En esta apasionante novela, "María" Gómez, una joven y talentosa periodista, se encuentra con un misterioso hombre llamado Alejandro, cuya sonrisa enigmática la deja sin aliento. A medida que se conocen mejor, María descubre que Alejandro esconde un secreto que podría cambiar su vida para siempre
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la conexión inesperada
Capítulo 3:
María y Alejandro continuaron admirando la exposición de arte, sumergidos en una conversación fluida y emocionante. María se sentía como si hubiera conocido a Alejandro durante años, no solo minutos.
—Me encanta la forma en que ves el mundo —dijo Alejandro, sonriendo—. Eres una persona muy interesante, Mariana.
Mientras hablaba, Alejandro pensaba:
"¿Quién es esta mujer? Es como si hubiera estado esperándola toda mi vida. Su sonrisa, su risa, su forma de ver el mundo... todo es perfecto. Pero hay algo más, algo que no puedo explicar. Una conexión profunda, como si nuestros alma estuvieran unidas."
María se ruborizó ligeramente, sintiendo una conexión profunda con Alejandro.
—Gracias —respondió—. Me siento igual contigo. Tu perspectiva es fascinante.
Alejandro pensó:
"¿Será posible que ella sienta lo mismo? ¿Que haya encontrado a alguien que entiende mi mundo? No puedo creerlo. Pero tengo que saber más sobre ella."
Mientras continuaban hablando, María notó que Alejandro parecía estar estudiándola, como si tratara de descubrir un secreto oculto. Su mirada intensa la hacía sentirse vulnerable, pero también intrigada.
—¿Qué te trae a esta exposición? —preguntó María, intentando cambiar de tema.
—Estoy buscando inspiración para un proyecto —respondió Alejandro—. Y tú, ¿qué te trae aquí?
María sonrió.
—Estoy buscando inspiración para un artículo —dijo—. Quiero escribir sobre el arte y su impacto en la sociedad.
Alejandro pensó:
"Un artículo sobre arte... eso es perfecto. Puedo ayudarla con eso. Y quizás, solo quizás, pueda descubrir más sobre ella."
Mientras continuaban hablando, María notó que la galería comenzaba a cerrar. Alejandro se dio cuenta también y se puso de pie.
—¿Quieres que te acompañe a casa? —preguntó, sonriendo.
María dudó por un momento, pero luego asintió con la cabeza.
—Sí, gracias —respondió.
Salieron de la galería y caminaron por las calles tranquilas de la ciudad. María se sentía cómoda con Alejandro, como si hubieran conocido durante años.
—Gracias por la noche —dijo María, sonriendo—. Ha sido increíble.
Alejandro sonrió también.
—El placer es mío —respondió—. Me gustaría repetirlo pronto.
María se sintió emocionada.
—Me gustaría —respondió.
Alejandro se detuvo frente a la puerta del edificio de María.
—Buenas noches —dijo, sonriendo.
María sonrió también.
—Buenas noches —respondió.
Alejandro se inclinó y besó la mejilla de María. Su contacto fue suave y cálido, pero María sintió un escalofrío.
"Hasta pronto", pensó Alejandro. "Pronto descubriré todos tus secretos
."María entró en su edificio, aún sonriendo por la noche que había pasado con Alejandro. Se sentía emocionada y expectante, pensando que había encontrado a alguien especial.
Pero mientras subía en el ascensor, comenzó a sentir una pequeña decepción.
"¿Por qué no me pidió mi número?", pensó. "¿No quiere verme de nuevo?"
María se encogió de hombros, intentando sacudir la sensación de desilusión.
"Quizás no estaba interesado", pensó. "O quizás solo quería pasar una noche agradable."
Pero mientras se cambiaba y se preparaba para dormir, María no podía sacar a Alejandro de su mente.
"¿Por qué me besó la mejilla?", pensó. "¿Fue solo una cortesía o hubo algo más detrás de ese beso?"
María suspiró, sintiendo que había estado construyendo castillos en el aire.
"Debería olvidarme de él", pensó. "No voy a verlo de nuevo."
Pero mientras se acostaba, María no podía evitar sentir una pequeña esperanza.
"Quizás", pensó, " nos volvamos a encontrar
María sonrió para sí misma, sintiendo que la esperanza era lo último que se perdía.