Soy Azahara y os voy a contar mi historia, aunque no lo creáis, todo lo que os voy a decir es real.
Nunca imaginé que dejaría mi casa, mi ciudad, mi familia y amigos, en fin en dejar mi vida para empezar otra en un lugar diferente donde solo conozco a un par de amigas y lo que menos esperaba era todo lo que me deparaba el futuro con seres increíbles pero reales.
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Capítulo 23. Toda la verdad.
Unai.
Azahara no dejaba de dar vueltas de un lado a otro me recordaba a mí cuando le pasó a ella, no sabía que decirle que se tranquilizara no iba a servir de mucho, por eso me mantuve callado, pero haciéndole compañía.
Pasadas unas horas fui a la cocina para preparar algo de comer, tenía que obligarla a que comiera si fuera necesario.
- Azahara, siéntate y come algo, el que estés así no vas a hacer que despierten antes, tú lo hiciste al día siguiente y no voy a dejar que estés sin comer hasta entonces. -
- ¿Por qué me tratas tan bien Unai? .- su voz era suave, nada que ver cómo siempre me hablaba.
- Ya te dije que haría cualquier cosa por ti y una de ellas es tratarte como te mereces, ten un poco de paciencia, pronto sabrás más cosas de ti que aún no sabes, pero no tengas miedo, seguiré esperando el tiempo que sea necesario para saber tu respuesta. -
Me gustaría abrazarla, contarle todo de una maldita vez, que su familia despertara ya para que ella quedara tranquila, no me gustaba ver en sus ojos el miedo, los quería ver con el brillo de siempre y que nada ni nadie volvieran a quitárselo, incluyéndome a mí.
Terminamos de comer en silencio, ella se sentó en el sofá, yo limpié y recogí la cocina y la mesa.
Voy al baño a darme una ducha, tengo los músculos tensos y necesito relajarlos un poco, cuando regresé vi a Azahara dormida en el sofá, después de una semana sin probar esos labios dulces, caminé hasta ella y le di un beso tierno, no sé despertó, si no hubiera puesto el grito en el cielo, cogí la manta que había en el respaldo y la tapé, pase varios minutos contemplando como dormía, si darme cuenta me quedé dormido en el sofá con ella.
Noté que se movía, pero no abrí los ojos, sentí como se acercaba a mí, dejó caer la cabeza en mi pecho y con la manta nos tapó a ambos, en mis labios se dibujó una sonrisa, ni en mi mejor sueño pensé estar así, con mi Luna en mis brazos, respiré se aroma y volví a quedarme dormido.
Me desperté cuando el sol entraba por la ventana, mi Luna seguía entre mis brazos, no quise moverme para no despertarla.
A lo lejos oí los pasos de alguien, seguramente era alguno de los familiares de Azahara que ya se había despertado, cerré los ojos y fingí que seguía dormido.
- Para no ser novios os veo muy acaramelados. - era la voz de Ashor.
Azahara se despertó asustada, se levantó tan rápido que cayó en mis brazos, su rostro palideció.
- ¿Estás bien Azahara?. - verla así me preocupó.
- ¿Qué te pasa hermanita?. - Ashor se acercó rápidamente a nosotros.
- Estoy bien, no os preocupéis. - intenta ponerse de pie nuevamente, pero se lo prohíbo.
- No digas que estás bien cuando tienes la cara pálida, no suena muy convincente. - le digo un poco serio pero preocupado.
- Solo me mareé al levantarme tan rápido, si mi hermano hubiera entrado de otra manera no me hubiera pasado nada. -
- Perdón Azahara, mi intención no fue asustarte. - se le escuchó arrepentido.
- Ya me encuentro mejor. - esta vez cuando intentó levantarse la dejé.
Abrazó a su hermano, este aún estaba preocupado, yo también lo estaba, su cara aún seguía un poco pálida.
- ¿Dónde están mamá y papá?. - preguntó apenas sin voz, como si tuviera miedo.
- Estamos aquí cariño, todo salió bien, estamos los tres bien, no te preocupes corazón. - su madre la abrazó tiernamente y la beso
- Tenía miedo de que no volvierais a despertar, de perderos y no volver a veros. - lágrimas corrían por su hermosa cara, lágrimas que me hubiera gustado borrar con besos.
