Júlia Mendes se mudó a Nueva York después de la muerte de su madre, después de perder su trabajo, por pura suerte del destino, consigue uno como niñera en la casa del director general. Lincoln es uno de los más grandes CEO de todos los tiempos, después de la separación vive para la empresa y los encuentros casuales. ¿Podrá Júlia, una simple niñera, conquistar el corazón de hielo del director ejecutivo? ¿O el mujeriego CEO se ganará el corazón de oro de nuestra querida Júlia?
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Capítulo 15
Mi jefe se va y me lanzo a la cama, no puedo creer que esto haya sucedido y lo peor es que me gustó y quiero más.
Tu beso tiene el mejor sabor del mundo, no es que tenga experiencia besando chicos por ahí, pero sentí tantas cosas, incluyendo tu enorme erección presionada contra mi intimidad. Gimo cuando mi vagin4 palpita, me desconozco, frotando una pierna contra la otra tratando de controlar la pulsación en mi centro, pero no sirve de nada.
Me doy vuelta y me acuesto boca abajo en la cama, meto la mano dentro de mi pantalón de chándal y presiono mi dedo sobre mi punto de placer encima de mi tanga de encaje, causando una fricción deliciosa, gemí suavemente, imaginando cuando mi jefe se presionó contra mí. Abro los ojos y saco rápidamente la mano de mi ropa.
Júlia: No, María Júlia, no puedes hacer esto. María, ¡maldita sea! Pongo la almohada sobre mi rostro y grito: ¡cretino!
Necesito pensar que toda acción tiene una consecuencia, no puedo hacer esto, no puedo dejarme llevar por el deseo que ni siquiera sabía que podía sentir de esta manera, no puedo permitir que esto perjudique mi estadía aquí y consecuentemente mi relación profesional con mi jefe atractivo, quiero decir, cretino.
Salgo de mis pensamientos cuando escucho mi celular vibrar a mi lado, sonrío al ver el nombre de mi amiga y lo atiendo inmediatamente.
Júlia: Pensé que no me llamarías más hoy. Digo apenas contesto la llamada.
Alisson: Sabes que no puedo dormir sin hablar contigo antes. Dice lo que es cierto, podemos pasar todo el día sin hablar o incluso intercambiando mensajes, pero aun así, antes de dormir, nos llamamos una a la otra.
Creo que somos una para la otra como una familia. Alisson fue la primera persona en ayudarme en la vida y creo que yo también lo fui para ella. Nuestra amistad fue como un encuentro de almas, de esas que sientes que son para toda la vida.
Júlia: Lo sé. Digo y ella me mira más atentamente y frunce el ceño.
Alisson: ¿Puedo saber por qué tienes la cara tan roja? Dice, haciendo una mueca para animarme a decir solo la verdad, nada más que la verdad.
Júlia: Mi jefe cretino me besó. Digo sintiendo mi rostro arder de vergüenza.
Alisson: ¿Cuál? ¿El mismo al que golpeaste al menos tres veces y hoy mismo dijiste que él era impotente? Pregunta medio incrédula.
Júlia: ¿Y hay otro, Alisson? Digo ruborizada y decido defender a mi jefe. Y ahora estoy segura de que él no es impotente.
Alisson no aguanta y empieza a reír sin control, yo también sonrío.
Alisson: ¿Y tenías alguna duda? Pregunta y encoge los hombros. No sé qué pasa por tu cabeza, pero en tu lugar, ahora mismo tendría irritada mi entrepierna de tanto dar.
Júlia: Misericordia, Alisson, no digas eso ni en broma. La reprendo. Tal vez no quiero imaginar a mi amiga con mi jefe, tal vez no quiero imaginarlo con nadie.
Alisson: Eres anticuada, pero dime, ¿qué sentiste?
Júlia: Sentí algo grande y grueso rozándome. Digo, sintiendo que mi rostro arde de vergüenza, ella abre los ojos.
Alisson: Agradezco la información, pero me refiero a tus sentimientos. Mi amiga ríe de mi expresión y me siento tonta.
