Diana es una mujer que llegó a la gran ciudad cuando apenas era una adolescente, tuvo que trabajar en diversos oficios, hasta que conoció a Lucas, el hombre que la llevaría a conocer el mundo de las Damas de compañía...
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Noche de fiesta
Teodoro.
Falta 5 días para que mi familia regrese a Inglaterra, también para que el contrato con Diana se termine. Esa misma noche pasé a la farmacia para comprar la píldora del día después, se la entregué y ella se la tomó. No puedo correr el riesgo de tener un hijo por fuera del matrimonio. Algún día querré casarme y no quiero sorpresas pues los únicos Montes de mi parte, tendrán que ser hijos legítimos. Edgar y Lulú nos invitaron a mi hermana, a Diana y a mí de fiesta esta noche. Mi hermana está superemocionada con la idea, yo igual, me gusta mucho el ambiente nocturno de la ciudad, a la que no veo con el mismo entusiasmo es a Diana, quizás esté enferma, le voy a preguntar.
- Dime guapa, te noto algo apagada, ¿qué tienes?
- Estoy bien, es solo que he estado hablando con mi madre, creo que tendré que visitarla un par de días.
- Vale, sí necesitas algo, solo me dices.
- No te preocupes, ya me las arreglo yo.
- ¿Qué esperas para cambiarte?, ya los chicos me avisaron que están en el lugar acordado.
Se levanta, va hasta su parte del armario, saca un vestido color negro, al colocárselo veo cómo le queda, y válgame Dios, a ella todo le queda sexy.
- Te ves muy guapa. - le digo.
Me mira y me sonríe levemente, pero esa sonrisa no llega a sus ojos color de mar.
- Gracias, tú también te ves muy bien.
Bajamos tomados de la mano hasta la sala de estar, mi hermana ya está lista, así que nos encaminamos al auto, nos subimos y enciendo el motor. Una hora después, estamos ingresando al lugar, la música me mola, se oye buena. Buscamos a quien nos atienda y se nos acerca un chico, le digo que nos indique la zona VIP que es donde nos esperan Edgar y Lulú. Al llegar a la parte superior, la mirada que Edgar le da a Diana, no me gusta para nada.
- ¡Vaya! Pero si eres una diosa, - el imbécil tiene las babas que le salen como mares - con el perdón de las otras dos damas aquí presente.
- Muchas gracias. - es lo único que contesta.
- Bueno chicos, vamos a pedir para tomar.
El mesero anotó todo lo que pedimos, noté que Diana no pidió nada con alcohol, eso he notado ya varias veces.
- ¿Y tú no tomas licor? - le digo al oído
Ella niega con su cabeza.
- No, no me gusta, quizás me pueda tomar una o dos copas de vino, pero nada más,.
Algo nuevo que aprendo de ella, pensé que era de esas mujeres que les encanta el alcohol a punto de emborracharse.
Las chicas se animan luego de un par de cócteles y se van a la pista, arrastrando con ellas a Diana quien también se anima, la música que suena es un reggaeton. Ella comienza a mover sus caderas con tal sensualidad que tanto hombres como mujeres, la miran.
Creo que es una canción de Daddy Yankie.
🎼🎵🎶
Mirame, Mirame
Ojos brujos matame
Que quiero sentirte
Ya llego tu Ganster
Me siento tan solo
Quiero devorarte
La noche está oscura.
Ojos brujos hechizame.
Mi amigo comienza a avisarme que quiere acción. Veo como un tipo se le trata de acercar, pero ella le dice algo mientras señala hacia donde estoy y el tipo la deja sola. Yo me levanto y camino hacia donde ellas están bailando. La tomo por las caderas y la pego más a mí, ella pone sus brazos alrededor de mi cuello y nos balanceamos al ritmo de la música.
🎼🎶🎵
Vamos a los puntos claros
Tus maleantes de estudio no me enmascaron
Fue a lo real que tus ojos le apuntaron
A un soldado con honores callejeros y bravo.
- Sí sigues bailando así, te voy a sacar de aquí como si fuera un cavernícola. - le digo al oído, luego de darla una vuelta y pegar su trasero a mi polla.
- Pues a qué esperas - me dice mientras su brazo está elevado y un poco hacia atrás para acariciar mi cabello.
- Tú te lo buscaste.
Camino con ella de la mano hasta nuestra mesa, recojo su bolso y me despido de Edgar.
- Llevas a mi hermana a casa.
Salimos del lugar y nos subimos a mi auto, como todo un caballero, le abrí la puerta del copiloto. Solo espero que no me detenga la policía, sí bien no tomé si no un vaso de whisky, puede ser contraproducente. Por fin llegamos a mi departamento, volvemos a subir entre besos y toqueteos como hace dos noches. La verdad es que esta mujer me hace perder los estribos y hace que me la quiera follar en cualquier lado, sino fuera porque debo mantener una imagen, la hago mía, allí mismo donde estábamos.