- Ya viste que estamos bien, no tienes que preocuparte por nada. - está vez era su padre quien la abrazaba.
Los dejé solos, necesitaban un momento en familia, más tarde le pediré a los padres de mi Luna que les diga toda la verdad.
Desde la cocina se les oían hablar, estaban contentos y las risas lo demostraban, escucharla reír me llenó el corazón, después de la noche que había pasado por fin estaba tranquila.
Me estaba tomando tranquilamente el café cuando alguien entro a la cocina.
- ¿Te importa si desayuno contigo?. - era Artur.
- Para nada. -
Se sienta frente a mí con la taza en las manos, su mirada me dice que quiere decirme algo, pero se mantiene callado.
- Dime qué es eso que te ronda por la cabeza Artur. -
- Seré sincero Alfa, desde que te vi, supe que tienes algo con mi hija, incluso juraría que ella es tu Luna, tu pareja destinada por la Diosa Luna, ¿me equivoco?. -
- No, no te equivocas, ella es mi Luna, pero no la amo solo por eso, desde que la conocí, supe que había algo en ella, algo diferente. -
- Pero ella no siente lo mismo por ti, ¿no es así?. -
- Así es, ese es el otro motivo por el que he venido, tenéis que contarle todo a Azahara, ya es hora de que sepa toda la verdad, de que conozca a Lía, su loba, de que se transforme, y de que sepa quién soy yo en verdad, ya no es solo por mí, es también por ella. -
Artur guardo silencio, quizás estaba pensado en contarlo todo o seguir guardando el secreto, esperaba que no, que no callaran por más tiempo, no quería ser yo quien le contara todo, ese era el deber de sus padres, pero si ellos no querían, sería yo quien lo hiciera.
- He tenido una semana para contarle todo, pero creo que son ustedes los que tenéis que hablar, en el caso de que así no sea, me veré obligado a hacerlo yo. - sonó como amenaza, pero para nada lo era, solo era una advertencia.
- Seré yo quien le cuente la verdad, pero dame algo de tiempo. -
- Se lo dirás hoy, ya llevo una semana pasándolo mal, viviendo su rechazo, no soporto ni un día más viviendo así, si fueras tú el que viviera así, estoy seguro que querrías que fuera lo antes posible. -
- Está bien vayamos al salón, se lo diré todo ahora mismo. -
Por fin había llegado el momento, ella sabrá la verdad, quizás con un poco de suerte todo empiece a ir bien, en cuanto digan cómo se llama la hechicera la mandaré a llamar para que deshaga el maldito hechizo así poder marcarla como mía.
Terminé el café de un solo trago, no había tiempo que perder, me puse en pie y esperé a Artur, fuimos al salón, el primero en entrar fue él, yo iba detrás.
- Azahara, cariño, tengo que hablar contigo, hay más cosas que debes saber. - se le oía nervioso.
- ¿Es sobre el tema que me pedías paciencia?. - su pregunta iba directa a mí.
- Sí. - dije sin más.
- Cariño, siéntate al lado de nuestro Alfa. -
Me senté en el sillón, ella hizo lo mismo, me miró con preocupación, me dolía verla así, pero solo era un momento, todo pasaría y ojalá comprendiera todo.
- Ayer no dije todo, faltó un dato, que es por el motivo verdadero que nos fuimos de la manada Luna Menguante, antes de frenarle cara a Vladimir, cuando el médico me dijo que Alexander fue envenenado, estuve un tiempo detrás de Vladimir, lo oí tener una conversación con el Alfa de otra manada, le decía que él mató a su padre, que era un estorbo para su plan de conquistar otros clanes vencer a la manada Luna Brillante y ser el Rey de los Alfas, cuando le dije que sabía todo me amenazó, y fue esa noche cuando nos fuimos, al llegar aquí, busqué a una hechicera para bloquear todo lo que conlleva ser un lobo, el problema era que Ashor ya era demasiado grande para eso, pero tú Azahara, estabas aún muy chica y si se podía hacer, la hechicera bloqueó a tu loba, por eso nunca te has convertido, o has podido hablar con ella, también te bloqueó para que no encontraras a tu Mate, a tu pareja destinada, pero el destino a veces es caprichoso, cuando viajaste a Palo De Agua, tu Mate te encontró, él está frustrado al ver que no le haces caso. - su voz se iba normalizando conforme iba hablando.
