Muy buenas tardes queridas lectoras. Aquí les traigo la secuela de VENDIDA.
En esta nueva novela veremos la participación de Daniel y Los hijos de Sienna y Edgar. Espero la disfruten tanto como la anterior y le den todo su amor y apoyo. Les dejo un saludo desde Argentina su autora NARY.
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Te sacaré de aquí cueste lo que cueste.
Mientras me encuentro sumergida en mis pensamientos disfrutando del agua caliente que relaja mi cuerpo no noto la presencia de Daniel.
Quién me observaba a través del cristal empañado.
Al terminar salgo envuelta en una toalla y me topo con él. Con ese maldito pervertido que me devora con la mirada.
Asustada solo le digo.
_ Señor necesita algo.
Este que me observa de arriba a abajo mientras lame su labio me responde con una voz gruesa.
_ Sí Rebeca te necesito a ti.
Yo sabía a lo que se refería, pero decidí fingir ignorancia.
_ ¿En qué lo puedo ayudar?
_ Quitándote ese estorboso pedazo de tela que cubre todo tu hermoso cuerpo.
Sus palabras me estremecen hasta los huesos y más cuando veo que camina hasta mi.
_ Señor por favor.
_ Vamos Rebeca seré gentil y no puedes culparme. Eres jodidamente ardiente.
Ya no soporto tenerte enfrente y no poder hacer de ti lo que yo quiera.
Claramente no tenía escapatoria, me estaba diciendo a la cara que planeaba devorarme.
Pero si acaba de estar con tres mujeres en el bar. ¿Tanta energía puede tener?
_ No entiende señor. Estoy indispuesta.
En este momento Daniel observa las toallas sanitarias sobre el lavado, vuelve a posar sus ojos sobre mí algo furioso.
_ Ya veo. Qué casualidad más oportuna para ti.
Gracias al cielo observo cómo se marcha sin decir nada más.
Nunca estuve más feliz de tener mi periodo. Pero esto es solo una advertencia de que en cualquier momento esa bestia me tomará sin piedad.
Creí estar segura porque cada noche se encerraba en su habitación con más de tres mujeres a la vez. Si no quedaba satisfecho con esa cantidad de sexo solo significaba que era una bestia maldita. Una a la que hay que arrancarle el corazón.
El tiempo se me está acabando eso es lo único que permanece en mi cabeza.
La semana transcurre sin problema. Gracias a que ese estúpido conoce mi condición me deja más tiempo en el sanitario.
Lo que me da la oportunidad de poder hablar con Connor con más tranquilidad.
Quién viene dos días después. Me entrega una hoja con algo así como un boceto retratado del hombre quien intento vender a su hermana.
Aunque hace años no lo veo se parece demasiado a quién solía ser el novio de Bianca.
¿Pero no puede ser él o sí?
No me creo que mi hermana se enamorara de un monstruo sín corazón.
Aunque si ella se enterara de la verdad ese sería el motivo por el que terminó con él.
_ Connor yo creo que lo conozco.
_ De verdad.
_ Puede que sí. Su nombre era Adrián Mazo.
_ Esta información es muy valiosa. Quiero sacarte de aquí ahora mismo.
_ No se puede sin un buen plan. Estamos rodeado del gángsters Connor.
Moriremos antes de llegar a la puerta.
_ Dame un poco más de tiempo prometo por mi vida que te sacaré de este lugar.
No soporto la idea de dejarte cada vez que nos vemos.
Me siento el hombre más cobarde al pensar que te abandono con estos malditos y que un día ya no te pueda volver a verte.
_ Ya no sigas por favor. Tus palabras me están destruyendo por dentro. Eres un buen hombre y me alegra haberte conocido.
Ojalá fuera en otra ocasión.
_ Mírame a los ojos Rebeca. Te sacaré de aquí cueste lo que cueste.
Ahora lo entiendo. Fueron sus hermosos ojos los que me hechizaron.
Esos que transmiten sinceridad y amor puro.
Son esos ojos los que me dan una esperanza que creí ya perdida.
_ Estaré esperando ansiosa ese día. Ya me tengo que ir.
_ Cuídate por favor.
_ Gracias tú también cuídate Connor.
Si nunca me hubiera cruzado con este hermoso joven que sería de mi.
Vuelvo a mi puesto junto a mi dueño.
Uno que aunque no me coloque una correa me tiene en sus manos. Uno que en cualquier momento se convertirá en mi peor pesadilla.
Pocos días después mientras me encuentro en la cocina lavando los trastes siento la presencia de Daniel detrás de mí.
Con sus manos se aferra a mi cintura y siento su asquerosa respiración en mí nunca.
Lo que me provoca náuseas.