Júlia: Sentí un deseo enorme como nunca antes, pero también sé que debo reprimirlo. No voy a perjudicar mi trabajo por involucrarme románticamente con mi jefe.
Alisson: Solo debes separar lo profesional de lo personal, Júlia. Dice como si hubiera encontrado la solución a los problemas.
Júlia: No es tan simple, Alisson. Vivimos bajo el mismo techo, ¿te das cuenta de eso?
Alisson: Tienes razón, Júlia, pero no creo que esto influya en nada. Además, eres una mujer joven, él es joven, guapo, rico y soltero.
Júlia: Y mi jefe. Corto antes de que ella diga algún adjetivo más que no debería ser dirigido a mi jefe.
Alisson: Son adultos, Júlia. Un polvo casual no afectaría a ninguno de los dos, al contrario.
Júlia – ¿Te olvidaste de que estamos hablando de mí? – pregunté haciendo que Alisson rodara los ojos – No juzgo a quienes lo hacen, pero no sé quedarme solo por estar. Tengo poca experiencia, pero sé que soy de las que después de un beso sueña con casarse, tener dos hijos y un final feliz.
Alisson – Y te mereces ser feliz, Júlia.
Júlia – Y estoy feliz, Alisson. No necesito sexo con mi jefe para afirmarlo. Además, estoy aquí por los niños, los gemelos que se merecen mi tiempo. No puedo poner a Lincoln por encima de ellos, no puedo ni siquiera pensar en dejar a estos niños por ahora.
Hablamos un poco más y luego colgamos. Miré mi agenda porque creía que la cita con el médico de Liam sería mañana, pero es después de mañana. Respiro aliviada, porque seguro estaré muy cansada mañana ya que esta noche temo no poder dormir mucho solo pensando en mi insoportable, hermoso y desgraciado jefe.
Dicho y hecho, casi no pude dormir nada, todo culpa de ese cretino. Me levanto con pereza, voy al baño, hago mi rutina matutina. Ya no me pongo el uniforme desde que volví a trabajar. No es por desobediencia, no quiero usarlo solo por terquedad. La manga de la camisa me lastimó la axila, pedí que lo solucionen, pero mi jefe dijo que no era necesario y se fue.
Me pongo unos jeans y una blusa de algodón básica, encima una de punto. Amo la ropa de punto. No puedo rezar para que Lincoln no esté en casa, porque está. Ahora siempre me ayuda a despertar a los gemelos.
Cuando abro la puerta me encuentro con la razón de mi noche mal dormida, por Dios, acaba de hacer ejercicio. No está sin camisa, pero lleva una de manga larga, está algo agitado, un poco sudado, pero sigue oliendo tan bien.
Lincoln – ¿Escuchaste lo que dije, Maria Júlia? – habla un poco más alto y solo ahora me doy cuenta de que estaba mirando su definido abdomen marcado por la camisa. Asiento con la cabeza confirmando, aunque no haya escuchado nada – Ah, entonces dime qué dije.
Júlia - Dijiste que te bañarías y luego despertaríamos a los gemelos juntos – me apresuro a mirar su rostro que sonríe maliciosamente y después suspira.
Lincoln – No, en realidad era eso lo que debí haber dicho, pero vine a disculparme por ayer - dice y ahora es mi turno de respirar profundamente – No es que no me haya gustado.
Júlia – ¿Te...te gustó? – pregunto odiándome por haber tartamudeado, él confirma y se acerca, me besa en la frente, ¿en mi maldita frente? Y luego se aleja, pero solo un poco.
Lincoln – Sí, Maria Júlia, pero sé que no podemos mezclar las cosas. Eso sería malo tanto para nuestra convivencia como para los gemelos en el futuro – dice cansado, aunque no parece ser debido al entrenamiento.
Júlia – Tienes razón, señor – digo sin dejarme afectar, él tiene toda la razón, de hecho pasé toda la noche pensando en eso también.
