Continuación de la historia "Una vida llena de misterios y fantasías".
Feng Bao-Liang una pequeña princesa fue bendecida por un misterioso ser sobrenatural que los hombres apodaron el "Gran Dios Fénix". Y así un pequeño pueblo se convirtió en un gran imperio, abasteciendo a los ciudadanos de toda la fertilidad de la tierra.
pero...¿Por qué? nadie lo sabía...
Cuando la princesa nació, el gran fénix se presentó y la nombró como tesoro imperial.
El tiempo pasó y la princesa creció junto a su hermano mayor.
Todo parecía ir de maravilla hasta que la guerra se desató; entonces las cosas cambiaron...la vida de la pequeña princesa cambió completamente.
Ahora ella debe proteger a su imperio, buscar el porqué ese fénix la cuida y le enseña a controlar su maná espiritual sin pedir nada a cambio...¿Logrará Bao-Liang encontrar respuestas antes de lo inevitable? Porque después de todo un destino cruel le espera..
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Capítulo 3:
—. ¡Eso es su alteza! Usted ha hecho un gran progreso. —
El mayor felicita a la pequeña de 10 años quien logró dominar a la perfección la esgrima y acababa de derrotar a uno de los mejores soldados del general, su abuelo.
—. ¡Mi pequeña lo hizo! —
Vitoreo el gran general aplaudiendo, la niña suelta su espada y corre hacia él.
—. ¡Abuelo! ¿Lo viste? ¡Lo derroté! —
Exclama orgullosa mientras se abalanza sobre el hombre y lo abraza.
—. Lo sé, lo hiciste. El abuelo está orgulloso de su nieta. —
Expresa el hombre sonriendo de oreja a oreja pues su nieta es idéntica a su madre, la emperatriz y sabe que la pequeña será una gran guerrera que luchará por el imperio.
—. ¿Por qué tanto alboroto? —
La voz del príncipe heredero se escucha detrás de los presentes, un chico de 12 años hace acto de presencia con un porte elegante y a la vez imponente como sus padres, los soldados hacen una reverencia de inmediato.
—. SALUDOS, PRÍNCIPE HEREDERO. —
—. Hermano real. —
La pequeña princesa es depositada en el suelo por el general luego corre hacia su hermano, hace una pequeña inclinación de cabeza y lo abraza.
—. ¡Lo hubieras visto! —
Exclama entusiasmada, el chico abraza a la pequeña y le da palmadas a su espalda como muestra de cariño.
—. ¿Ver el que? —
—. Derroté al mejor soldado del abuelo. —
—. Felicidades, entonces. Pequeña traviesa. —
El joven príncipe sonríe levemente, aunque también está orgulloso de su hermana.
Han pasado 5 años que parecieron cortos, pero a decir verdad fueron largos años en donde varios reinos extranjeros empezaron a declararle la guerra a los emperadores y al imperio, por lo que el emperador estuvo ocupándose de los asuntos buscando una alternativa para que los ciudadanos no salieran heridos en una posible guerra; sin embargo después de tantos años aplazando lo inevitable, se dio cuenta que la batalla contra los forasteros pronto daría inicio. Es por eso que un ejército de los mejores soldados siguen un riguroso entrenamiento para estar listos en caso de que la guerra comience antes de lo esperado.
Los años de paz parecen cada día desaparecer ante los ojos de los emperadores que están muy preocupados por el imperio y los ciudadanos inocentes, pues no esperaban que otros reinos hicieran aquello sin importarles la seguridad de sus habitantes.
Pese a los años de tensión entre los reinos extranjeros y el imperio Feng, en el interior del palacio los retoños de la familia real siguieron creciendo con los cuidados de sus progenitores y los de la familia así como toda la servidumbre que se había encariñado con ellos.
Era un día soleado y todos estaban celebrando la primera victoria de la princesa bajo un gran árbol de cerezo que seguía ahí, el general brindó con los emperadores mientras que los pequeños comían deliciosa comida que les habían preparado.
En eso el general menciona la posible guerra que se acerca.
—. Cuiden de los pequeños, mientras estaré fuera y no dejen de darle clases de espada. —
El emperador mira al hombre mayor y niega antes de colocar su tazita de té sobre la mesa.
—. No, general. Yo soy el que debe pedirle que cuide a mis pequeños por el tiempo que estaré fuera. —
—. Su majestad, ¿Acaso...—
—. Sí, pienso liderar el frente del ejército para proteger a nuestros ciudadanos. Es mi deber como emperador, mostrar que estoy dispuesto a dar mi vida por el bienestar y paz del imperio. —
El general mira a su hija y esta niega con la cabeza dando a entender que el emperador está decidido a formar parte de esa batalla y que nada lo hará retroceder o cambiar de parecer.