No quité la vista de Azahara en ningún momento, su expresión era confusa, era lo más normal del mundo que estuviera así, enterarse de tantas cosas en dos días saturaba a cualquier persona, incluyéndome a mí y eso que sabía parte de la historia.
- ¿Quién es él?. - su voz era un susurro, casi inaudible para el oído humano, pero no para nosotros.
- Lo tienes justo a tu lado. -
Azahara me miró, no sabía que decir, ni que hacer, tenía que esperar a que asimilara toda la información.
- ¿Por eso me dijiste que harías cualquier cosa por mí?, ¿esa es la razón?. -
- No del todo, me enamoré de ti el fin de semana que pasasteis en mi casa, al principio no puedo negar que te quería como mi Luna, pero después empecé a sentir mucho más por ti. - le cogí la mano con el riesgo de que la rechazara.- estoy seguro que si la Diosa Luna no te hubiera puesto en mi camino igualmente me hubiera enamorado de ti. - lo dije totalmente convencido, ya que era la verdad.
- Hay otra cosa más que debes saber, aunque el Alfa me odie por esto, de igual manera lo tienes que saber, ya que él me pidió que te contara todo, eso es lo que haré. - su mirada fue a mí como pidiendo disculpas por lo que iba a decir. - si por casualidad el hechizo fuera eliminado, puedes rechazar a Unai como pareja destinada. -
No me agradó para nada que le dijera eso, pero tenía razón, tenía que saberlo todo, lo bueno y lo malo, aunque a mí me dolía su rechazo, en el caso de que así fuera la dejaría marchar.
- Eso es un tema que se debería de ver después de quitar el hechizo, quizás cuando esté sea eliminado sientas lo que el Alfa siente por ti. - fue su madre la que habló. - se ve que él te ama demasiado, quizás su amor sea correspondido por ti, y quien sabe, quizás incluso te enamores de él aún con el hechizo. -
Escuchar eso me relajó un poco, ojalá fuera así, pero de todas maneras tenía que encontrar a la hechicera, se lo debía, y Jon me lo agradecería, ya que él también podría estar con Lía y verse, pues aún no lo han hecho.
- ¿Os acordáis del nombre de la hechicera?, así sería más fácil de encontrarla. - fue lo único que podía decir, aunque tenía miles de palabras para mí Luna, palabras que serán guardadas hasta que seamos pareja.
- No la vas a poder encontrar, falleció años después, o al menos eso fue lo que nos dijeron. -
No podía creerlo, ahora que ella lo sabía todo, otro problema se interponía entre nosotros, pero aun así buscaría la solución.
- Tenemos tiempo para buscar otra hechicera, seguro que ella no es la única que lo puede eliminar, tiene que haber alguien más. - Azahara apretó mi mano, eso me hizo que la mirara a los ojos. - mientras tanto haré lo que esté en mi mano para estar juntos, no te prometo nada, no siento nada por ti, pero quizás con el tiempo pueda sentir algo. - en su rostro se dibujó una sonrisa tímida.
- No te puedo negar que me gustaría intentarlo, pero tampoco quiero que estés conmigo por obligación de un lazo. - aunque me dolía era la verdad.
- Hermanita, yo confío en que la encontraremos, el Alfa buscará por todos lados y si él me da permiso, buscaré yo también, quizás así sea más fácil, y veo bien que mientras tanto pases tiempo con él, y como dice mamá puede que te enamores del Alfa aún con el hechizo. - se arrodilló delante de ella, le cogió la otra mano para darle confianza.
- Te lo agradezco Ashor, tienes mi permiso, toda ayuda vendrá bien, pero quiero que quede claro que lo hago más por ella que por lo que siento, merece ser una loba con todo lo que conlleva y no ser una loba a medias. -
- Eso dice mucho de ti Alfa, cuida a mi hermana y ten paciencia. -
- La cuidaré con mi vida si es necesario y paciencia tendré toda la del mundo. -
La conversación terminó ahí, todo estaba aclarado, ahora tocaba buscar a una hechicera, pero aquí era imposible, por eso les pedí a la familia de mi Luna que viajáramos esa misma noche a Palo De Agua, que cogieran lo más preciso, yo mandaría a alguien para qué se llevarán el resto lo antes posible.
Ellos aceptaron y esa misma noche pusimos rumbo a casa.