Mia es una joven que tiene muchos planes y sueños junto a su novio. Siente que todo se le viene encima cuando La familia de el la rechaza cuando se enteran que es huérfana, lo peor es cuando se entera que su novio siempre estuvo comprometido con otra.Con todo en contra ella logrará volverse una mujer sobresaliente pero algo no estaba en sus planes que una noche conoce a un hombre que la desestabilizaria en todos los sentidos, Será capaz Mía de darse otra oportunidad con el tío del que ella creyó un día era el amor de su vida?
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La reunion
Termino todo y, cuando está listo, lo envío. Le aviso a mi amiga que ya voy y ella se alegra. Le doy la información de mi vuelo.
No hay nadie en la oficina, siempre soy la última en irme y ya estoy acostumbrada. Salgo, como todas las noches, abordando mi carro rumbo a mi departamento. Me baño y me arreglo con calma. Me pongo un vestido corto de tirantes color negro; mi piel resalta con ese tono. Me suelto el cabello rojizo que me caracteriza, me calzo unas zapatillas a juego y empaco ropa en una maleta, guardo los regalos que llevo y vuelvo a subir al carro, llegando justo a la hora de mi vuelo.
Me duermo para estar al cien cuando llegue.
El vuelo aterriza y, al bajar, veo a mi amiga esperando con un cartel enorme que dice: “La mejor arquitecta del mundo”.
Cuando me ve, corre hacia mí y me abraza.
—¡Wouuu, ¿eres tú, Mía? Qué hermosa te pusiste —me dice cuando nos separamos—. Vamos, que te esperan en casa.
Su chófer me ayuda con las maletas y subimos al carro. No deja de observarme.
—Mis padres querían venir, pero les dije que no. ¿Te imaginas? No dejé que viniera mi amorcito. Oye, ¿y tú qué onda? ¿Ningún pretendiente? Vamos, una mujer de vez en cuando tiene necesidades, quiere ser atendida, mimada, algo… ¿nada?
—Tenía un amigo —le digo, y ella aplaude gritando.
—¡Siii! Ya sabía. ¿Dónde está? ¿Vendrá luego? ¿Ya llegó? ¿Vive aquí? ¿De dónde es? ¡Dimeeee! —me dice entusiasmada.
—No sé, no, no, no y no sé —le respondo, esperando que eso la saque de dudas. Ella no procesa lo que acabo de decir, y ambas nos reímos.
—¿O sea que fue tu amigo con derechos?
—Así es, pero ya se terminó.
—Bien, bien. Hoy después de la cena iremos a un club, los tres a festejar tu regreso. Y no digas que no quieres hacer mal tercio porque yo siempre anduve contigo y el imbécil idiota pito chico de Mario —se exalta.
—Cálmate, no sea que te vaya a dar algo.
—Creo que ni tú lo odias tanto como yo. En sus fotos siempre le escribo cosas, hasta que me bloquean y borran mis comentarios. Mis padres rechazan todo tipo de invitaciones.
Escucho lo que me cuenta hasta que llegamos. Bajamos y sus padres me reciben con abrazos. Cuando entro noto que hay fiesta; no es cumpleaños de nadie.
—Una persona muy especial para nosotros ha regresado —dicen sus padres a los invitados, y todos me miran. Entre ellos veo a mi ex jefe.
—Regresó mi hermana —grita Karla.
—No sabes el orgullo que me da verte —me dice mi ex jefe.
—Qué bueno verlo, ya iría a buscarlo. Quiero hablar de negocios.
—Me gusta la nueva Mía, me agrada, pero aléjate, es tu fiesta.
—Trabaja para mí, como abogado y asesor —le digo y él me mira asombrado.
—Nunca conocí a una mujer como tú, siempre me lo dijiste. Mírate ahora, pero qué te digo, estoy jubilado, ya estoy viejo.
—No olvido quienes me ayudaron a llegar donde estoy. Plátiquelo con su familia, le haré llegar el contrato.
—Disculpe, tío, pero me llevo a mi hermana —dice Karla a mi ex jefe, que no es su tío, pero ella así lo llama.
Me agarra del brazo y veo a Migue. Pero, ¿qué mierda? Si es el que era nuestro amigo.
Mi amiga se ríe por la cara que pongo y me dice:
—Te dije que le hablaba de ti, parecía que ya te conocía.
Los abrazo y los felicito.
Siempre fue serio, y mi amiga es tan arcoíris, pero es una persona dura a la hora de decir las cosas.
—Nos unió el odio por Mario, sabes que él lo odia desde que se creía que flotaba, el muy desgraciado.
Asiento, ya que me consta. Siempre me daba consejos, y tomara la decisión que tomara, siempre me apoyaba.
—Me alegra que mis dos mejores amigos estén juntos —les digo, feliz por ellos.
Los veo besarse y miro hacia otro lado, camino hacia los bocadillos.
Mi celular suena y es mi secretaria.
—Señora, disculpe que la interrumpa, pero es muy importante. Acabo de recibir respuesta de la empresa Arqui-tech. Sé que para usted es muy importante. Nos dieron una cita; el dueño mandará un representante. Lo mejor es que está ahí donde usted está. Le mando la dirección por mensaje.
—Gracias, Pati. Espero el mensaje.
Reviso mis mensajes y veo la dirección. Debo irme ya, por si no llego a tiempo. No me gusta llegar tarde.
Comento a los padres de Karla y me dicen que vaya con cuidado. Ellos le dirán a mi amiga, entienden que es un asunto de negocios. Solo quieren que regrese y les digo que sí, ya que tengo que entregarles lo que traje.
Le hago parada a un taxi para que sea más fácil. Le muestro la dirección y me dice que sabe dónde es. Me subo y agradezco haber decidido venir, ya que está retirado.
Como imaginé, es un tipo club, pero privado. La mayoría trata temas en oficinas, pero ya había rumores de que, entre más alto estás, tratas estos temas donde quieras. El dueño de esta empresa demuestra que lo hace a su manera. Esta reunión es para ver si podremos trabajar juntos.
Muestro la entrada por mensaje que me mandó mi secretaria y me dejan pasar.
—Señorita Mía —me dice un hombre cuya cara me es muy familiar. Me parece haberlo visto antes, pero no logro recordar dónde.
—Sí, mucho gusto —le respondo cuando me da la mano.
—Tome asiento, ya viene.
—Gracias —le digo, sentándome. A mi alrededor hay más mesas con gente con maletines, todos haciendo negocios por lo que veo.
—¿Puede dejarme su propuesta? Como verá, tenemos demasiadas.
—No dejaré nada. Se supone que es solo una reunión. Me tomó meses que aceptaran una cita; no creo que sea solo para dejar documentos que no traje.
—Lo siento mucho, creo que no fuimos lo suficientemente claros en nuestros mensajes. Le ofrezco disculpas —me dice levantándose.
—Oiga, sea profesional y por favor hable con su jefe. Necesito hablar con él. Los que están cerca no dejan de mirarme.
—Eso no es posible.
—Claro que sí hablé y que venga.
—Señorita, es una insolente. Fue elegida entre muchas empresas y lo desperdicia así.
Me señala la puerta y nunca había sentido tanta impotencia.
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