Amor Forzado.

Isabella retiró la mano de Alessandro con un gesto decidido y se dirigió hacia el jardín. Amalia, que observaba la escena desde la distancia, notó que algo inusual había sucedido entre ellos. Sin embargo, no parecía ser nada positivo, ya que Isabella mostraba una clara intención de alejarse de él, casi como si quisiera huir.

Al subir al auto, Isabella se esforzó por contener las lágrimas; no quería darle el placer de verla llorar frente a él. A medida que el vehículo avanzaba por la carretera, la oscuridad que la rodeaba parecía intensificar sus pensamientos y angustias. La mente de Isabella estaba llena de reflexiones, cada una más abrumadora que la anterior.

Alessandro la contemplaba con una mezcla de emociones que lo invadían, especialmente un profundo sentimiento de culpa que lo atormentaba. Sin embargo, no lograba comprender el enojo que Isabella mostraba hacia él. Para Alessandro, había quedado claro que Isabella no tenía la más mínima intención de iniciar cualquier tipo de relación con él. Además, su historia con Renata no había llegado a un cierre definitivo, sobre todo debido a la rapidez con la que se había llevado a cabo su boda.

Desde aquel día de la boda, las palabras entre ellos se habían reducido a meras peleas. Apenas lograban comunicarse, y cada intercambio era una chispa que avivaba la tensión entre los dos. A pesar de la hostilidad que reinaba en su relación, Alessandro mantenía la convicción de que Isabella estaba involucrada con el hombre que había visto junto a ella en otras ocasiones. Esta idea no hacía más que intensificar su frustración, mientras intentaba desentrañar la complejidad de sus sentimientos y la confusión que lo envolvía.

Al llegar a casa Isabella bajo del auto de inmediato.

“No comprendo por qué te comportas así,” exclamó Alessandro, mientras volvía a tomarla del brazo para impedir que continuara su camino.

“¡Suéltame, Alessandro!” respondió Isabella, con una mezcla de frustración y enojo en su voz.

“Me resulta incomprensible tu reacción. Te enfadas porque otra mujer está cumpliendo con las responsabilidades que se esperaban de ti como esposa,” o el problema es que Renata era tu patrona antes y tú su sirvienta, Pero dime qué fue lo que hiciste para llegar a casarte conmigo, como fue que mi padre te eligió a ti, que truco usaste para hacerlo, que es lo que quieres mi dinero la fortuna de mi familia._ dijo Alessandro, elevando la voz en un arrebato de indignación.

En ese instante, sin pensarlo dos veces, Isabella lo abofeteó con una fuerza que reflejaba todo el rabia que sentía ante su cinismo.

“¡Yo no quería casarme contigo!” proclamó Isabella, fijando la mirada en los ojos de Alessandro, desafiándolo con su sinceridad y dolor.

Entonces, ¿con quién te querías casar? ¡Con ese maldito campesino, con quien te abrazabas! _ exclamó Alessandro, visiblemente alterado.

¡Con él o con cualquier otro que no fueras tú! _ respondió Isabella, mientras Alessandro la soltaba y sentía como un torbellino de celos lo invadía.

Isabella entró en la casa y se dirigió rápidamente a su habitación. Una vez dentro, cerró la puerta con cuidado para asegurarse de que nadie la interrumpiera. Se acercó al baño y abrió el grifo de la tina, permitiendo que el agua caliente llenara la bañera. Sin pensarlo dos veces, se deslizó dentro del agua, aún vestida con su elegante vestido, mientras las lágrimas empezaban a brotar de sus ojos. Sumergida en el agua, lloraba en silencio, intentando que ni Alessandro ni ninguna de las empleadas que trabajaban en la casa pudieran escuchar su sufrimiento.

Alessandro Se quedó en el sillón de la sala supirando y pensando en las palabras de Isabella, ahora tenía más claro que no podía existir nada entre ellos.

Después de un tiempo, Alessandro se adentró en la habitación de Isabella y quedó completamente atónito al contemplar la escena que se presentaba ante él. La puerta del baño estaba entreabierta y, justo en ese momento, Isabella salía de la bañera. Su cuerpo estaba completamente desnudo, revelando la suave curve de su figura. Alessandro sintió un nudo en la garganta y tragó saliva involuntariamente al observarla, incapaz de apartar la mirada.

Si cintura era diminuta, sus senos grandes y rozados y sus piernas bien contorneadas sin hablar de que era completamente lampiña, sus nalgas redondas y grandes y que se podía ver su sexualidad, que alteró su hombría de Alessandro.

Isabella estaba por salir del baño cuando Alessandro se salió de inmediato de la habitación con el corazón agitado y es que debajo de sus pantalones el ya estaba muy duro, así que fue a la otra habitación desató sus pantalones y cerrando los ojos se desahogó pensando en Isabella imaginando como la quisiera tener.