Cielo Astrada de 23 años, ha soportado el desprecio de su esposo Gabriel Romero y su familia por años, creyendo que su amor y sumisión eran la clave para mantener su matrimonio. Sin embargo, cuando Gabriel decide divorciarse para casarse con su amante y la familia de él la humilla, Cielo revela su verdadera identidad: una mujer poderosa con un pasado oculto de riquezas e influencias.
Despojándose de su rol de esposa sumisa, Cielo usa su inteligencia y recursos para construir un imperio propio, demostrando que no necesita a nadie para brillar. Mientras Gabriel y su familia enfrentan las consecuencias de su arrogancia, Cielo se convierte en un símbolo de empoderamiento y fuerza para otras mujeres
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Capítulo 22: Un Regreso con Promesas
Cielo llegó a la ciudad A con el corazón lleno de emociones contradictorias. Había dejado atrás un mundo de dolor y humillaciones, pero ahora regresaba a la ciudad donde todo había comenzado, donde había sido feliz antes de casarse con Gabriel. La llegada fue discreta, como había planeado Rocío, y solo un pequeño círculo de personas sabía de su retorno, al cruzar las puertas de la casa familiar, los recuerdos comenzaron a inundarla. La grandeza de la mansión Astrada era inconfundible, con su arquitectura imponente y jardines perfectamente cuidados.
Rocío, su madre, la miró con ternura y orgullo, abrazándola fuertemente. Sabía que su hija había pasado por un infierno, y estaba decidida a apoyarla en su recuperación. Pero lo que Cielo no esperaba era el recibimiento que le aguardaba dentro de la mansión.Sin embargo, lo que más la conmovió fue el cálido recibimiento de sus padres y, especialmente, de sus dos mejores amigas, Meri y Noemí.
Las tres habían sido inseparables desde la niñez. Meri, con su espíritu artístico y libre, era hija de una familia reconocida mundialmente por su legado en el arte. Sus padres eran famosos actores y músicos, conocidos en todos los rincones del mundo. Noemí, en cambio, provenía de una familia poderosa en la política y el derecho. Su linaje estaba lleno de senadores, abogados y figuras influyentes, y ella misma seguía esos pasos con una determinación admirable.
Cuando Cielo las vio, no pudo contener las lágrimas. Meri, con su cabello rizado y su estilo siempre vanguardista, fue la primera en correr hacia ella y envolverla en un abrazo fuerte. “Te extrañamos tanto, Cielo,” dijo con la voz quebrada. Noemí, siempre tan elegante y segura de sí misma, se unió al abrazo, acariciando el cabello de Cielo con ternura. “Nunca debiste alejarte de nosotras, ¿cómo pudiste ser tan terca?” bromeó, pero su voz también mostraba el dolor de la distancia.
Cielo, entre sollozos, les pidió disculpas. “Lo siento tanto… fui tan estúpida. Pensé que estaba haciendo lo correcto, que debía enfrentar todo sola, pero me equivoqué. Las necesité tanto, y no supe verlo.”
Meri la miró con sus grandes ojos marrones, llenos de compasión. “No tienes que disculparte, Cielo. Todos cometemos errores, pero lo importante es que estás aquí ahora, y no vamos a dejar que vuelvas a caer en esa trampa.”
Noemí, siempre la voz de la razón, la tomó de las manos y la miró fijamente. “Prométenos que nunca más te dejarás pisotear por nadie. Eres fuerte, eres una Astrada. No permitas que nadie te haga sentir menos.”
Cielo asintió, sintiendo una nueva determinación crecer dentro de ella. “Lo prometo. No volveré a ser la misma de antes. Esta vez, lucharé por lo que quiero y por lo que merezco.”
Pasaron horas hablando, poniéndose al día, riendo y llorando juntas. Meri les contó sobre su último proyecto artístico en Europa, mientras Noemí compartía los desafíos de su trabajo en la política. Sin embargo, lo que más emocionó a Cielo fue la promesa de apoyo incondicional de ambas.
“Sabes que siempre estaremos aquí para ti,” dijo Meri mientras la abrazaba una vez más. “No importa lo que pase, somos como hermanas.”
“Y recuerda,” añadió Noemí con una sonrisa, “en la política aprendí algo muy importante: la venganza es un plato que se sirve mejor frío. No estamos diciendo que debas buscar venganza, pero si alguna vez necesitas justicia… sabes que aquí tienes a alguien que te puede ayudar.”
Cielo sonrió por primera vez en mucho tiempo. “Gracias, chicas. No sé qué haría sin ustedes.”
La noche cayó sobre la ciudad A, y con ella, el corazón de Cielo comenzó a sanar. Rodeada de amor y comprensión, supo que había tomado la decisión correcta al regresar. Su vida no sería fácil, y las cicatrices del pasado aún dolían, pero con Meri y Noemí a su lado, supo que podía enfrentar cualquier cosa. La promesa que había hecho de no dejarse pisotear nunca más no era solo para sus amigas, sino también para ella misma. Era hora de renacer, de reconstruir su vida desde las cenizas de lo que había sido, y esta vez, nadie la detendría.
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