Yarin, una joven de 24 años, ve su vida transformada tras una fiesta en su trabajo. Nunca había bebido en exceso y no recuerda el rostro del hombre de esa noche, pero de esa experiencia nació su hermosa hija Yelena. Ahora, con 6 años, Yelena desea tener una familia completa, y Yarin se embarca en la búsqueda del padre de su hija. ¿Podrá Yarin enfrentar la personalidad fría y dominante del padre de Yelena? Lo que más desea es una familia para su pequeña.
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Elijah y Elliot Novak
Yarin mira al hombre arrogante; él tiene los ojos de su hija, su princesita. Desea intensamente que eso sea solo una coincidencia, que haya otro hombre en la empresa con esa misma mirada, hasta que aparece otro hombre en la puerta con la misma expresión. Sin embargo, él tiene dolor en sus ojos; no comparte la esencia del otro a pesar de ser idénticos. Ella los observa sorprendida, sin saber qué decir, hasta que el segundo hombre habla:
— ¿Te vas a quedar ahí hasta que nuestra comida se enfríe? ¡Entra ya, por favor!
— Hermanito, sé amable con ella. Se encontró con mi belleza y se quedó sin reacción; creo que no está acostumbrada a ver a dos hombres que parecen dioses.
— Qué modesto…
Yarin responde irónicamente, pero se da cuenta de que el otro hombre no comparte la personalidad de su hermano y, molesto, dice:
— Elliot, ¡para ti todo se resume en mujeres, fiestas y alcohol! ¡Yo cargo el peso del mundo mientras tú solo piensas en disfrutar la vida!
— Elijah… No tengo la culpa de lo que pasó entre tú y Yvie, ¡no puedes disparar a todos solo porque estás de mal humor!
En ese momento, Elijah se acerca a Elliot y lo agarra del cuello, apretándolo hasta que su hermano empieza a toser. Yarin se pone nerviosa, sin saber qué hacer, y solo se coloca entre los dos hombres, diciendo desesperadamente:
— ¡Por favor, paren! Solo soy una empleada… ¿Qué ejemplo me están dando al agredirse así delante de mí?
Yarin sostiene firmemente los brazos de Elijah, que solo ahora la mira a los ojos; esa mirada fría y dura da paso a la culpa y el arrepentimiento. Elijah suelta a su hermano y se aleja, y Elliot dice, aún recuperando el aliento:
— Corrigiendo lo que dijiste, hermosa joven, él estaba agrediéndome. Yo lo amo demasiado como para atacarlo así. Qué salvaje.
Elliot habla mientras coloca una mano en su pecho, fingiendo ofenderse. Pero Elijah está mirando hacia afuera de la enorme ventana de vidrio, parece estar buscando algo que no puede encontrar. Sale de la ventana y le indica a Yarin que lleve el carrito a otra mesa que está en la esquina. Tan pronto como ella prepara la mesa, los hermanos se sientan a comer y ella se dirige a la puerta hasta que Elijah le dice:
— ¿A dónde crees que vas? ¡Debes esperar para llevarte todo de vuelta! ¡Quiero saber tu nombre antes de salir de esta sala!
Yarin entra en pánico, y sus pensamientos se aceleran al escuchar lo que Elijah dice:
— Dios mío, ¡me va a despedir! No debí meterme entre ellos; ellos son ricos y yo no. ¡Necesito este trabajo!
Pero ambos hermanos ignoran la presencia de la joven allí y comen entre charlas:
— Elijah, para un hombre de cuarenta años, luces muy acabado y rencoroso.
— Tenemos la misma apariencia; no me veo tan acabado como dices… Si tuvieras más responsabilidad y trabajaras más para ayudarme, ¡no estaría tan acabado y rencoroso!
— Hermano mío, ¡podemos poner a alguien en nuestro lugar y disfrutar la vida un poco! ¡No cuesta nada ser feliz!
— ¿Que no cuesta nada ser feliz? ¡Parece que no vivimos en el mismo mundo! Perdimos a nuestros padres hace ocho meses, me divorcié, o mejor dicho, estoy en una agotadora batalla de divorcio, estoy manejando la empresa casi solo… ¿Y me dices eso?
— Aún no supero la muerte de nuestros padres… No es fácil para mí. Y en cuanto a esa bruja, ya te dije que le des lo que quiera y así te deshaces de ella.
— ¡No voy a darle la mitad de nada! ¡Ella me engañó!
Elijah golpea la mesa y se levanta gritando a su hermano. Pero se da cuenta de que Yarin se encoge de miedo al ver su actitud brusca, así que Elijah vuelve a la ventana y dice:
— Elliot, vete. No quiero escuchar tu voz hoy.
— Difícil no oír mi voz considerando que vivimos en la misma casa… Pero tengo una cita en media hora. Así que, hasta luego.
— ¿Qué dijiste?
Elliot sale corriendo y le da un beso en la mejilla a Yarin al pasar junto a ella, diciéndole:
— Nos veremos otra vez, bombón.
Elliot se va y Elijah echa humo por la nariz, pensando que su hermano, después de todo, se quedaría para trabajar, pero aceptó fácilmente y se fue corriendo. Elijah mira a Yarin, que no sabe qué hacer, pues se siente intimidada por él. Tiene miedo de hacer algo que lo desagrade y que la despidan por eso.
— ¿Vas a quedarte ahí parada? ¡Saca todo de mi oficina!
Yarin rápidamente acomoda el carrito con todo lo que trajo y, antes de salir por la puerta, Elijah le pregunta:
— ¿Tienes hermanos?
— No… Soy hija única. — No va a contarle sobre su hermano canalla a alguien que no conoce.
— No menciones nada de lo que viste o escuchaste aquí… ¿Me oyes?
Elijah dice esto acercándose lentamente a Yarin, que solo levanta la cabeza para mirarlo.
— ¿Cuál es tu nombre?
— Yarin…
— ¿Estamos de acuerdo, Yarin?
— ¡S-sí! ¡No pasó nada y no vi nada!
— ¡Perfecto! Puedes irte.
Yarin sale de la oficina de Elijah como un cohete, sin mirar atrás. Todo lo que quiere es que este momento sea solo una pesadilla y que ninguno de esos dos hombres sea el padre de su pequeña Yelena.
Elijah/Elliot