Isabell Janssen es una hermosa mujer de 24 años, hija de una importante familia en Nashville y esposa del director de Multinational Bank DN, ha preparado todo para celebrar su aniversario de bodas y darle a su esposo el mejor regalo. Pero su esposo tenía otros planes, dos cuerpos semidesnudos en el sofá, es lo que Isabell encontró cuando se apresuró a buscarlo en su oficina. ‘A veces el amor dura y otras veces en cambio, duele mucho’, ella creyó tenerlo todo, pero esa misma noche lo perdió; se enfrentó a los recuerdos que la aprisionaban en la tristeza y frustración para poder levantarse y darse una nueva oportunidad.
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Capítulo 22. ¿Aun lo amas?
Capítulo 22. ¿Aun lo amas?
Isabell recuperó rápidamente sus pensamientos, era consciente de que Khloe no pararía hasta le contara sobre el hombre que ahora estaba en su casa, pero no era el momento para hablar de ello.
- Luego te cuento\, ¿sí? Debo colgar ahora Khloe y… no le digas nada a mis padres. - Colgó sin darle oportunidad a su hermana de responder.
Thomas la observaba con curiosidad, ella se acercó rápidamente a él y lo abrazó rodeando su cuello con los brazos. Podía sentir el perfume de su gel de ducha, cerró los ojos inconscientemente dejando que sus fosas nasales se impregnaran con su olor.
- Perdón\, ¿no te metí en problemas? – Preguntó Thomas.
- No\, aunque dejé a mi hermana mayor algo curiosa. – Isabell se alejó un poco y preguntó. - ¿Necesitas ayuda para desempacar tu maleta? – Cambió de tema rápidamente.
- No traje muchas cosas\, gracias. – Thomas la envolvió en sus brazos nuevamente.
- Bien\, entonces\, iré a tomar una ducha. Puedes ver el televisor mientras tanto. – Thomas asintió.
Thomas no estaba interesado en el televisor, sacó su teléfono móvil y revisó su buzón de correo, Neal, el encargado de informática de su empresa había quedado en enviarle cualquier información que pudiera obtener sobre Isabell, pero aún no había algún correo de él en su bandeja de entrada. Tomó su teléfono celular y marcó al número de Neal.
- Señor Luniak\, supongo que habla por lo que me pidió. – Dijo el chico mientras mantenía la mirada fija en el monitor de su computadora.
- Han pasado tres días desde que te pedí que investigaras\, ¿aún no tienes nada?
- Lo siento señor\, he estado bastante ocupado en la empresa. Lo único que pude encontrar es que está relacionada con el director de JS Enterprises\, una empresa petrolera muy importante en Nashville\, Estados Unidos de América…
- ¿Qué tipo de relación tiene con el director de esa empresa? – Pregunta exaltado con los malos pensamientos girando en su cabeza.
- El señor Bruce Janssen es su padre\, todo sobre esa mujer está relacionado con los negocios familiares.
- Bien\, continua con tu trabajo. – Colgó la llamada.
Cuando Isabell terminó de ducharse, lo encontró sentado en el sofá con el control remoto en la mano y la mirada fija en el televisor que aún permanecía apagado.
- Thomas… ¿qué pasa? Luces pensativo.
Thomas reaccionó al sonido de su voz, la observó con una leve sonrisa en la comisura de sus labios y extendió su mano para que se sentara a su lado. Acercó sus labios y la besó brevemente.
- Nada – dijo respondiendo a su pregunta – no suelo ver televisión\, no tengo mucho tiempo para ello.
- Oh\, bueno\, no importa. No veamos televisión entonces\, ¿gustas un café? – Thomas asintió con la cabeza y la vio levantarse del sofá y caminar en dirección a la cocina.
Isabell estaba de espaldas, puso la taza en la cafetera esperando a que se llenara cuando sintió las manos de Thomas rodeando su cintura, mientras susurraba a su oído con su cálido aliento.
- Hueles delicioso. - Besó la parte trasera de su oreja derecha haciéndola cerrar los ojos. – Presiento que esa taza de café tendrá que esperar. – Sonrió pícaramente mientras la levantaba y la sentaba sobre la barra de la cocina.
Se acercó a sus labios nuevamente besándola con más empeño, deslizó las manos sobre su cintura y la acercó bruscamente hacia la orilla de la barra, haciéndola abrir sus suaves piernas aún más, Isabell estaba agitada, era la primera vez que Thomas se comportaba así. Ahora ella podía sentir la dureza de su miembro, Thomas la hizo acostarse sobre la barra, su pecho subía y bajaba descontroladamente mientras miraba hacia el techo, sintió sus manos bajo el vestido, sus dedos se enredaron en su ropa interior y las fue bajando lentamente, mantenía la mirada fija en las reacciones de Isabell, podía ver su respiración agitada y eso lo motivaba aún más, deslizó sus manos hacia arriba hasta atrapar sus pechos. Bajó nuevamente besando suavemente sus muslos, cada beso la hacía curvar la cintura y enredar sus finos dedos sobre su cabellera.