—. Majestad, usted es el pilar que sostiene el gran imperio Feng. ¿Que tal si le pasa algo? —
El hombre sonríe al escuchar aquello,luego posa su mirada en un farol rojo colgando en el patio y con la decoración de un fénix sobre él.
—. El dios fénix nos protegerá, nada sucederá mientras él esté de nuestro lado. —
Responde con total seguridad y el general solo suelta un suspiro resignado pues el emperador ya ha tomado su decisión.
—. En caso de algo suceda, mi emperatriz se hará cargo de los asuntos del estado y también sabrá cómo gobernar y cuidar de los pequeños príncipes. Cuide a mis hijos, por favor padre. —
Agrega el hombre mirando al mayor y este asiente con seriedad.
—. No te preocupes A-Cheng cuidaré de los jóvenes príncipes. —
El emperador sonríe satisfecho y alza su taza de té para brindar una vez más, el ambiente vuelve a ser alegre.
—. El maná espiritual del cuerpo de la princesa sigue creciendo de manera descontrolada, que si no fuera por el sello que le hemos puesto, su cuerpo ya habría sido destrozado. —
Dice con preocupación el general después de un rato mirando a los hermanos jugar con unas espadas de madera.
—. Mi pequeña, no sé si es una bendición o un castigo del dios fénix. —
Expresa con pesar la emperatriz observando a su pequeña, el emperador le da la mano para confortarla.
—. El dios fénix nunca da castigos y es por alguna razón por la que bendijo a nuestra pequeña con ese poder. —
El general asiente ante el comentario del emperador y ahora los tres sonríen viendo a los príncipes.
—. ¡Apartate forastero, serás castigado por el fénix de la justicia! —
La pequeña princesa empuña la espada y se mueve con agilidad hacia su hermano, mostrando la destreza y el resultado de su arduo entrenamiento.
—. ¡No me derrotarás! ¡Dagas de dragón! —
El chico mueve su espada mientras ríen por el nombre que le ha dado a uno de sus movimientos, pero la lucha continúa. La pequeña golpea la espada contra la de su hermano y este resiste todos los golpes fingiendo que está a punto de caer.
—. Rindete y te dejaré vivir. —
Exclama la princesa atacando y el chico sigue retrocediendo.
—. ¡Jamás me inclinaré ante tí! —
Grita y la pequeña sonríe dejando de atacar, se detiene luego se eleva al aire con una sonrisa en el rostro.
—. Muere entonces, ¡Flechas de fénix! Ataquen. —
Las manos de la pequeña se movieron ligeramente y apuntaron hacia el chico, un viento entró por el patio sacudiendo el árbol de cerezo dejando caer los pétalos de las flores que se transformaron en pequeñas flechas con un color carmesí, luego volaron hacia el príncipe a toda velocidad. Los emperadores y el general estaban boquiabiertos, totalmente sorprendidos pero al instante la emperatriz reacciona.
—. ¡Tengan cuidado! —
Y antes de poder levantarse y salvar a su hijo, la princesa se paró en frente del chico y levanta la mano deteniendo las flechas en el aire y las devuelve a su forma real, pétalos de flores de cerezo caen alrededor de los príncipes mientras estos caminan agarrados de la mano de vuelta a sus padres.
—. Estoy bien madre. —
Explica el chico tratando de tranquilizar a su madre, la mujer abraza a sus dos hijos y suelta un suspiro de alivio.
—. Jamás le haría daño al hermano real. —
Declara la pequeña princesa mirando a su madre, esta sonríe levemente acariciando la cabeza de su hija.
—. Lo sé cariño, solo que sentí un extraño temor al ver ese movimiento, ¿Dónde aprendiste la manipulación de las flores? —
La chiquilla solo se encoge de hombros y sonríe con orgullo.
—. Ambos estudiamos la forma en la que podríamos expandir nuestro maná y poder usar lo que está al alcance para luchar en caso de que no esté nuestra espada a nuestro lado. —
El que responde es el príncipe dejando sorprendidos al general y al emperador quienes no habían pensado en ello.
—. Vaya que es una buena idea. —
—. La idea fue de la hermana menor, ella es la que sabe hacer eso. —
Agrega el chico y la niña solo sonríe con un ligero toque de arrogancia.