Un Amor Pasado que Aún No Termina

Lentamente, Dara pudo reconstruir su vida. A pesar de lo que había sucedido en su vida, Dara trató de perdonar a las personas que la habían lastimado, incluso de comprender la ira de sus padres.

Dara ahora también trabajaba para Oma, que abrió un restaurante de comida típica indonesia. Aunque no era un trabajo pesado, al menos podía distraer a Dara de su tristeza.

Gracias al apoyo de la familia de su amiga, Dara se levantó de nuevo y comenzó a pensar en los sueños que antes había pospuesto. Incluso planea volver a la universidad después de dar a luz.

Dara acababa de salir de uno de los mejores hospitales de Singapur con Hanifa. Incluso desde hacía rato, no dejaba de mirar la foto de la ecografía del desarrollo de su bebé, que se estimaba que nacería en unos días.

"Ra... Voy a comprar vitaminas primero, ¿sí? Espera aquí, no vayas a ningún lado", dijo Hanifa, pidiéndole a Dara que se sentara en el banco de espera en la esquina de la farmacia.

Dara obedeció, también se había sentido muy cansada últimamente.

Dara miró a su alrededor. Sus ojos se posaron en una pareja que estaba bromeando alegremente no muy lejos de donde estaba sentada Dara.

Sintió envidia en su corazón al ver a la pareja, donde el hombre no dejaba de acariciar el vientre abultado de su esposa.

Los pensamientos de Dara de repente se dirigieron al hombre que la había causado estar así. Sin darse cuenta, las lágrimas corrían por sus mejillas sin poder contenerlas.

Dara bajó la cabeza para ahuyentar sus lágrimas para que otros no la vieran.

"Usa esto", dijo un hombre que le tendió un pañuelo a Dara.

Dara levantó la vista, sus pupilas se dilataron. "Mas Vito", lo llamó con alegría.

El hombre llamado Vito sonrió dulcemente.

"¿Por qué estás llorando aquí? ¿Y estás sola?", preguntó Vito mientras miraba a su alrededor.

Dara negó con la cabeza. "Acabo de hacerme un chequeo y ahora estoy esperando a mi amiga que está comprando vitaminas en la farmacia", respondió Dara, que tomó el pañuelo y se secó los restos de lágrimas.

Vito asintió con la cabeza y se sentó al lado de Dara.

"¿Qué haces, Mas Vito?", preguntó Dara a su vez.

"Oh... Estoy de vacaciones y me he sentido un poco mal, así que me hice un chequeo antes de volver a Indonesia, por si acaso pasa algo cuando suba al avión", respondió Vito rascándose la cabeza que no le picaba.

Dara sonrió y asintió con la cabeza.

"Dara quiere agradecerte mucho, Mas Vito y la familia Bu Darmi han ayudado a Dara. Si Dara no se hubiera encontrado con Bu Darmi en ese momento, seguramente Dara todavía estaría deambulando sin rumbo", dijo Dara, triste al recordar su lucha para llegar a Singapur.

Vito le dio una palmada en el hombro a Dara suavemente.

"Es nuestra obligación ayudar a los demás. Especialmente porque me recuerdas a mi difunta hermana menor que no es mucho mayor que tú", respondió Vito de nuevo con una expresión melancólica.

"Aun así, Dara te agradece mucho", dijo Dara de nuevo.

"Ra... ¡Vamos...", llamó Hanifa, que había terminado de comprar las vitaminas para Dara.

Hanifa miró con desprecio al hombre alto que estaba sentado al lado de Dara.

"Él es Mas Vito, quien me ayudó a conseguir la visa ayer, el sobrino de Bu Darmi del que te conté el otro día. Mas, te presento a mi amiga Hanifa", dijo Dara, que entendía el significado de la mirada asesina de su amiga.

"Vito Anggara", dijo el hombre alto levantando la mano para saludar.

"Hanifa", respondió brevemente y soltó el apretón de manos inmediatamente.

"Me voy primero, Ra... Que estés bien hasta que des a luz. Y no olvides avisarnos, la tía Darmi estará feliz", se despidió Vito.

Dara asintió amablemente.

Hanifa todavía le lanzaba una mirada inquisitiva al hombre que se había alejado de ellas.

"Fa... No seas tan cínica... Mas Vito se asustó al ver tu mirada", dijo Dara golpeando el brazo de su amiga.

"¿Cómo lo estaba mirando? Me siento normal", esquivó Hanifa.

