La Luz De Mis Ojos

Mentiría si dijera que la relajación que sentía mi cuerpo no se sentía como la gloria. Desperté sintiéndome ligera de cargas, o por lo menos físicas. Cuando mi mente cayó en cuenta de todo lo sucedido, no hice más que llorar. Unos brazos cálidos me sostenían, pero no quería que esta fuera mi realidad.

¿Por qué me sucedía esto si de algo que se encargó el infeliz ese fue de darme anticonceptivos para que nada de esto sucediera? Si bien era mi primera vez, conocía de anticonceptivos. Fiorella intentaba contenerme, pero ella no sabía la carga que tenía encima. Ella de pronto pensaba que era producto de una relación o un bebé deseado, pero no. Este bebé sería el recuerdo constante de ese fatídico día y si quería dejar el pasado atrás, este bebé también hacía parte de esa historia que murió con Gabriela en la gran manzana para darle paso a Isabella Parker ¿Por qué la vida me quería colocar todo tan difícil?

No caí en cuenta de nada, ni tan siquiera supe en qué momento entró la doctora con el ecógrafo. Todo estaba tan congelado en mi mente, imágenes de ese día venían a mí provocando un profundo dolor en mí Fiorella estuvo conmigo en todo momento, parecía mi amiga de años o una hermana mayor preocupada. Ella me ayudó a acostar mientras aún me sostenía. Sentí un líquido frío golpear mi vientre y lo siguiente que pude escuchar fue su corazón...

Me hacía sentir tan miserable que en el fondo de mi corazón aún deseaba formar una familia, pero ¿por qué no podía querer a este bebé? Me negaba a observar la pantalla, pero Fiorella, ella tenía un brillo especial en sus ojos como si fuese ella la que llevara a ese ser en su vientre. Nunca olvidaré el rostro de Fiorella en el momento que las palabras por fin salieron de mi boca, pero no las que ella deseaba escuchar.

"Isabella - doctora, después de esto, ¿me puede decir qué tengo que firmar para interrumpir este embarazo? No quiero a este bebé, doctor."

En ese momento, Fiorella soltó mi mano tan abruptamente. Su mirada tenía algo de tristeza, furia y algo más que no sabía descifrar, pero ella tenía que entender ,yo no estaba lista para algo así. Fue fruto de algo horrible y de alguien horrible. No tengo donde vivir ni qué comer, no tengo a nadie más que a mí y, por mucho que ella me hubiese ayudado, no la conocía. Si estaba agradecida, pero en cuanto saliera de este lugar, mi vida volvería a ser lo mismo de siempre, un caos total.

Doctora: estás en todo tu derecho si deseas interrumpir este embarazo, Isabella, pero quiero que sepas que una vez hecho, ya no hay vuelta atrás. Quiero que tú estés completamente segura de lo que vas a hacer con esa vida que crece dentro de ti, pero si tu decisión es un no rotundo, entonces te enviaré los documentos con la enfermera para que los firmes, no debes comer nada y en dos horas te estaremos llevando a quirófano, bien, Isabella.

Isabella: No hay nada que pensar, doctora. Yo firmaré esos documentos -dije mientras un sentimiento inexplicable se instalaba dentro de mí y mis manos sudaban.

Doctora: De acuerdo, yo me retiro para que descanses y en un momento vendrán con los documentos. Por ti, vale.

Fiorella: Gracias, doctora.

Fiorella: Isabella, estás loca. ¿Cómo vas a querer terminar con la vida de un ser que no tiene la culpa de nada? Es tu bebé, crece dentro de ti y te necesita.

Isabella: Mira, Fiorella, estoy muy agradecida contigo por tu compañía y por haberme traído a este hospital, pero no te conozco y tú no me conoces. No sabes nada de mi vida.

Fiorella: Es cierto, no te conozco y no me conoces, pero no voy a dejar que termines con la vida de un ser inocente, eso jamás.

