Sebastián. Sebastián lucía su típica camisa a cuadros con unos vaqueros ajustados, mientras que Olivia vestía un elegante vestido negro que resaltaba su figura esbelta. Ambos parecían un poco confundidos al ver el lugar, que no coincidía con la imagen de un restaurante tradicional que tenían en mente.
Nicolas se levantó rápidamente de su silla para saludar a sus amigos, pero antes de que pudiera decir una palabra, Sebastián lo abordó con una mirada de reproche.
'¡Nico! ¿Qué es esto? Nos dijiste que íbamos a cenar en un restaurante- exclamó Sebastián, cruzándose de brazos.
Nicolas esbozó una sonrisa nerviosa mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas para explicarse.
-Bueno, chicos, sí, lo siento por no decirles todo, pero... pensé que si les mencionaba los espectáculos y la disco, no querrían venir.
Olivia frunció el ceño, claramente contrariada por la situación.
-Estás en lo cierto- espetó Olivia en apoyo a Sebastián- Podrías habernos dado la opción de decidir por nosotros mismos- reprochó ella, cruzando los brazos también.
El ambiente se volvió un poco tenso, pero Nicolás trató de aliviar la situación invitándoles a sentarse. -Lo siento mucho, de verdad. Pero ya que estamos aquí, ¿por qué no aprovechamos y cenamos juntos? Además, después de la cena, podemos decidir qué hacer- sugirió, tratando de cambiar el tono de la conversación.
Después de un momento de vacilación, Sebastián y Olivia asintieron con resignación y se sentaron a la mesa. Aunque no estaban completamente convencidos, decidieron darle una oportunidad a la noche y ver qué deparaba el resto de la velada en aquel inesperado lugar. Tras algunas risas y burlas amistosas sobre sus preferencias culinarias, finalmente acordaron hacer sus pedidos.
Mientras esperaban sus órdenes, las risas y la charla animada llenaron el aire. Nicolás y Sebastián compartieron anécdotas del pasado, recordando momentos vergonzosos y divertidos. Con cada historia, las risas de Olivia se hicieron más contagiosas, llenando el lugar con su alegría.
Entre platos exquisitos y conversaciones amenas, los tres jóvenes disfrutaron de una cena inesperada, llena de risas, complicidad que les dieron a todos la sensación de alivio que los tres necesitaban.
De repente, mientras disfrutaban de la atmósfera relajada del lugar, Olivia se percató del reloj en su teléfono y notó que las horas habían pasado volando. Con un gesto preocupado, decidió mencionarle a Nicolás y Sebastián que ya era hora de regresar a casa.
-Chicos, Creo que ya es hora de que me marche- dijo Olivia, con una ligera nota de urgencia en su voz.
Sebastián asintió en acuerdo con Olivia, preocupado por la hora, pero Nicolás, con una sonrisa pícara, insistió en quedarse un poco más. -Vamos, solo un rato más- propuso, levantando su vaso en un brindis improvisado.
A pesar de sus dudas iniciales, tanto Olivia como Sebastián cedieron ante la insistencia de Nicolás y accedieron a quedarse un poco más. Así, continuaron compartiendo tragos y risas, sumergiéndose en la energía vibrante del lugar.
Con el paso del tiempo, el ambiente del resto-bar comenzó a transformarse, la música se volvió más animada y las luces más brillantes, anunciando el comienzo de la fiesta nocturna. Los tres amigos se dejaron llevar por el espíritu festivo, disfrutando de cada momento como si fuera el último.
Entre trago y trago, Nicolás divisó a lo lejos a la persona que era el principal motivo de estar allí así que invitó a sus acompañantes a la pista de baile del lugar. A pesar de que Olivia y Sebastián se rehusaron, Nicolás terminó convenciendo a ambos de hacerlo,
Mientras Sebastián, Olivia y Nicolás se encontraban en la pista de baile, moviéndose al ritmo de la música alegre, Sebastián no pudo evitar notar la hermosa sonrisa de Olivia, iluminada por los tragos que habían compartido. Por un instante, se vio tentado a detallar cada rasgo de su rostro, pero algo en su interior le advirtió que detuviera esos pensamientos.
Respetando esa señal, Sebastián apartó su mirada y se concentró en seguir bailando, disfrutando del momento junto a sus amigos. Sin embargo, cuando la música cambió a un ritmo más lento y melódico, Nicolás interrumpió el trance al despedirse de ellos, persiguiendo una posible conquista en la pista.
Sebastián y Olivia se encontraron entonces solos en medio de la pista de baile, mirándose el uno al otro con complicidad. Impulsados por la melodía envolvente y el ambiente íntimo, decidieron dejar de lado cualquier inhibición y se abrazaron, comenzando a bailar juntos al compás de la nueva música.