Volverá... y los que la hicieron sufrir lloraran
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19 - PRIMER ASIGNACIÓN
El encargado encontró lo que buscaba. Era una carpeta de plástico con el frente transparente que contenía unos diez o doce folios en su interior.
- Tomá: acá adentro están los pedidos de reparación de tus pisos y las planillas de trabajo. Acordate de que tenés que registrar todo.
-Sí, Don Vázquez. Lo sé. No se preocupe. Cualquier duda le voy a consultar así no hago macanas.
- Me parece bien.
- ¿Y cuáles son mis pisos?
- Desde el sesenta al sesenta y seis.
- ¡Wow! ¡Me toca la planta ejecutiva! ¡Gracias, don Vázquez!
En los pisos de desde el sesenta al sesenta y cinco se hallaban las oficinas de los altos mandos de la empresa: gerentes, directores, asesores, etc. El sesenta y seis, en cambio, era exclusivo de la presidencia. La mitad del piso estaba ocupada por la oficina del presidente y la otra mitad por las secretarías.
El viejo se rió del entusiasmo de la chica.
- Eran las plantas para las que estaba planificado el puesto. No tenés que agradecerme.
Ahora se puso serio.
- Tené en cuenta que al ser la conserje de las plantas VIP, tu conducta debe ser intachable. Además, el uniforme debe estar siempre limpio y ordenado.
Katrina se puso seria a su vez.
- No se preocupe, jefe. No va a tener quejas de mí.
El hombre hizo un gesto complacido.
- Mi consejo es que no te metas en nada que no te incumba. Hacé tu trabajo y no veas, no escuches y, sobre todo, no hables.
- Buen consejo, don Vázquez. Lo voy a seguir al pie de la letra. ¿Cuándo puedo empezar?
- Ya mismo. ¿Querés que te acompañe?
- ¿Usted lo considera necesario?
El anciano lo pensó un momento.
- Creo que sí. Quizás sea mejor que yo te presente.
Se puso de pie y se dirigió a la salida.
- Vamos.
Salieron del ascensor en la planta sesenta. El anciano la llevó primero hasta las oficinas de las secretarías, pues en definitiva serían ellas las encargadas de avisar de los desperfectos que pudieran surgir. También la llevó a conocer al personal de limpieza y a los cadetes
Hizo lo mismo en cada piso. Y luego la dejó para que se ponga a trabajar.
Katrina, al quedar sola, miró la lista de tareas pensando por dónde debería comenzar. Trataba de deducir qué reparación sería más urgente. Había que cambiar un par de enchufes, un aire acondicionado y limpiar los calefactores, pues pronto vendría el frío.
Decidió arrancar por los enchufes, como para entrar en calor. Tomó su caja de herramientas y abrió la puerta de golpe. Cuál no sería su sorpresa cuando frente a ella se encontró con alguien a punto de golpear.
- ¡Ay! ¡Qué susto!
Katrina sonrió a la desconocida. La identificó levemente con una de las secretarías, pero no recordaba de qué piso era.
- ¡Hola!
- Hola. Soy Mariela, secretaria del Señor Gómez. Me pidió que revisara si usted ya había llegado y si ya estaba instalada.
- Mucho gusto Yo soy Katrina. Como puede ver ya llegué y estoy instalada. De hecho estaba por empezar a trabajar.
- ¡Qué bien! Se lo comunicaré al Jefe.
La mujer no hizo amago de retirarse. La conserje la miró intrigada.
- ¿Algo más que necesite?
La secretaria bajó la voz hasta un tono cómplice. Se acercó a la chica y le preguntó en voz baja:
- ¿Conocés al jefe?
- Sí. Conozco al señor Gómez. ¿Por qué?
- ¡Ah! Me parecía. Es la primera vez que se preocupa por un empleado que acaba de entrar en la empresa.
Se acomodó apoyándose en la pared para seguir charlando. A la chica le molestó un poco su descarada curiosidad.
- ¿De dónde se conocen?
Una sonrisa se dibujó en los labios de Katrina.
- Todo el mundo conoce al Señor Eduardo Gómez, presidente de KGroup.
- Pero él no conoce a todo el mundo. Parece que a vos sí.
El descaro de la mujer era increíble. La chica no quería ser grosera, pero tampoco quería responder a sus preguntas. Por eso cambió de tema.
- Debe ser emocionante trabajar al lado de un gigante como el jefe. ¿No es cierto?
La táctica dio resultado. La secretaria cambió su actitud volviéndose más arrogante.
- La verdad es que sí. Es todo un desafío.
- ¿Hace cuánto que estás con él?
Katrina suspiró mentalmente, aliviada de que la esttrategia haya funcionado.
- Cinco años. Desde que comenzó en la empresa al morir su padre. Yo era una de las secretarias de abajo, de uno de los gerentes. Pero él reorganizó las cosas cuando ingresó.
Katrina miró el reloj. Si no hacía algo, estaría toda la mañana charlando con la secretaria. Por lo tanto, dijo:
- Tengo que ir a hacer unas reparaciones ahora. ¿Qué te parece si hablamos en el almuerzo?
- ¡Uh! ¡Me colgué charlando! Nos vemos en el almuerzo, entonces. ¡Bye!
La chica hizo un gesto de despedida moviendo los dedos.
- ¡Bye!
Salió dejando a Katrina una sensación entre molesta y divertida. Esta se levantó los hombros en un gesto de resignación. Tal vez eso era normal entre compañeros de trabajo. Lo cierto es que no lo sabía, ya que era la primera vez que tenía un empleo formal.
Se dirigió a la primera planta a su cargo para empezar con las reparaciones. Poco a poco iría ascendiendo hasta el piso sesenta y seis, el del jefe.
Llegó el medio día sin contratiempos.
Katrina se detuvo y se masajeó la espalda. Había estado trabajando en una posición incómoda y ahora el cuerpo le pasaba factura.
Se levantó con esfuerzo y se estiró un poco. Acomodó las herramientas en la caja después de limpiarlas. Había terminado ya con este piso y quería dirigirse al siguiente para continuar. Las pequeñas reparaciones le habían llevado más tiempo del estimado. En realidad, para ser una empresa tan grande, había muchas cosas en mal estado.
Aunque era la hora del almuerzo y tenía hambre, pensaba saltárselo para no cumplir el arreglo con Mariela. Total, no sería la primera vez que pasara todo el día sin comer.
Justo cuando estaba por dirigirse a la escalera apareció la secretaria. Tomó a la muchacha del brazo y no hubo fuerza en el universo que la hiciera cejar en su intento de llevarla con ella al comedor. Katrina, aturdida por la energía de la mujer, decidió dejar de luchar y rendirse.