Bernada, estaba con el alma rota y un gran dolor en el alma, un angel le envío un gran regalo y ella resurgió de entre sus cenizas para tomar revancha, pero..., sin poder evitarlo, el amor la encuentra y ella solo podía decir. "Cariño, déjame ayudarte"
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Cap. 21 Berni, quiero contarte algo
Bernarda llegó temprano, no quería estar en la empresa, Arnold iba a su oficina todo el tiempo. Ella entró y recibió el abrazo de una entusiasta Samira, Belle corrió hacia ella y la abrazó mientras Bernarda le daba besos en sus frentes.
—Mis muñecas, ¿cómo está el colegio, hay problemas?, ¿ya hicieron sus deberes? —preguntó ella mirándole detenidamente, ahora hay que estar pendientes de cada cosa que hacen los niños, ahí afuera hay monstruos disfrazados de ovejas y los niños son sus presas.
Ambas asintieron con alegría, estaban más que felices, su ambiente era mucho más sano. Ella miraba hacia la cocina, y de repente, su guapo vikingo salió de ahí con los platos para la cena. Ellos se sonrieron, ya estaban más tranquilos. Su primera noche los usó muy alterados, pero ahora las cosas estaban mejor.
Cenaron en familia como siempre, Belle contaba su sobre su nuevo diploma por tener buenas notas, y Samira, estaba orgullosa de ser la nueva goleadora de su liga.
Más tarde, las niñas se fueron a dormir, pero Alex quería hablar con Bernarda, quiere contarle la visita de Marta y las intenciones de hacer ver esa visita como algo más, no quería confusiones, aunque ella se enoje, prefería decir las cosas a que se malinterpreten.
—Berni, quiero contarte algo, Marta vino, me trajo el almuerzo, no sabía que lo haría, pero me di cuenta de que aprecia esperar a que la vecina llegue con el almuerzo para que se malinterprete su visita —dijo sentado en el sillón, mientras que Bernarda, quien acomodaba los platos, lo escuchaba atentamente.
Sus lindos labios se curvaron, Bernarda estaba tan conmovida por lo que Alex hacía, eso la hacía sentir respetada, que él diga las cosas antes de que ella se sienta como una payasa la hizo sentir cálida.
Alex seguía sentado esperando que ella se molestara o le diga que eso no le importaba, pero, sintió un suave movimiento en el sillón. Cuando volteó, vio a Bernarda deslizarse a su lado como una gatita sigilosa.
—Oh, entiendo, es comprensible, mi marido es guapo, ella solo quiere dar pelea, yo me encargo —dijo mientras se acercaba a él.
Alex miró al frente sin querer moverse, Bernarda era intimidante cuando se lo propone, de repente, sintió que la barbilla de Bernarda se apoyó en su hombro, ella lo miraba detenidamente, en su lóbulo sentía la sutil y cálida respiración de Bernarda, eso lo puso más nervioso.
—Cariño, anoche, fuiste malvado con tu pobre esposa, y me duele la cadera, ¿no deberías ser responsable de tus actos? —susurró suavemente mientras su cálido aliento llegaba a su cuello.
El pobre Alex estaba terriblemente conmocionado, pero Bernarda no se detuvo, refregó suavemente su linda nariz en su hombro de forma coqueta, Alex sintió que su cuerpo era como un volcán a punto de entrar en erupción, trataba de controlarse, pero no podía.
—Ber…, mi…, mi cielo, pídeme lo que quieras, yo me hago responsable, lo siento —dijo casi petrificado, realmente estaba muy nervioso, no se entiende ni él mismo.
Bernarda curvó la comisura de sus labios y se deslizó suavemente, quedando boca abajo sobre su regazo, pero eran sus caderas las que quedaron en ese lugar en específico. Bernarda, con voz tímida, inmediatamente ordenó.
—Masajea mi cadera, me duele cuando hago movimientos bruscos, necesito un masaje —dijo casi en un susurro mientras trataba de cubrir su rostro con un almohadón. No sabía la razón de su conducta atrevida, lo peor, es que sabía que sería torturada si sobrepasaba los límites de ese hombre.
Alex tragó en seco y masajeó sus caderas tratando de no ser brusco, pero de repente, Bernarda gimió suave, sentía dolor cuando masajeaba ciertas partes, estaba realmente complacida con el masaje, sentía que cada hueso de su cadera se acomodaba.
Alex se sonrojó al escucharla, recordó la noche anterior, claro que había repasado en su mente cada momento, cada caricia. De repente, Bernarda, quien apretaba el almohadón, se quejaba suave y sensualmente, dio un gemido de lo más erótico, haciéndolo perder el autocontrol por completo.
—Mi cielo, creo que debería parar, o de verdad haré otro caos con esa cadera hermosa que tienes —dijo con voz ronca, mientras que Bernarda se sonrojaba de nuevo, ella sonrió y decidió atacar.
—Cariño, hoy, una mujer ha querido robarte, estoy molesta, y dolorida, pero me gustaría que hagas la cena el viernes por la noche, el sábado no trabajaré, ¿podrías hacerme una cena? —susurró mientras que Alex, metió la mano por debajo de la blusa de Bernarda acariciando su espalda, ella gimió al sentir sus enormes manos acariciarla.
—Yo.., haré la cena, yo hago lo que me pidas —susurró mientras que Bernarda asintió aun tratando de cubrir su rostro con el almohadón, pero estaba feliz.
De repente, alguien entró al comedor, era Samira refregándose los ojos de forma dormilona. Bernarda inmediatamente se puso de pie a la velocidad de la luz. Alex se puso el almohadón en sus partes nobles, claro que Bernarda lo había excitado y su gran herramienta está lista para repararle los males a su esposa, así que salió sigiloso para que su nena no lo vea.
—Mami Berni, tengo sed…, no puedo dormir —dijo suavemente con un lindo puchero.
—Oh, te daré agua, es porque no tomaste suficiente líquido después de tu entrenamiento, vi que tu bote de agua estaba hasta la mitad, debes hidratarte cuando hagas deporte ¿bueno? —dijo mientras Samira tomaba su agua con ansiedad, después la llevó al baño para posteriormente acostarse, ella se fue a su habitación y se tumbó en la cama, pero…
—Ay, duele —susurró, para después sonreír. Ella no esperaba ser la solicitante esta vez, pero era tan bueno el sexo con ese hombre, él era tan lindo, sentía que debería darle toda la pasión solo por ser un excelente esposo hasta el momento.
Bernarda sonrió en su cama sintiéndose una loca, pero estaba feliz, había una felicidad que no entendía. Alex, por otro lado, estaba en su cama sonriente, Bernarda es una mujer tan única, no entendía como es que pudo casarse con ella, cada vez se sentía más embobado por ella, en especial cuando entraban en el ámbito romántico, Bernarda lo volvía más tonto de lo que ya era y se derretía en lo que ella le pedía.
... sin embargo, todo hay que decirlo: tu trabajo es muy bueno, está historia es bella y atrapante. Ánimo, continúa. tienes mucho, pero mucho Talento... saludos