LOS HILOS DEL DESTINO

Peter y Ariadna llegaron a Cancún, al hotel donde se quedarían, después de descansar un rato del viaje, se dieron un baño y se vistieron poniéndose algo cómodo y fresco, ya que aunque en algunos lugares hace frio y hasta permanece nevando, en ese lugar el calorcito era muy agradable para vestirse de manera que pareciera que estaban en la estación primaveral o veraniega, los primeros días aprovecharon a conocer los lugares cercanos, fueron a las playas, a los cenotes, a las islas cercanas, disfrutaron de la gastronomía del lugar, ese día venían rendidos cuando llegaron al hotel, mientras Peter pedía la llave, Ariadna se quedó en la entrada observando los hermosos cuadros que estaban y lo agradable que era el lobby, le llamo la atención una joven que llevaba en brazos una bella nena.

La joven pelinegra, delgada de piel apiñonada, alta, delgada, la pequeña de unos 6 u 8 meses, cabello rubio, piel clara, ojos verdes, unos preciosos ojos, que estaba estirando sus manos a la lampara que colgaba del techo, era como si quisiera alcanzarla, la joven reía de la pequeña, mientras le explicaba que estaba muy alto para llegar a ella, verlas así le hizo sentirse triste, si su hijo no hubiera muerto, sería un niño de casi la misma edad de la nena, se preguntaba si se parecería a ella o a Peter, una lágrima bajo por su mejilla, pero la seco de inmediato. Volteo a otro lado y noto que venía llegando otra familia con dos niños, uno de unos 8 años y una niña de unos 4, todo la hacía sentir nostalgia, de por sí, la navidad la ponía nostálgica sin entender porque y ahora saber que no podía tener a su bebe jugando con ella, disfrutándolo como esas personas, hizo que se adelantará y caminara hacía en elevador.

Cuando Peter busco a Ariadna para decirle que ya podían subir, la observo viendo la pequeña, no pudo evitar también preguntarse, Ada ¿habrá tenido nuestro hijo?, ¿le habrá dado la oportunidad de nacer?, ¿será niño o niña?, ¿Dónde podrán estar?, también pensaba que si su hijo estuviera vivo, ¿cómo se vería?, ¿sería tranquilo o chillón e inquieto?, de repente vio caminar, casi correr a Ariadna al elevador y camino apresurado hacía ella para alcanzarla, cuando llego a su lado se acababa de abrir el elevador dejando salir a las personas que lo habían utilizado. Se hicieron a un lado para permitir su paso y subieron rumbo al cuarto piso donde estaba su habitación.

Ariadna estaba muy callada, Peter le hablaba, pero ella estaba tan metida en sus pensamientos que no le escuchaba, tenía la idea que se debía a que podía estar pensando en su bebé, ya que desde que estuvo observando la pequeña se había puesto rara, ya habían pasado varios meses, pero sabía que en el fondo, aún extrañaba a ese pequeño que no logro sobrevivir, decidió dejarla con sus pensamientos para no abrumarla más y la después de un rato observándola se acercó a ella y la abrazo, dejando su barbilla recargada del hombro de esta, Ariadna se recargó del pecho de Peter y dibujo una sonrisa en su rostro que pareció más una mueca.

Ese día se acostaron temprano y sin decir más nada, solo viendo el techo, con sus pensamientos volando, se quedaron dormidos. Al siguiente se dieron un baño, Ariadna estaba más animada, le había afectado ver los niños que estaban en el hotel, pero hoy estaba mejor y quería disfrutar sus vacaciones como lo habían planeado días atrás. Después de alistarse bajaron a desayunar, al subir al ascensor se percataron que estaba la chica del día anterior con la pequeña en brazos, así como una pareja mayor, al voltear a ver a la pequeña noto que ella le estaba viendo fijamente, entonces le sonrió Peter a lo cual la pequeña empezó a moverse mucho y a estirar los brazos hacía él, balbuceando la palabra que parecía escucharse como la palabra: papá, todos en el ascensor quedaron asombrados del entusiasmo de la nena por que la cargara un desconocido para ella y además que le dijera papá. La señora mayor le empezó a hablar a la pequeña.

• Mi pequeña princesa, ven con la abuela, no molestes al joven, ven aquí corazón, decía muy amorosa la mujer mayor, pero la pequeña se negaba a ir con ella y seguía estirándose hacía Peter.

• No se preocupe, no me molesta la pequeña, hola pequeña, dijo tomándole la manita, la cual ella tomo con fuerza mientras lo jalaba y se empujaba hacía él.

• No sé porque se puso así, normalmente es muy tranquila, incluso huraña con los desconocidos.

• Ven aquí mi bebé, dijo el abuelo de la pequeña, pero ella le quitaba las manos y las hacía hacia un lado, lo cual no entendían.

• ¿Cómo se llama la pequeña?, preguntó Peter.

• Marissa, se llama Marissa esta pequeña traviesa, la mujer más joven cargaba a la pequeña.

• Puedo cargarla, dijo Peter viendo a los ojos a la pequeña, esos ojos que lo hipnotizaron al instante de verlos, esos que le trataban de transmitir o recordar algo.

• Claro, dijo un poco confusa la chica pasándole a la bebé.

Peter tomo la pequeña en brazos que brincaba emocionada en ellos, se abrazó a él dándole una sensación extraña, estaba entre feliz y triste, esa bebé le hacía tener sentimientos que no entendía, se sentía feliz de sentir una pequeña que tenía casi la misma edad de sus hijos, era feliz de pensar que hubiera una pequeña que le transmitía calidez, amor, paz, beso su cabeza aspirando el aroma de la bebé y por otro lado lo invadió la tristeza de la perdida de sus hijos.

La pequeña se aferró al cuello de él, Peter la abrazaba mientras le acariciaba la espalda, el aroma de la bebé le encantaba, ese olor era difícil de explicar, esa sensación le hacía pensar cómo se sentiría cuando tuviera entre sus brazos un bebé que llevará su sangre, un hijo suyo. Cuando llegaron al primer piso, todos bajaron del ascensor. Todo ese tiempo Ariadna estuvo callada, observando la interacción de Peter con la pequeña, verlo así, le hacía saber que sería un buen padre cuando Dios se lo permitiera.

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¿Se preguntarán quienes son estos nuevos personajes?, sobre todo la pequeña que al ver a Peter se aferró a él.

Eso podremos saberlo en los siguientes capítulos.

No olviden regalarme un LIKE para este capítulo. Saludos y 😘😘😘😘.