La vida de Enzo y Lori se cruzó con un lamentable accidente, sin saberlo una amistad cimentada en un secreto los lleva por caminos parecidos. Enzo es la estrella de baloncesto de la escuela, guapo y destinado a la grandeza. Lori, una artista apasionada, la sombra que siempre lo sostiene, la única que conoce la verdad detrás de su arrogancia. El mundo de Lori ha girado en torno a Enzo, alimentando un amor silencioso e incondicional.
Enzo y Lori es una historia sobre la redención, el verdadero significado del amor incondicional y la dolorosa verdad de que, a veces, la persona que más amas es la que más te ciega.
NovelToon tiene autorización de Tintared para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
La capitana.
Días después:
El aire en el gimnasio estaba cargado de emoción. Las gradas no solo estaban repletas por el esperado partido de baloncesto, sino también por el espectáculo que todos aguardaban: la presentación de las porristas en el medio tiempo. Lori, sentada en primera fila con una libreta de bocetos entre las manos, fingía concentrarse en un diseño, pero en realidad, no le quitaba el ojo de encima a Enzo, que se movía con agilidad en la cancha. Él era la razón por la que estaba allí, como tantas otras tardes.
Pero de repente, en un solo y dramático instante, la atención de todos, incluyendo la de Enzo, se desvió hacia el centro del parqué.
Una figura emergió de las sombras y le robó el aliento a Enzo al grado de hacerlo tropezar y chocar estrepitosamente con uno de sus compañeros, quien le propinó un codazo de advertencia. Sus ojos, fijos en la recién llegada, no se inmutaron.
Era el momento de la gran revelación: la presentación de la nueva capitana del equipo de porristas, una chica que se había transferido a mitad de año, pero que ya era legendaria por ser una magnífica gimnasta.
El director hizo un breve y entusiasta anuncio, y el sonido de los aplausos se elevó en el recinto.
La capitana, Irina, se movía con una gracia impresionante. Su cabello rubio y liso caía como una cascada de oro, sus ojos azules brillaban bajo las luces, y su sonrisa perfectamente ensayada la convertía en el imán de todas las miradas. Era la personificación del estereotipo de la chica perfecta, una inalcanzable muñeca de porcelana que irradiaba una seguridad arrolladora. Contrastaba notablemente con la naturalidad y calidez de Lori, con su cabello rizado y pelirrojo y sus ojos color miel. Irina era la luz brillante y fría que a todos deslumbraba, la fantasía que caminaba.
Enzo, con la respiración entrecortada, no podía apartar la vista. Su fascinación fue una daga visible para Lori, quien se sintió de repente insignificante, con sus manos manchadas de pintura y sus ropas cómodas, a diferencia de aquella hermosa mujer que destilaba sensualidad y elegancia.
Al final del partido, mientras el equipo de Enzo celebraba su victoria, Irina se acercó a él con una facilidad natural, como si romper el hielo fuera lo más sencillo del mundo. Intercambiaron unas palabras, y ambos rieron de algo que pareció íntimo y espontáneo. Por primera vez, Lori vio a Enzo de una manera diferente; no solo como su amigo inseparable, sino como un chico que era visto y que podría estar interesado en alguien más. Él se había sonrojado, un detalle que Lori nunca antes le había visto.
En el vestuario, mientras el sudor se mezclaba con la euforia de la victoria, la conversación giró inevitablemente hacia la visión que aún les quemaba en la retina.
—Vaya que es hermosa —dijo Marco, secándose el cuello con una toalla. Él siempre había sido el más directo.
—Definitivamente es una diosa —secundó Daniel, con un tono de reverencia.
—Y parece que le ha echado el ojo a nuestro capitán —añadió Marco, dándole un codazo juguetón a Enzo.
Enzo, que estaba bebiendo de una botella de agua, tardó un segundo en reaccionar. Dejó la botella sobre el banco con cuidado, como si no quisiera que nadie más lo notara.