Isabella: Esa no es decisión tuya. Esa decisión es mía -contesté enojada por la situación-. Tú no sabes nada de mi vida, no tengo familia, no tengo casa. Estaba hospedada en un hotel que se quemó y mis cosas, con ello todo lo que tenía, se quemó ahí, no tengo ni para comer, acabo de llegar a este país donde me han cerrado las puertas, todos los días busco un empleo y no logro conseguir nada, Solo como lo que compro en tu cafetería en la mañana y algo que guardo para la noche. Este bebé no es producto de una relación, es producto de un ser que ultrajó mi cuerpo a su gusto. Así que no me digas que no vas a permitir algo como eso cuando ni siquiera puedo con mi vida. ¿Crees que soy mala persona? Pues no le estoy evitando a este niño una vida tan dura como la mía.

Fiorella,: yo la verdad no sabía nada de esto, Isabella, pero sí sé lo que es desear tener un hijo, desearlo con todo tu corazón y que mes a mes te encuentres con la menstruación. Sé lo que es añorar algo que no puede ser porque tu cuerpo tiene una falla. Así que no puedo permitir que hagas algo como eso, ¿comprendes? Déjame ayudarte. Puedo darte un empleo en la cafetería, puedo darte una habitación de mi casa. Puedo ser esa amiga en un país desconocido, sostener tu mano en cada cita médica, pero por favor, no lo hagas. Solo piensa lo. Si tu respuesta es un no, igual mi casa y mis brazos están para ti, pero por favor, te ruego que no lo hagas.

Isabella, te agradezco todo eso, pero es un no. Que voy a decirle cuando crezca a este bebé y me pregunte por su papá o si lo rechazó. ¿Cómo crees que se sentirá más adelante? Y va a ser un recuerdo de ese pasado que quiero dejar, pero por favor, no me dejes. Acompáñame, tengo miedo.

Fiorella, entre sollozos, asintió. Aún cuando su corazón le decía que estaba mal, ella prometió ayudarle y eso haría. Ella necesitaba de alguien y ella estaría ahí.

Pasó poco tiempo en el que Isabella firmó los documentos y fue en camino al quirófano en compañía de Fiorella, que se negaba a quitar su mano. Isabella cada vez estaba más nerviosa. Se preguntaba si estaba haciendo lo correcto. Tenía tantas cosas en la cabeza y sin ninguna explicación más que Fiorella, que había quedado con ella a pesar de no estar de acuerdo, y eso era algo que ella valoraba.

Ante ellas se abrió la puerta del quirófano, imponente. Con una decisión tomada, no quedaba más que afrontar su decisión.

En la sala de espera quedó una Fiorella muy triste. Aunque ese bebé no fuera de ella, el vivir la experiencia de escuchar su corazón y ver ese pequeño punto en la pantalla le había llenado tanto el corazón que el saber que ya no estaría lo sentía como cada vez que una prueba le daba negativo. Fiorella lloraba desconsolada. Sabía que la decisión no era suya, pero se preguntaba si debía haber hecho algo más. Sus sollozos se escuchaban por toda la sala de espera, llamando la atención de las personas que estaban a su alrededor. Solo hubo algo que hizo que Fiorella dejara de sollozar, y era alguien que gritaba su nombre a todo pulmón y venía corriendo envuelta en una bata que dejaba poco a la imaginación. Pero eso no era lo que importaba. Lo que importaba ahora era ese bebé al que había prometido cuidar y proteger si le daban el derecho de la vida, y eso era lo que ella iba a hacer.

Isabella: Me daba miedo estar aquí. Cuando me hicieron de nuevo la ecografía, pude observar ese punto en la pantalla y escuchar nuevamente su corazón. Ahí supe que yo no sería capaz de hacer algo así. No me importaba si era la mitad de genética de ese infeliz. Ese bebé era mío, es mío y yo lo tendría. Este bebé es mi sangre, mi familia y yo no lo dejaría. No sé en qué momento mi cuerpo desconectó con mi mente y comencé a correr en bata por todo el lugar hasta dar con Fiorella. Si ella me daba empleo, era todo lo que necesitaba para este bebé y para mí, mi hijo.