tendrá que enfrentar su pasado para forjarse un
futuro de felicidad junto a ella sin sentarse frustrado…
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Cap 8
Esa misma noche Ismael salió a dar un paseo a caballo para tranquilizarse Ismael detuvo al caballo y observó las luces del pueblo. A veces pensaba en dejar
atrás Kansas y empezar de cero en algún lugar con montañas y ríos. En algún lugar
sin la historia que aquella tierra tenía para él. Pero el amor de su hermana y su
sentimiento de responsabilidad hacia su hermano se lo impedían. Eli le decía que
pasaba demasiado tiempo viviendo en su cabeza, que necesitaba la compañía de algo
más aparte de los animales. En su opinión, había pocos humanos que ofrecieran la
misma compañía que un animal. La gente era una raza decepcionante.
La brisa nocturna acarició su pelo mientras miraba hacia las estrellas. Tal vez
Eli tuviese razón. Ella era feliz con su familia y amigos. Tal vez él debiera
intentarlo, esforzarse en conseguir lo que faltaba en su vida.
La sola ida hacía que se le revolviera el estómago. Se inclinó hacia delante y le
acarició el cuello a Titus.
—¿Qué es lo que falta? —preguntó en voz alta.
El animal agitó las orejas.
Recordó la imagen de su hermana acariciándole la barbilla a su marido con una
mirada de adoración; y aquella imagen fue seguida de otra más inquietante:
Madison de pie junto a la cama con la colcha roja y azul.
Lo único que Ismael sabía sobre la vida familiar era lo que había observado desde
fuera. Lo que sabía de primera mano sobre hombres y mujeres no era apropiado para
una persona respetable.
Ismael conocía el lado oscuro de los hombres. No tenía miedo de lo que pudieran
hacerle. Ya había soportado muchos malos tratos, y se había hecho fuerte y capaz a
pesar de todo. No tenía miedo del hambre, ni de la pobreza, ni siquiera del juicio de
las personas. Podía cuidar de sí mismo y no le importaban las opiniones ni lo que digan de el
Lo que le daba miedo era que él era un hombre. Y, como hombre, tenía miedo
de lo que pudiera hacer. Las elecciones eran lo que le diferenciaba. Las buenas
elecciones eran lo que hacía que fuese distinto al resto. A él no le había quedado más
remedio que matar. Pero podía elegir vivir el resto de su vida con honor e integridad,
experimentando el autocontrol y desafiándose para hacerse más fuerte.
Pero, si lo que faltaba era algo dentro de él, no sabía si podría arreglar eso.
¿Dónde buscaba una persona para encontrar una parte de sí mismo?
La primera semana de Madison en la casa no podía haber llegado en mejor
momento. Eli había estado tan cansada que se había sentido muy agradecida de
tenerla cerca. No recordaba aquella fatiga con otros embarazos, pero Caleb le
aseguraba que cada vez era diferente y que no tenía razón para preocuparse.
Se mostraba indolente cada vez que Madison le llevaba una bandeja a la cama.
Caleb intentaba pasar más tiempo en casa e incluso Ismael aparecía casi todos los días.
Un día, a mitad de semana, Eli le había pedido a Madison que permitiese a las
niñas ir a jugar al pie de la cama y más tarde les leyó un cuento mientras Madison
preparaba la cena.
Eli acababa de terminar El patito feo, con fara dormida sobre su hombro,
cuando Ismael asomó la cabeza por la puerta.
—¿Es un mal momento?
—Claro que no —dijo Eli—. Entra. ¿Te importaría tumbarla en su cama? —le
preguntó refiriéndose a la niña.
Su hermano tomó a fara en brazos y la sacó de la habitación.
—Tú también, cariño —le dijo a Zoe —. Ve a dormir y no despiertes a tu
hermana. Dame un beso.
Zoe la abrazó y le dio un beso en la mejilla antes de alejarse de la cama. Casi
se chocó con Ismael en la puerta, y levantó los brazos para que también la llevara a ella.
Minutos después, Ismael regresó. —Hoy tienes mejor aspecto —le dijo a Elizabeth
sentándose a su lado y agarrándole la mano.
—Parezco cansada e hinchada, y lo sabes. Pero no quiero hablar de mí.
Háblame de tus animales.
—Bueno, vamos a ver. Te dije que vi a Hoot la otra noche, ¿verdad? Y los
hermanos Olson me han traído una rana que creen que está enferma. Nunca he
tratado a una rana, pero creo que vivirá. Y he adoptado una cabra.
—Una cabra no, Ben.
—Hace compañía y da leche, así que no es sólo otra boca que alimentar.
—Compañía, ¿eh? Supongo que le has puesto nombre.
—Delilah.
—¿Has llamado Delilah a una cabra?
—Es un buen nombre.
—Es un nombre bonito, pero no me pega para una cabra.
—¿Cuántas cabras has conocido?
Eli lo miró, sabiendo que estaba aludiendo a algo de su pasado.
—Un par, como bien sabes. ¿Recuerdas la cabra que tenía Caleb cuando Nic
era un bebé?
Pero ése no era el primer animal que le había venido a la mente. De niña se
había escabullido más de una vez en mitad de la noche para llevarles leche a sus
hermanos. Una vez incluso había cultivado una planta de tabaco, liando puros para
vender a los hombres en los salones y así poder comprar algo de comida. Había
robado pollos de los gallineros y verduras de los huertos, y aun así nunca había
suficiente.