Thomas fue subiendo poco a poco, dejando un suave camino de besos por sus piernas, el olor del gel de ducha combinado con su sexo lo hizo cerrar los ojos inconscientemente, no era la primera vez que estaba con una mujer, por su cama habían pasado muchas más, pero con ninguna había sentido el fuerte impulso de saborear su sexo. Él disfrutó de eso, pero ellas nunca lo vieron entre sus piernas rendido a sus encantos. Sin embargo, Isabell lo ponía ante un frenesí que le era imposible evitar, ella no era como esas chicas provocativas con las que había estado antes, su personalidad y sensualidad era algo tan natural en ella que no necesitaba esforzarse tanto para provocar el deseo en él. Thomas se desconocía a sí mismo, pero justo ahora poco le importaba.
Isabell comenzaba a sentirse tímida, intentaba cerrar las piernas al encontrarse con la atenta mirada de Thomas en su zona íntima, pero él se lo impedía. Isabell sabía lo que estaba pasando por su mente, antes de bajar la cabeza, Thomas la observó fijamente con sus hermosos ojos oscuros como la noche, tan pronto como ella sintió la humedad de su lengua soltó un fuerte gemido. En la cocina retumbaban los sonidos que salían de la boca de Isabell, lo que Thomas estaba haciendo la hacía perder la cordura, no le importaba si la escuchaba algún vecino que pasara cerca de la puerta de su departamento o al menos en ese momento ignoraba todo a su alrededor. Su cuerpo se contrajo con fuerza, sus piernas comenzaron a temblar descontroladamente, pero no tuvo oportunidad de calmarse. Thomas no le dio tregua, bajó la cabeza y comenzó nuevamente con su ataque.
Esta vez terminó mucho más rápido que la primera vez, Thomas la sostuvo haciéndola enrollar sus piernas en su cintura y la llevó hasta la habitación. La acostó delicadamente sobre la cama y comenzó a desnudarse ante la atenta mirada de Isabell. Ella abrió los ojos cuando vio sus intenciones de continuar con lo que estaba haciendo en la barra de la cocina.
- Thomas\, no. – Él la observó con el ceño fruncido. – Estoy… estoy demasiado sensible. – Se excusó avergonzada.
- Pronto pasará – respondió Thomas acercándose a sus labios para besarla. - ¿Qué me estás haciendo Isabell? – Preguntó en un murmullo cerca de sus labios dejándola sorprendida. – Me vuelves loco\, me encantas cariño.
Isabell no supo qué responder, era la primera vez que él le decía tal cosa, palabras que le hicieron derretir su corazón y entregarse totalmente a él. Lo observó fijamente y acarició su cabello deslizando su mano hacia su cuello, levantó la cabeza en busca de sus labios, Thomas le regaló una tierna sonrisa y correspondió a sus besos. Completamente desnudos sobre la cama, olvidando el clima exterior, la fría habitación y todo lo que pasaba afuera, se entregaron a la pasión una vez más.
Eran las ocho de la noche, Thomas estaba acostado boca arriba con un mano bajo la cabeza, Isabell se refugiaba en el calor de su cuerpo, mientras ella acariciaba su pecho, el deslizaba suavemente los dedos sobre su larga cabellera. La manta solo cubría la mitad de sus cuerpos desnudos.
- Tengo muchas preguntas sobre ti\, sé que no tengo derecho a cuestionarte\, pero nunca me había sentido tan intrigado por alguien. – Dijo de pronto Thomas haciéndola abrir los ojos con atención.
- ¿Qué es lo que quieres saber?
- Todo\, solo me has hablado sobre lo que haces aquí en Berna\, pero siento que hay más.
- Isabell sostuvo la manta para cubrirse mejor y se sentó sobre la cama viéndolo fijamente. – Yo… - dejó escapar un fuerte suspiro – Me divorcié hace tres años\, él era uno de los mejores amigo de mi hermano mayor\, así nos conocimos. Joseph fue el amor de mi vida\, separarme de él fue difícil\, pero\, había muchas heridas que nunca sanarían si permanecía en Nashville\, estaba destrozada\, necesitaba estar sola\, alejarme de todos. – Sus ojos se le nublaron – Estaba aterrada cuando llegué a Suiza\, decidir quedarme en Berna fue tan difícil\, pero necesitaba hacerlo.
- Thomas se incorporó sobre la cama y acarició su mejilla. - ¿Aun lo amas? – Cuestionó al percatarse de sus ojos rojos.
- Isabell negó rápidamente con la cabeza. – No\, si he reaccionado de esta forma es porque… - Isabell limpió sus mejillas\, sonrió brevemente intentando controlar sus emociones. – hay cosas de las que uno nunca puede desprenderse\, dolores que se mantendrán en nuestros recuerdos\, punzando insistentemente en nuestro corazón. –Thomas curvó las cejas al no lograr entender a qué se refería Isabell. – Si aún lo amara\, tú no estarías aquí en este momento\, entre nosotros nunca hubiera pasado nada\, eso te lo puedo asegurar.
Thomas asintió satisfecho, acercó sus labios a los de ella, acoplando el ritmo del beso y sus movimientos a la perfección, lentamente la hizo acostarse en la cama hasta terminar sobre ella. Isabell deslizaba sus manos de arriba abajo, acariciándolo desde el cuello hasta la parte baja de la cintura.
- Aun nos quedan dos días – dijo Isabell intentando alejarlo – paremos por favor\, muero de hambre.
- Thomas sonrió y besó sus labios una vez más. – Está bien\, pero antes\, tomemos una ducha.
te agradezco no poner fotos de referencia, cada le da forma a los protagonistas y eso es valorable