En un pequeño pueblo donde los sueños y la realidad a menudo se entrelazan, Valeria es una joven de 19 años que vive atrapada entre la inocencia de su corazón y las sombras de lo desconocido. Soñadora y curiosa, su vida da un giro inesperado cuando un misterioso desconocido se obsesiona con ella, llevándola a una encrucijada peligrosa. Atrapada en un matrimonio forzado, Valeria descubre que el amor que anhelaba no era más que una ilusión.
En medio de esta nueva vida, se encuentra con su esposo, un hombre de carácter difícil y secretos ocultos. A medida que Valeria navega por las tormentas de su nueva realidad, comienza a desentrañar capas de su propio ser y, poco a poco, descubre que el amor puede surgir en los lugares más inesperados.
Con giros inesperados y emociones intensas, esta historia es un viaje sobre el descubrimiento personal, la lucha por la libertad y la búsqueda del verdadero amor. ¿Podrá Valeria encontrar su voz en un mundo que intenta silenciarla?
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Capitulo II Desilusión
Andrés Castañeda, un joven carismático de 21 años que irradia confianza. Con un cabello castaño oscuro y unos ojos intensos que parecen esconder secretos, Andrés tiene una presencia magnética que atrae la atención de quienes lo rodean. Su sonrisa encantadora y su risa contagiosa hacen que sea fácil conectar con él, pero hay algo en su mirada que sugiere una profundidad emocional que pocos logran alcanzar.
Andrés es apasionado y ambicioso, siempre persiguiendo sus sueños con tenacidad. Sin embargo, esta determinación a veces se convierte en una obsesión, lo que le lleva a descuidar las relaciones más cercanas. Aunque es cariñoso y atento con Valeria, su naturaleza competitiva puede hacer que se sienta distante cuando se enfrenta a desafíos personales.
Punto de vista de Andrés
Se suponía que hoy iría a casa de mi amada Valeria a pedir su mano, ella había sido mi novia desde hace un año y sentía que era mi mundo entero, pero también sentía que si me quedaba aquí en este miserable pueblo; nunca avanzaría. Así que me tocó escoger entre la oportunidad de salir adelante y lograr lo que siempre había querido, o me quedaba en este pueblucho y me casaba con Valeria y viviría como el resto de los hombres de aquí, con una hermosa mujer, sin futuro y trabajando día a día para sobrevivir.
Imaginar mi vida así me lleno de valor y me hizo tomar la decisión más difícil de todas, pero sabía que si lograba mis metas podía volver por mi amada Valeria. Sin pensar en las consecuencias, salí de aquel lugar, sin decirle a mi novia, sabía que si iba con ella nunca podría dejarla.
Estaba en la estación de autobuses cuando me encontré con Sofía, la mejor amiga de Valeria, ella muchacha nunca me cayó bien. Siempre pensé que ella no era la buena amiga que decía.
“Hola Andrés, ¿Qué haces aquí?”. Me pregunto mirando mi maleta.
“¿Acaso no es obvio, o te lo explico con manzanas?” le respondí con sarcasmo.
“¡Uy!, pero que genio, solo se me hace extraño verte aquí, pues Valeria te espera en su casa muy feliz”. Dijo ella haciendo un gesto irónico.
“¿ En serio?, soy un bastardo, pero tengo que irme, aquí nunca le podré dar la vida que ella merece”. Le explique a Sofía esperando su aprobación.
“Me parece una buena idea, mi amiga merece que la saquen de este horrible lugar. Se corazón espero que vuelvas pronto y con tus sueños realizados”. Respondió Sofía con una sonrisa que parecía sincera.
“Entrega esta carta a mi querida Valeria y por favor dime qué me espere, que voy a volver por ella.”. Le dije a Sofía confiando enteramente en ella. Se que soy un estúpido por hacer esto. Pero Sofía siempre ha estado al lado de Valeria y aunque a mí no me caiga bien, eso no quiere decir que es una mala persona.
Sin decir nada más subí a autobús que me llevaría a empezar una nueva vida y a cumplir mis sueños.
Punto de vista de Sofía.
Después de salir de la choza era donde vivía Valeria, decidí pasar por la estación de autobuses. Mis padres llegarían ese día de la ciudad y los fui a recoger por si traían algo de valor.
En la distancia una figura conocida llamo mi atención, me acerqué a saludar a Andrés quien estaba sentado esperando algo. Cuando estuve lo suficientemente cerca pude darme cuenta que el llevaba una maleta y su mirada estaba fija en un punto. Lo saludé queriendo saber que hacía en ese lugar. Nunca imaginé la respuesta que me daría, el muy cobarde se iría sin decirle nada a la ilusa de Valeria. Aunque ella era mi amiga, el saber que su amado se iría me daba un aire fresco en el corazón, y es que Valeria siempre se sintió más que los demás.
Andrés me entrego una carta y me dejó un mensaje para la estúpida de Valeria, obviamente acepte entregarle la carta a la tonta, pero mis intenciones eran otras. Vi subir a Andrés al autobús y una sonrisa de triunfo se dibujó en mi rostro, ya quería ver la cara de Valeria cuando supiera que su amado la había abandonado. Obviamente metería el dedo en la yaga, para que el dolor fuera más intenso.
Después de ver marcha el autobús y estar segura que el idiota de Andrés no se iba a arrepentir, fui a la casa se Valeria, después de dejar a mis padres quienes habían llegado al rato de que Andrés partiera.
Llegue a casa se Valeria y vi a un apuesto hombre salir de esa choza, era el sujeto más guapo y varonil que mis ojos jamás habían visto, era obvio que venía de la ciudad. Quería saber quién era, así que me acerque para saciar mi curiosidad.
“Hola guapo, ¿acaso estás perdido?”. Le pregunté coqueteando.
El sujeto ni volteo a verme, hizo como si yo no estuviera ahí subiendo a su vehículo y marchándose sin decir nada.
Molesta entre a casa se Valeria y encontré a su papá sentado en el sofá con los dedos entrelazados en su cabello y a la boba se Valeria en un rincón llorando como estúpida.
“Perdon por interrumpir, pero necesito decirte algo valeria”. Dije mirando a Valeria.
“¿Tienes noticias de Andrés?”. Pregunto ella con un brillo de esperanza en sus ojos.
“Andrés, Andrés, siempre Andrés. Tenemos asuntos más importantes aquí en este momento que ese muchacho faltó de carácter que solo quiere acostarse contigo”. Grito el señor Lorenzo furioso.
“Pues Andrés no es nada de eso que está diciendo papá, él va a venir y pedirá mi mano”. Dijo Valeria con la voz temblorosa y llena de esperanza.
“Lo siento Valeria, vengo de la estación de autobuses. Fui a buscar a mis padres que llegaron hoy, y ahí encontré a Andrés, el muy cobarde se fue y te dejo. Me pidió que te dijera que no lo esperaras, ya que no iba a volver.” Hice una pausa para regodearme en la mirada de sufrimiento e incredulidad de Valeria. “Tambien dijo que él no se quedaría en este pueblo con una mujer como tú, tan insignificante y sin ningún tipo de ambición. Lo siento amiga, no quería decirte nada se esto, pero tenía que hacerlo, no quiero que sigas ilusionada con un hombre que no vale nada. Vi como Valeria corrió a su habitación sin poder disimular mi sonrisa, misma que Lorenzo vio con complicidad.