El Vestido De Su Vida

Lucas parecía cada vez más cómodo en su nuevo rol como modelo estrella. Su carisma lo hacía destacar, y no perdía oportunidad de llamar la atención, especialmente de Sophia. Era evidente que disfrutaba de su compañía y, de alguna manera, había comenzado a tratarla como su "asistente personal".

—Sophia, ¿puedes traerme un poco de agua? —pidió Lucas con una sonrisa encantadora mientras practicaba poses frente al espejo.

—Sophia, ¿puedes ayudarme con este ventilador? Hace demasiado calor aquí.

Sophia, aunque algo divertida por la actitud de Lucas, no pudo evitar notar cómo León los observaba desde su escritorio. Con George y Thalos acurrucados a su lado, León mantenía una expresión imperturbable mientras acariciaba a los gatos con movimientos lentos y calculados.

En un momento, Lucas se acercó a Sophia mientras caminaban por el estudio.

—Es increíble lo talentoso que es León, ¿no? Aunque debo admitir que me sorprende que sea tan... ¿cómo decirlo? Sofisticado. Ya sabes, con esa forma de hablar, su amor por la moda, los gatos... —Lucas bajó la voz como si estuviera revelando un gran secreto—. Pensé que era gay.

Sophia se detuvo en seco, mirándolo con incredulidad antes de estallar en una risa incontrolable.

—¿Qué? —preguntó Lucas, confundido—. ¿Dije algo gracioso?

Sophia negó con la cabeza, intentando contener las carcajadas.

—Es solo que... bueno, digamos que León estaría encantado de escuchar eso.

Cuando regresaron al estudio, León los observó acercarse, sus ojos fijos en Lucas. No era necesario ser un genio para darse cuenta de lo que estaba pasando: Lucas estaba disfrutando demasiado de la atención de Sophia, y León no estaba nada contento con eso.

—Querida, ¿te has dado cuenta de que nuestro nuevo modelo tiene un talento innato para delegar tareas? —dijo León con su tono usualmente elegante mientras acariciaba a George y Thalos—. Es fascinante cómo ha encontrado en ti una especie de... asistente personal.

Sophia sonrió, entendiendo perfectamente el sarcasmo detrás de sus palabras.

—No te preocupes, León. Solo estoy siendo amable.

León arqueó una ceja, claramente no convencido.

—Amable, sí. Pero no olvides que ya tienes un jefe, y soy yo. —Se inclinó ligeramente hacia ella, con una sonrisa enigmática—. Además, querida, no creo que Lucas pueda pagar lo suficiente por tu atención.

Sophia se rió suavemente, pero antes de que pudiera responder, Lucas apareció nuevamente.

—¡Sophia! ¿Puedes ayudarme a elegir un par de zapatos para el próximo set?

León soltó un suspiro teatral mientras se recostaba en su silla, rodeado de sus gatos.

—Por supuesto, Lucas. ¿Por qué no? Total, mi asistente parece tener tiempo para todo.

Sophia negó con la cabeza, divertida, mientras se alejaba para ayudar a Lucas. León, por su parte, observó la escena con una mezcla de irritación y diversión.

—George, Thalos —murmuró mientras acariciaba a los gatos—, es increíble lo que algunos harán para llamar la atención. Pero no se preocupen, mis queridos, no hay nadie como yo.

Y aunque no lo admitiera, León sabía que la presencia de Lucas estaba despertando algo en él que no había sentido en mucho tiempo: una pequeña pero persistente chispa de celos.

León estaba sentado en su sofá favorito, con Emperatriz acurrucada en su regazo mientras observaba de reojo a Sophia y Lucas. El modelo había pasado todo el día buscando excusas para estar cerca de ella, y eso empezaba a irritarlo más de lo que quería admitir.

Lucas, con su sonrisa deslumbrante, se acercó a Sophia mientras revisaba unos documentos en su escritorio.

—Sophia, ¿qué te parece si esta noche salimos a tomar algo? Hay un bar nuevo cerca del estudio, dicen que tienen música en vivo.

Sophia levantó la vista, sorprendida por la invitación. Antes de que pudiera responder, León interrumpió desde el sofá, con un tono casual pero cargado de sarcasmo.

—Oh, qué idea tan original, Lucas. Invitar a mi asistente personal a un bar... ¿Qué sigue? ¿Pedirle que te planche la camisa para la ocasión?

Sophia no pudo evitar reírse al escuchar el comentario de León. Su tono era tan afilado como siempre, pero había algo más: una pizca de celos que no pasó desapercibida para ella.

—León, ¿estás celoso? —preguntó Sophia, mirándolo con una sonrisa divertida.

León arqueó una ceja y dejó de acariciar a Emperatriz.

—¿Celoso? Querida, por favor. No me rebajaría a algo tan básico. Simplemente me preocupa que mi asistente termine agotada por... tareas innecesarias.

Sophia soltó una carcajada, incapaz de contenerse.

—Claro, León. Porque ir a tomar algo es una tarea extenuante.

Lucas, ajeno a la tensión en el aire, sonrió.

—Entonces, ¿qué dices, Sophia? Será divertido.

Antes de que ella pudiera responder, León se levantó del sofá, con Emperatriz aún en brazos, y caminó hacia ellos con su característico aire de superioridad.

—Lucas, querido, no quiero ser aguafiestas, pero Sophia tiene una agenda muy ocupada. Además, dudo que un bar esté a la altura de su elegancia.

Sophia lo miró, divertida. Nunca había visto a León comportarse de esa manera, y le resultaba imposible no disfrutarlo.

—León, creo que puedo decidir por mí misma.

León la miró, sus ojos brillando con una mezcla de irritación y algo más que Sophia no podía descifrar del todo.

—Por supuesto que puedes, querida. Pero recuerda que mañana tenemos un día lleno de trabajo. No querrás estar cansada, ¿verdad?

Sophia negó con la cabeza, aún riendo.

—Está bien, Lucas. Quizás en otra ocasión.

Lucas asintió, algo decepcionado, pero no insistió más. Mientras se alejaba, León volvió a su lugar, satisfecho pero tratando de ocultarlo. Sophia se sentó a su lado, aún riendo suavemente.

—¿Sabes? Nunca imaginé que te vería así, León. Es... refrescante.

León la miró de reojo, con una sonrisa apenas perceptible.

—No sé de qué hablas, querida. Simplemente estoy protegiendo mis intereses.

Sophia se inclinó hacia él, con una sonrisa traviesa.

—Claro, claro. Tus intereses.

León no respondió, pero el leve sonrojo en sus mejillas fue suficiente para que Sophia supiera que había tocado una fibra sensible. Y aunque no lo admitiera, a León no le agradaba en absoluto la idea de compartir la atención de Sophia con nadie más.