Lincoln – Espero que esto no perjudique nuestra convivencia, sobre todo nuestras discusiones, que sigamos como antes, y que me perdones por mi estúpida broma de venganza. Después de pensarlo, llegué a la conclusión de que me comporté como un adolescente. Solo finjamos que no pasó nada – dice y yo asiento. ¿Broma de venganza? ¿Eso es lo que escuché? Iba a preguntar cómo olvidarlo si aún lo deseo más, pero después de esta ducha fría, solo quiero que se vaya al quinto infierno. Si él quiere que finja, puedo hacerlo muy bien.
Júlia – Está bien para mí, en realidad no significó nada. Así que, si me disculpas, señor, tengo trabajo que hacer – digo con una sonrisa sin importarme más, pero mi jefe decide que no le gustó ya que me detiene sujetando mi brazo impidiéndome pasar junto a él.
Lincoln – ¿Cómo que no significó nada, Maria Júlia? – pregunta y yo encogí los hombros.
Júlia – Dijiste que fue solo una estúpida broma, y tienes razón. Así que te perdono por eso y finjamos que no pasó nada.
Lincoln - déjate de tonterías María Júlia, dime, ¿te gustó o no? - pregunta mirándome a los ojos, ah entonces solo tiene que ver con su ego, cuando dice en otras palabras que no le importa no dije nada, solo lo acepte.
Júlia - En realidad no, señor, usted no tiene el mismo agarre que tienen los brasileños - le digo, haciendo que se venga encima de mí y como la puerta de mi habitación estaba abierta, entramos con todo Lincoln me tira en la cama y se pone encima de mí, con una mano me tira del pelo, se agacha y me lame el cuello.
Lincoln - Di que no tengo agarre ahora Maria Júlia - dice apretando su erección en mi, mi que duro esta, gimo suavemente y Lincoln gruñe cuando acerca su boca a la mía y mete su lengua dentro de mi boca escuchamos un grito infantil, Lincoln y yo saltamos de la cama y corremos hacia los gritos que vienen de la habitación de Liana.
Liana - Papá, se me ha metido un bicho en el pie - dice dando un salto, me doy cuenta de que se le ha salido un calcetín del pie, Liana se mueve mucho dormida, voy hacia ella y la cojo en brazos, deja de gritar.
Lincoln - Por Dios, que bicho más grande - Dice mi jefe y voy a mirar en la cama de Liana, es solo una cucaracha, claro que me asusto pero solo si vuela hacia mí, ¿por qué pensé eso? Apenas termino de pensar, la cucaracha vuela hacia Lincoln, quien sale corriendo de la habitación, dejándome solo con Liana, por idiota, en vez de salir corriendo de la habitación, corro hacia el lado opuesto.
Aunque estoy asustada me doy cuenta de que una cucaracha no me va a matar, de hecho no estoy realmente asustada, estoy asqueada al ochenta por ciento, no puedo soportarlo y empiezo a reírme de la carrera de Lincoln, me río tan fuerte que hasta Liana se contagia y empieza a reírse también.
Júlia - Tu padre debe de estar en el baño a estas horas, mi princesa - le digo, besándole la mejilla.
Lincoln - Oí que Maria Júlia - grita desde el pasillo - No tengo miedo, sólo corrí a llamar a la gente que hace el control de plagas aquí en la mansión.
Liana- Papá tiene miedo -lo dice como si fuera nuestro secreto y yo estoy de acuerdo.
Júlia - Sí, es muy miedoso, cuando Liam se despierte le contaremos que papá tiene miedo a las cucarachas - digo yo también en voz baja.
Lincoln - No me lo puedo creer, ya te dije que solo estaba haciendo una llamada - dice mi jefe desde la puerta y yo contengo la risa.
Júlia - ¿Dónde está tu móvil? ¿Has podido llamar?", le pregunto al no ver ningún móvil en sus manos.
Lincoln - Me las pagas, María Júlia - dice, acercándose a mí. Me estremezco, pero sólo recoge a Liana de mi regazo, menos mal, porque pesa bastante, la cucaracha ha salido volando y ha aterrizado no sé dónde.
Menos mal que apareció la cucaracha, no sé qué hubiera pasado si Liana no hubiera gritado, o peor, me encantaría saber a dónde va esto.