—Ésta es una buena vida —dijo ella, sin olvidar por un momento lo
afortunados que eran.
—No puedo explicar lo que siento cuando veo a esos niños —dijo Ismael.
—Lo sé —no necesitaba explicarlo. Eli lo sabía. Las diferencias entre su
infancia y la de sus hijos eran abismales—. El pasado es el pasado, isma.
—Es de donde vengo, liz.
—Pero no es quien eres.
—Soy quien soy por el lugar del que vengo.
—A pesar del lugar del que vienes —dijo ella—. Nunca conseguirás pasar
página hasta que no lo superes.
—¿Es lo que has hecho tú?
—Sí.
—Pero no has olvidado.
—No puedo borrar el pasado, pero no tengo que castigarme con él.
—¿Es eso lo que crees que hago? ¿Castigarme?
—A veces.
Hubo un golpe en la puerta y Madison entró con una bandeja.
—Te he traído la comida.
Ismael se enderezó en su silla.
—Me estáis malcriando —dijo Eli.
—Te lo mereces —le dijo ismael.
Madison se acercó colocar las patas de la bandeja en una posición fácil de
alcanzar. Se incorporó y se frotó una mano en el delantal.
—Si no has comido, puedo traerte un sándwich y un vaso de leche —le dijo a
Ismael—. Puedes comer con tu hermana.
—Será un placer, señorita madi —dijo, adoptando el nombre que usaban los
niños para llamarla.
Ante eso, Eli observó con interés cómo Madison se sonrojaba.
Madison sonrió y salió de la habitación.
Ben observó un puñado de violetas en un pequeño jarrón sobre la bandeja de
Eli.
—Te ha traído flores.
—Es una bendición —dijo Eli oliendo las flores.
—No me esperes —dijo ismael señalando la comida de la bandeja.
Minutos después, madison llegó con otra bandeja y se la ofreció.
—El doctor Caleb hizo que le llevaran dos pasteles esta mañana con el pan.
¿Quiere una porción de pastel de melocotón o pasas, señor Cristaldi?
—ismael— contesto el
Madison le mantuvo la mirada y se sonrojó de nuevo.
—Tomaré una porción más tarde —dijo él—. Gracias.
—Yo lo tomaré de melocotón —dijo Ellie.
Madison asintió y salió de la habitación.
Ismael agarró su sándwich de ternera y lo mordió, dándose cuenta de que Eli
estaba mirándolo.
—¿Qué? —preguntó tras tragar.
—Nada.
Media hora después, Eli estaba lista para dormir. Ismael tomó ambas bandejas y
las llevó a la cocina, donde encontró a madison sentada a la mesa pelando
zanahorias. Dejó el cuchillo y se dispuso a levantarse, pero Ismael la instó a sentarse de
nuevo.
—No dejes lo que estás haciendo. Voy a servirme una porción de pastel de
pasas.
Se sirvió un vaso de leche y se sentó a la mesa.
—Eli va a dormir —dijo.
Madison asintió y siguió con las zanahorias.
—Supongo que no es una buena semana para conseguir todas esas cosas que
querías —añadió él.
—¿ehh de que estás hablando?
—Ya sabes. Dar largos paseos, leer todos los libros de la biblioteca… el viaje en
tren.
—Pff todo eso suena absurdo cuando lo dices.
—No es absurdo. Simplemente estaba pensando que pasas todo tu tiempo
cuidando de Eli y de los niños.
—Es mi trabajo.
—Pero tu tiempo libre —dijo él—. Tu tiempo libre también está monopolizado
esta semana.
—liz me necesita, y para mí es un placer estar aquí.
—Tal vez pueda traerte yo algunos libros. De la biblioteca.
Los ojos de Madison se iluminaron con interés.
—Probablemente no sea tan divertido como elegirlos tú. Caleb tiene una
biblioteca enorme también. Podrías encontrar cosas interesantes allí. Yo leía sus
libros cuando vivía con ellos.
—No sé —dijo ella—. No soy de la familia y no quiero aprovecharme.
—Los libros son para leerlos —dijo él—. A Caleb no le importará, pero se lo
mencionaré para que estés segura. E iré a ver algunos libros hasta que puedas ir a la
biblioteca.
—¿Por qué?
—¿Qué quieres decir?
—¿Por qué estás haciendo eso por mí?
—Agradezco que cuides de Eli. Y el modo en que lo haces es mucho más que
un trabajo —dijo él—. Haces las cosas de corazón. Con ternura.
Se arrepintió momentáneamente por decir algo tan personal. Pero el modo en
que Madison lo miró, con sorpresa y placer, le hizo sentir como si hubiera dicho algo
importante.
—La Biblia dice que cualquier cosa que haga debo hacerla como si se la hiciera
al señor —dijo ella.
—¿Qué significa eso? —preguntó él tras dar un sorbo a la leche.
—Creo que significa que cada tarea, sin importar lo mundana que sea, es un
servicio hacia Dios, siempre que lo hagamos por motivos puros y buen corazón.
Ningún trabajo es pequeño ni poco importante a los ojos de Dios. Por ejemplo, pelar
esta zanahoria. Parece una tarea ordinaria, incluso aburrida, y quizá lo sea. Algunos
trabajos son poco agradecidos, pero necesarios. Sin embargo, estas zanahorias
alimentarán a la familia. el doctor tendrá fuerzas para trabajar y salvar vidas. tu hermana alimentará al bebé que lleva dentro y tendrá fuerza para dar a luz
FIN.👻