Lauren Rossi, creía tener la relación perfecta con su amado novio, Paul, hasta que lo descubre en la cama su mejor amiga. Cegada por el dolor, Lauren decide ir a un bar a ahogar sus penas en alcohol; lo que ella no sabía que en ese bar se encontraría con el mismísimo diablo, llamado Alexei Kutnezcov.
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Capítulo 12
...Alexei....
—¿Qué demonios estás haciendo aquí? Deberías estar en Rusia, cuidado a mis hijos.
—¿En serio? ¿No te he visto en meses y no me das ni un abrazo? –Dijo Xander con un puchero fingido en su asqueroso rostro, Dios, odiaba que fuera tan despreocupado–.
—Mis hijos, Xander. –Repetí y él rodó los ojos–. —Están con su madre. –Informó– Kristal se ha mantenido quieta desde que supo lo que le pasó a Boris, pero no te pongas cómodo, sabes que esa mujer es inestable cuando se trata de ti.
Claro que lo sabía, Kristal Comescu ha estado obsesionada conmigo desde que iba a la preparatoria. Lo recuerdo perfectamente, ella tenía 16 años de edad y yo 17 recién cumplidos.
Era una fiesta organizada por mí abuelo, allí la conocí, la hija del ahora presidente ruso. Ciertamente era hermosa, rubia y de ojos azules, ella se enamoró de mí tan pronto como me vió. Por mí parte, no tuve la misma reacción. Aún así, comenzamos a salir por petición de mí abuelo.
Por años, ella le suplicó a su padre que organizara una unión entre nuestras familias, pero yo siempre me negaba ante sus insinuaciones. Claro que, en una reputación como la mía, si debía casarme para tener herederos, lo haría.
No soy un hombre de sentimientos, mí moral es cuestionable y, sólo hago las cosas en base a mí propio beneficio.
Para mí, Kristal Comescu era la típica rubia tonta que se enamoró del chico equivocado, creí que al rechazarla tantas veces, aceptaría que no estaba interesado en ella y se iría. Que equivocado estaba.
Hace cuanto años atrás, fuí invitado a una de las fiestas de su padre. Necesitaba su imagen de político para poder transportar unas armas sin ser notado, bajé la guardia, esa noche Kristal Comescu me inyectó una droga que me dejó inconsciente.
Mis hombres no me habían acompañado, mí hermano estaba fuera del país junto con Xion, supongo que dejé que el poder se me subiera a la cabeza y ella aprovechó la oportunidad. Esa noche, ella abusó sexualmente de mí.
Cuándo desperté al día siguiente ella estaba desnuda durmiendo sobre mí pecho, mí cabeza explotaba y mí cuerpo temblaba y sudaba debido a la droga. Tomé mí ropa y como pude, salí del lugar. Llamé a uno de mis hombres y me llevó a desintoxicarme.
Iba a matarla, maldita sea, mataría a toda su desagradable familia. Una semana más tarde, ella llegó a mí mansión, sonriendo como si fuera una niña que acababa de obtener su juguete favorito.
—Hola, mí amor~
Dijo, y Xion levantó su arma, apuntándole a la cabeza. Ella retrocedió y cayó al suelo, orinándose encima debido al temor. A su lado, estaba algo que había dejado caer, me acerqué y lo vi, una prueba de embarazo.
Detrás de ella, ingresó su padre y mí abuelo. Lo supe al instante, esa noche había sido un complot por parte de éstas tres ratas frente a mí.
—Kristal está embarazada de ti, Alexei. –Declaró su padre–. –Organizaremos un compromiso, te casarás con ella y te harás cargo de los herederos de la familia Kutnezcov. –Afirmó mí abuelo. Podía sentír la rabia llenando mí ser–.
¿Yo un padre? ¿Padre de los hijos de ésta puta? Ni en sueños.
—No voy a casarme con nadie, mucho menos con la familia Comescu. –Sentencié–. Y me importa un carajo si ésta zorra está embarazada de mí hijo, la mataré si vuelve a acercarse.
Ella comenzó a llorar, seguía en el suelo, empapada de su propia orina. Ya no parecía tan valiente como aquélla noche.
—El compromiso ya se ha anunciado, te casarás lo antes posible. –Comunicó mí abuelo–.
—Puedes esperar sentado, porque eso no pasará.
Así pasaron cuatro años, el compromiso sigue en espera. Incluso cuando mis hijos nacieron, no cambié de opinión. Fuí a verlos, cuándo nadie estaba cerca, son tres niños. Pero no me generó nada verlos, todo lo que sentía era asco. Asco hacia su madre, hacia ellos.
Me fuí esa noche y no volví a verlos ni una sola vez. Xander los visita, ellos saben que soy su padre y, a veces les envío dinero, pero nada más. No me interesa tener una relación con ellos.
Xander dijo que sus nombres son; Ezra, Eos y Reegan. ¿Qué clase de nombres son esos?
Mantuve distancia de mis hijos, y si no maté a su madre es porque no tengo intensiones de hacerme cargo de ellos.
—¿Dónde está mí cuñada? –La voz de Xander me regresó a la realidad, no me molesté en levantar la vista, continúe firmando papeles y dije– En la universidad.
—Bueno, iré a buscarla, quiero conocer a la mujer que finalmente te puso una correa en el cuello. –Se burló, dejándome atrás–.
...Lauren....
Éste tipo me sacó de la universidad y ahora me está llevando a quién sabe dónde.
—¿A dónde vamos? –Cuestioné y él sólo sonrió–. –¿Por qué? ¿Tienes miedo?