—No digan tonterías, solo... se acercó a felicitarme por el juego —murmuró, aunque el color en sus mejillas lo traicionaba.
—¡Claro! Y yo soy el próximo Michael Jordan —se burló Daniel—. Anda, amigo. Vimos cómo te brillaban los ojos. Es Irina. Todo el mundo sabe quién es. Es la chica más codiciada del instituto.
Enzo se permitió un breve suspiro, una confesión silenciosa. —Es hermosa —susurró, con un deje de asombro, como si estuviera hablando de una obra de arte.
Marco se puso serio, inclinándose hacia él. —¿Y qué vas a hacer? ¿Vas a dejar que solo sea la 'chica más codiciada'? Tienes que intentarlo, Enzo. Eres el capitán del equipo de baloncesto. Tienes tu pase VIP.
—No sé, es... demasiado. Parece que está en otro nivel —admitió Enzo, sintiéndose de repente vulnerable.
—¡Tonterías! —intervino Daniel, golpeando el casillero de Enzo—. ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Que diga que no? Pero, sinceramente, esa química que hubo ahí... No la inventamos. Tienes una oportunidad, Enzo. Una grande. Ve por ella. ¿O quieres que te la gane uno de esos del equipo de fútbol?
La idea de que otro chico se acercara a Irina encendió una pequeña llama de competitividad en Enzo. Apretó los puños.
—Tienen razón. No pierdo nada intentándolo —dijo, y por primera vez, la sonrisa que mostró no era la de la cancha, sino la de un chico con un objetivo más personal.
Los días siguientes, Enzo puso ese plan en marcha, su presencia en la vida de Irina se hizo notable, sus encuentros 'casuales' en los pasillos se volvieron frecuentes. La interacción se disparó a los mensajes de texto nocturnos, y a menudo se les veía caminando juntos después de clases, con Irina riendo ante algo que él decía. La química entre ellos era innegable, una energía chispeante que no solo atraía la atención de los estudiantes, sino que también era el tema de conversación en cada esquina.
Lori, por primera vez en años, sintió un profundo temor. No era el miedo a ser rechazada, sino el miedo a ser reemplazada.
Una tarde, mientras Irina salía de un entrenamiento con sus amigas, Lori vio su oportunidad y se acercó a Enzo, que estaba guardando su mochila.
—Hola —saludó Lori, con un tono más neutro de lo que sentía.
—¡Lori! Qué gusto verte —respondió Enzo con el rostro iluminado, un brillo diferente al que tenía antes.
—Has mejorado mucho, tu juego fue estupendo —comentó ella.
—¿Eso crees? —dijo Enzo con una sonrisa amplia.
—Sí, pero dime algo. Has estado entrando más de lo que acostumbras, ¿verdad? No te he visto correr por el parque por las mañanas.
—En realidad... He estado yendo al gimnasio —confesó él, bajando un poco la voz.
—¿Al gimnasio? —preguntó Lori, extrañada. Él nunca había sido fan de las pesas.
—Sí. Es que... Irina se ejercita mucho. Ella es... Increíblemente dedicada —dijo, y la forma en que pronunció su nombre hizo que Lori sintiera un nudo en el estómago.
Lori guardó silencio, sin dejar que su rostro reflejara el dolor de su descubrimiento. Solo sonrió y lo animó a seguir. En su interior, una pequeña parte de ella se encogió, pero la lealtad a su amistad de toda la vida fue más fuerte. Quería la felicidad de Enzo, aunque significara perderlo de una manera distinta a como lo había temido en el pasado. El brillo en los ojos de Enzo cuando hablaba de Irina era una luz que ella no podía apagar, y la cercanía que habían forjado durante años estaba a punto de enfrentar su primera gran prueba.
ahora sí me quedé sorprendida el amor de Lory siempre fue Ron 👏👏👏👏👏
Lory merecía esa felicidad me encantó la novela 🥰
ese final está buenísimo es inesperado Ron siempre estuvo ahí
que viva el amor verdadero ☺️