Grettel es una mujer pobre, que se enamora de un hombre rico, al que conoció desde niños.
Ese amor desencadena una serie de maltratos, odio y situaciones en las que de pronto te obligan a decir, ¡ella o yo, tienes qué decidir!
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Un amigo nuevo para Grettel
Axel ya estaba más que predispuesto a no aceptar a Grettel con un hijo ajeno (aún no sabía que eran dos).
Él sabía que tendría que regresar, pero había tomado la decisión de terminar su matrimonio con Grettel.
No pienso volver con ella después de todo lo que ha hecho, él le dijo a David, que escuchaba muy atento.
Axel, no puedes dar por cierto todo lo que te dijo tu padre, igual hizo es un error o está equivocado.
Yo no veo porque mi padre tenga que mentir en una cosa tan delicada como esa.
¿Acaso no me dijiste que tu padre no podía ver a Grettel ni en pintura?, tú me dijiste que la odiaba, ¿o no?
Sí, pero por más que la odie no creo que se atreva a tanto, dijo Axel, no muy convencido.
Bueno, allá, tú. Haz lo que te dé tu gana, pero piensa bien en esa pobre mujer y en su hijo, que tal vez sí sea tuyo, David creía más en la inocencia de Grettel que ni su propio esposo.
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Don Adrián, mañana va a venir Grettel a buscarme. Espero que no se moleste si me voy temprano.
Por Dios, Ulises, claro que no, si no eres mi esclavo. Y, a propósito, ¿quién es Grettel?
Es mi amiga de la que le he hablado. Ella vive con una señora que nomás la está regañando todo el tiempo, pero por fortuna mi madre le ha dejado el departamento para que ella viva ahí, pero solamente lo tiene prestado.
Y esa Grettel que dices, ¿cuántos años tiene?
Pues no me acuerdo, creo que 18 o 19. ¿Por qué me pregunta eso?
Es que pienso que tal vez mi hija tendría la misma edad que ella. ¿Cómo se llama la señora que la cuidaba?
Ella se llama Martha, pero más que cuidarla, más bien parecía su ogro por toda la regañaba y no le daba de comer a sus horas. Ella creció sin afecto por parte de esa señora.
¿Y la madre de esa muchacha?
Bueno, por lo que me ha contado ella, la madre murió cuando ella estaba recién nacida.
Cuando Adrián escuchó el nombre de Martha sintió un escalofrío en todo su cuerpo.
"Podría ser la misma señora y tal vez Grettel sea mi hija", pensó.
Y si es tu amiga, podrías invitarla a vivir aquí con nosotros. Tal vez sea mejor para ella, ¿no crees?
Tal vez sí, pero ella está embarazada y va a tener gemelos, no sé si ella quiera aceptar.
Aquí estará bien, no le faltará nada y sus hijos estarán muy bien cuidados. Contrataré a una niñera y ella no pasará privaciones.
Gracias, don Adrián, hablaré con ella.
Me parece muy bien, mientras prepararé un cuarto para ella y sus hijos. ¿Y no sabes cuánto le falta para dar a luz?, preguntó Adrián para saber cuándo preparar el cuarto para ellos.
Creo que le faltan como cinco meses.
Pues entonces que siga su embarazo en mi casa para estar al pendiente de ella.
Estaban en la plática cuando de pronto llegó Grettel.
Hola, amiga, qué bueno que has venido. Mira, ven te quiero presentar a don Adrián.
Don Adrián, ella es Grettel de la que le he hablado.
Al mirar a Grettel, Adrián sintió una oleada de ternura.
Hola, Grettel; Ulises me dijo que eras muy bonita, pero se quedó corto, en realidad eres muy hermosa.
Gracias, don Adrián.
Con permiso, nosotros nos vamos, Ulises se despidió de Adrián.
Él se quedó como embobado, en realidad Grettel tenía las características de su hija, aunque no la conocía, el llamado de la sangre se imponía.
"¡Oh, Dios mío!, ¿y si fuera mi hija? Tengo que ir a buscar a esa Martha, tal vez ella me diga la verdad". "Mañana le diré a Ulises que me dé su dirección, tengo que saber la verdad a costa de lo que sea".
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Ulises le propuso a Grettel lo que habló con Adrián.
Ella al principio se negó, no conocía a ese hombre.
Pero Ulises le insistió tanto que terminó por aceptar.
Dos días después, Ulises la ayudó a mudarse.
Espero estar haciendo bien, Grettel estaba muy nerviosa.
No te preocupes, te aseguro que Adrián es buena persona.
Pues eso espero, no voy a permitir que me falte al respeto.
Tranquilízate, Grettel, mi madre y yo velaremos por ti. Además, don Adrián contrató una niñera para tus hijos en cuanto nazcan. Gracias a él pude terminar mis estudios.
Está bien, Ulises, confío en ti.
Cuando llegaron a la casa, Ana Luisa y Adrián le dieron la bienvenida a Grettel.
Siéntete como en tu casa. Aquí puedes hacer toso lo que te dé la gana. Contrataré a una maestra para que te enseñe modales y a convertirte en una dama. ¿Te gustaría?
Sí, pero no quiero abusar, don Adrián, dijo Grettel un poco apenada.
No es abuso, yo te quiero ayudar.
Ana Luisa no vio con buenos ojos que Adrián fuera muy amable con Grettel. Sintió como una espina clavada en su alma. Ella quería mucho a Grettel y no estaba dispuesta a permitir que le hicieran daño.
Aún no confiaba del todo en Adrián, y esperaba que se comportara a la altura de las circunstancias.
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Días después, llegó una maestra, Grettel empezó sus clases de modales, escritura y lectura.
Ella era como una esponja, todo se le quedaba, era muy lista y aprendía rápido.
Como era de esperarse, Josefina se dio cuenta de que la "pordiosera" se había mudado a la casa de enfrente junto a Adrián.
Esta "mosca muerta", resultó más lista de lo que pensé, ahora anda con ese señor rico, le dijo a Lorenzo que estaba en su despacho.
¿Estás segura de que es ella?, dijo Lorenzo, que pensaba que su esposa estaba inventando historias.
Por supuesto que es ella, la conozco bien. No pierde su tiempo. Yo no sé cómo Axel se fijó en ella, si es toda una fichita.
Lo importante es que ya se encontró a otro tarugo que la mantenga. Y por supuesto que Axel lo va a saber.
Claro, que sepa bien en quien puso sus ojos.