Sí tenía un poco de miedo, porque no lo conocía. Pero, una parte de mí estaba tranquila, sabía que no me haría daño, porque Alexei lo mataría si intentara tocarme.
—Un poco... –Admití y él soltó una carcajada–. –Te estoy llevando con mí hermano, cuñada, cálmate. –Me tranquilizó–.
En efecto, era cierto, me llevó a una de las empresas que manejaba Alexei. Subimos al ascensor y al salir, observé el lugar. Mucha gente trabajaba aquí, pero me detuve al observar a la asistente personal de Alexei.
Ella llevaba una falda muy corta, y una camisa prácticamente transparen que dejaba a la vista su brassier de encaje. Me hirvió la sangre, ¿Por qué Alexei trabajaba con mujeres así? Porque si, no era sólo ella, muchas mujeres del lugar vestían como si ésto fuera un burdel.
Lo que más me irritaba, era que hablaban de mí esposo como si fuera suyo.
«El jefe es tan atractivo, lo tendré en mí cama al final de mes».
«Yo le haré un oral al final de día».
Sabía que debía mantener la calma, en primer lugar porque mí cuñado estaba observando mis movimientos, como si quisiera saber que haré ahora. Pero no pude hacerlo, no me controlé. Ya no iba a permitir que me vieran la cara de idiota.
Ingresé rápidamente en dónde Alexei se encontraba, estaba rodeado de otros empresarios, mientras una mujer les presentaba un proyecto y, para colmo, ella también vestía como una puta. ¿Lo peor? Se pavoneaba alrededor de mí marido.
—¡ALEXEI KUTNEZCOV! –Grité y él me observó, su rostro permaneció estoico, mientras que los demás hombres me observaban con incredulidad–.
—¿Cómo se atreve a interrumpir? ¡Váyase ahora! –Ordenó uno de los empresarios y, en cuestión de segundos Alexei levantó su arma, apuntando al hombre–.
—Cierra los ojos, Milashka. –Ordenó y me puse pálida, oculté mí rostro en mis manos y lo siguiente que oí fue un disparo, seguido de incontables gritos de mujeres–.
¿Qué estaba pasando? ¿Mató a ese hombre? Quería correr, pero mis piernas no respondían, mí cuerpo temblaba y las lágrimas comenzaban a brotar.
Hasta que sentí unos fuertes brazos rodeandome, era mí esposo.
—Ya pasó. –Levanté la vista y él limpió mis lágrimas, comencé a llorar en su pecho y lo escuché decir–. Vuelvan a hablarle así a mí esposa, y los mataré a todos. –La frialdad en su voz dejaba en claro que no estaba bromeando, Alexei me tomó en brazos, llevándome a su oficina privada–.
Aún tenía los ojos cerrados, él me sentó en el sofá y se arrodilló frente a mí.
—Mírame, Lauren. –Ordenó y obedecí, tenía miedo, mí rostro ahora tenía lágrimas y mí nariz estaba roja–.
—L-Lo mataste... –Sollocé–.
—Te faltó al respeto. –Dijo, con los ojos fijos en los míos–. Nadie le falta el respeto a mí mujer.
Tomó un pañuelo y comenzó a limpiar mí rostro.
—Mírame, Lauren, estoy de rodillas. El mundo se arrodilla ante mí, y yo me arrodilló ante ti. Es por eso jamás permitiré que nadie te falte el respeto, eres mí esposa, mí reina. Y cualquiera que te irrespete; merece la muerte. –Sentenció, mientras yo sólo podía sollozar en silencio–.
—Ahora dime, entraste muy prepotente a esa reunión, ¿Por qué? –Cuestionó–.
Haber visto como mataba a ese hombre, causó que olvidara el motivo de mí llegada. Sequé mis lágrimas, mientras mis manos jugaban nerviosamente entre si.
—Y-Yo... –Tartamudeé–. I-Iba a pedirte que despidieras a todas las mujeres que hay aquí... –Admití avergonzada y temerosa–.
Él me observó levemente divertido, tomó mis manos entre las suyas y se las llevó a la boca, depositando suaves besos en mis dedos.
—¿Sí? ¿Quieres que las despida porque estás celosa? –Indagó, fingiendo que no sabía la respuesta–.
Mis mejillas se pusieron aún más rojas y asentí, apartando la mirada de él. Alexei se levantó y caminó hacia la puerta, abrió y observó a las mujeres que estaban ahí, las que no se habían ido, ellas esperaban poder meterse en la cama de mí esposo.
—Todas están despedidas, larguense de aquí antes de que las mate. –Escuché jadeos de incredulidad, pero mi esposo les cerró la puerta en la cara, regresando hacia mí, volvió a arrodillarse ante mí y me observó–.
—La próxima puedes echarlas tú misma, Milashka, como mí esposa, tienes el poder de tomar decisiones por mí. ¿Entiendes?
—La próxima vez no contrates mujeres. –Refunfuñé, mientras apoyaba mí frente sobre la de él, mí esposo sonrió y asintió–. –Está bien, todo lo que mí esposa quiera. –Aceptó–.
—Buen chico... –Besé los labios de mí esposo, pero escuchamos arcadas de alguien que estaba en la puerta, observándonos. Levanté la vista y vi al hermano de Alexei–.
—Ustedes son asquerosamente dulces, ¿Saben eso?
—Saca tu trasero de aquí antes de que te mate. –Amenazó mí esposo, pero Xander simplemente se rió sin tomar sus palabras en serio–.
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