"Normal, pero los ojos casi se salen", murmuró Dara.

"¿Qué...?", Hanifa frunció el ceño.

Dara negó con la cabeza. "Nada... Ya vámonos, estoy muy cansada, quiero acostarme", invitó Dara tirando del brazo de Hanifa.

Hanifa tomó el brazo de Dara y la guio hacia el estacionamiento.

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Ese día fue el último examen de Dara en el último trimestre.

Dara seguía caminando de un lado a otro en su habitación.

Desde la tarde había sentido cólicos en el abdomen, pero en una fracción de segundo el cólico desaparecía.

Dara trató de mantener la calma para no asustar a toda la casa.

Lentamente empujó la maleta que contenía todos los suministros importantes para llevar al hospital que había preparado con mucha anticipación.

Dara mordió el borde del camisón que llevaba puesto cuando la ola de dolor llegó de nuevo.

"Cariño, ya no puedes esperar para conocer a mamá, ¿verdad? Ten paciencia, hijo... Despertaremos a la tía Ifa y a los demás", dijo Dara hablándole a su bebé.

"Por favor, coopera, hijo...", continuó Dara acariciando su gran vientre.

Dara respiró hondo y exhaló lentamente, eso es lo que siguió haciendo cuando el dolor volvió a aparecer.

"Lo siento si solo tienes a mamá..." Dara lloró desconsoladamente mientras se frotaba el vientre.

Lentamente, Dara abrió la puerta de la habitación y empujó su maleta hacia afuera.

"Ra... ¿Qué pasa...?", preguntó Mas Bram, que también acababa de bajar del segundo piso.

"Duele...", respondió Dara haciendo una mueca.

Bram, el hermano de Hanifa, que estaba de visita en Singapur desde hacía dos días, gritó llamando a todos los demás habitantes de la casa.

"¿Qué pasa, Bram...?", preguntó Oma con cara de sueño.

"Dara... Oma... Va a dar a luz...", respondió Bram señalando a Dara.

"Prepara el coche, Bram...", dijo la mamá Indi, que también acababa de salir de su habitación, seguida por Hanifa, que se había dormido en la habitación de su mamá.

"Fa, toma a Dara y llévala al coche...", ordenó la mamá Indi.

Hanifa, que también fue ayudada por Oma, guio a Dara y siguió acariciando su vientre.

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Una hora después, Dara ya estaba en la sala de partos.

"Ya está dilatada ocho centímetros, pronto se podrá realizar el parto", dijo el ginecólogo que solía examinar el embarazo de Dara.

"Oma...", lloró Dara llamando a Oma Dewi.

"Oma y mamá están aquí, cariño... Sé fuerte, hijo... Puedes hacerlo. Y el bebé nacerá a salvo...", respondió Oma apretando las manos frías de Dara.

Poco después, como estaba previsto, Dara se enfrentaba a su proceso de parto que se realizó de forma natural.

Las lágrimas de alegría de todas las personas que estaban allí brotaron instantáneamente junto con el grito de un bebé varón tan guapo que había nacido hacía unos minutos.

Incluso Oma no apartó la vista del pequeño bebé desde que cargó al bebé rojo que había sido limpiado por la enfermera.

"Es guapo, Oma... Blanco, su nariz es muy respingona...", dijo la mamá Indi asombrada, tocando la mejilla del bebé rojo.

"Ra... Abrázalo primero, para que siga sintiéndose caliente", dijo Oma entregando al bebé varón de Dara en sus brazos.

Dara lloró desconsoladamente al mirar el rostro de su bebé por primera vez. Inmediatamente sus recuerdos se dirigieron al padre de ese bebé.

"Gara...", susurró Dara suavemente y siguió llorando desconsoladamente, por lo que tuvo que ser tranquilizada por la mamá Indi.

La mamá Indi y Oma salieron de la sala de partos que fue inmediatamente bombardeada con preguntas de Hanifa y también de Bram.

La mamá dio una señal con los ojos y una sonrisa.

"Ya nació a salvo, guapo y sin que le falte nada... Ah... Mamá tiene un nieto... Qué feliz estoy...", dijo la mamá Indi con los ojos brillantes.

"Mas, parece que vamos a tener un rival, este mocoso...", bromeó Hanifa al ver la felicidad de su mamá.

Bram solo sonrió levemente en respuesta a la broma de su hermana.

Continuará...

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