Bianca solo tiene un deseo: poder y respeto. Dante se lo concederá. La convertirá en su esposa y lo que en un inicio fue por conveniencia se transformará en algo mucho más fuerte.
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Primera Clase.
DANTE
"Mi mirada permanece en la bella pintura frente a mí. Los colores, las extrañas formas y la gran imaginación hace que me quede hechizado. Una bella pintura que ahora pasara a quién sabe quién con la muerte de Maximino.
Volteo por ver a mis padres y ellos siguen hablando con Gabriele, mamá ama hacerlo enojar y humillarlo y a papá le gusta ver a mamá feliz haciendo lo que quiera. Es una relación que jamás entenderé, pero las comunes y monótonas siempre aburren.
—Buenos días.
Dirigí mi mirada hacia la greñuda de cabello marrón frente a mí, sus ojos son verdes como un par de esmeraldas, tiene una tez pálida y trata de sonreír a pesar de que haya un muerto cerca de nosotros, entre sus delicadas y pequeñas manos hay una bandeja con una tarta de moras y café. Se acomoda los lentes y aclara la garganta.
—Lo he visto tomando whisky desde hace un buen rato, son apenas las 11 y decidí traerle un poco de café y una tarta.
—Hola—bajo la mirada a la tarta dulce, algo que no me agrada en realidad, pero tomo el café—.Acepto el café. Gracias, señorita...
—Bianca, soy Bianca Corsi, nieta de Maximino.
¿Así que esta es la tan hablada Bianca Corsi? ¿La bastarda?
—Dante Rossi—terminé el café y le devolví en la bandeja.
Dejo de mirarla y vuelvo a ver la pintura. Haré que papá se la compre a Gabriele, dudo que ese hombre conozca de buen arte. Mantengo los brazos detrás de la espalda y me estoy inerte en todo lo que sucede alrededor.
—Conozco a su padre el señor Oliver Rossi y que viene de Calabria. Es hermoso según dicen ¿Es cierto?
—Si—dije cortante.
—¿Y qué parte le gusta más la ciudad?
—Los castillos.
—Oh ¿Y cuántos hay?
Mierda ¿No se va a callar?
Vuelvo a verla. Es tan joven, una chiquilla que dudo que conozca tanto de Beethoven y otros compositores como tanto decía su abuelo. Siempre hablaba del orgullo que era su nieta.
—Miles—suspiro, debo hablarle yo porque si no seguirá y no tengo tanta paciencia—.Lamento mucho tu perdida.
—Oh... gracias.
Baja la mirada y después se limpia lo que creo que son lágrimas cayendo por sus mejillas.
—Fue un gran hombre.
Sin esperarlo ella se acerca abrazarme. Volteo por ver a mi padre que me hace una seña, que muestre un poco de humanidad. Le doy unas leves palmaditas en la espalda demostrando que la apoyo en estos momentos.
—Disculpe.
Se aleja corriendo de mí y se cubre los ojos. Bueno, al menos se fue. Lo irritante salió corriendo, aunque una parte de mí se sintió mal por ella y quise ir a apoyarla. Según sé nadie lo hace, todos la miraron mal cuando la vieron salir de esa forma y otros la insultaron.
Bianca Corsi, que curioso."
Alejo mi mirada de la pintura que tengo en el comedor. Admiro lo hermosa que es, pero no puede ser nada comparado a la hermosa mujer que está a mi lado mientras come.
Todo el lugar está tenso. Los Corsi de un lado y Bianca—la hija despreciada—del otro, tanto Gabriele como Loretta la miran con desprecio y para que eso se acabe le toco la mano a Bianca y le sonrió levemente, demostrando quién está a su lado y reconozcan que ya no están a su nivel.
—Gabriele ya que estás aquí seria bueno ir a inspeccionar sobre nuestros negocios en las embarcaciones.
—Claro, Dante. Aprovechemos el tiempo en algo útil—y así no tengo que ver tu jodida cara.
Terminamos la cena y la servidumbre vino a llevarse los platos vacíos. Gabriele, Loretta y Estefan se retiraron, los dos hijos de Corsi parecían un par de soldados tras de él, mientras que Bianca solo se quedaba en la mesa en silencio, lo cual no duro mucho.
—Puedo preguntar ¿Qué paso con June?
—Pago las consecuencias y no volverá a hacerte nada, no te preocupes—ella asiente, necesito que se sienta segura aquí—.Antón ya está de regreso así que solo él te cuidara. Esta casa se ha vuelto más segura para ti.
—¿Cuál era el puesto que ocupaba?
—Francotirador. Pronto volverá alguien ocupar ese puesto, cariño.
—Está bien—se pone de pie—¿Vamos?
Me levanté a su lado y sujeto mi mano, empezamos a subir las escaleras y regresamos a la habitación.
—¿Por qué invitaste a tu familia aquí?—le pregunte antes que me besara—No entiendo, los odias.
—Satisfacción por molestar a Loretta. Vino a molestar, como lo sospechaba, pero no me deje y pude enfrentarla.
—Bravo—la tomo en mis brazos y la llevo a la cama—Poder, debes aprender a domarlo, principessa. Eso te enseñaré esta noche.
—¿Cómo?
Me alejo de ella y entro en el armario, en uno de mis cajones encuentro un par de esposas. Las llevo a la cama y me empiezo a desvestir mientras que ella toma los dos objetos.
—¿Me vas a atar?
—No—quedo solo en pantalón—Tú vas a atarme y aprenderás a domarme.
Ella sonríe de lado de manera perversa, adoro esa parte de ella. No escucho un no por respuesta y continuamos. Me siento en la cama y dejo mi espalda sobre el cabezal de la cama de tal manera que quedo sentado y luego me coloca las esposas una en cada mano y el otro extremo los coloca en el cabezal.
Podía sentir un dolor en la entrepierna. Mierda, necesito que lo haga ya, pero estoy a su merced y debo esperar.
—Amo tus tatuajes—sus manos viajan por mi pecho y empiezan a bajar por mi abdomen. Empieza a bajar lentamente su vestido y me deja a la vista sus senos aun con el bralette.
No tengo control de mis manos, pero sí mi boca. Me inclino y beso y muerdo su piel haciéndola jadear mientras que ella continúa tocándome cada parte del cuerpo.
Ella sonríe de lado y vuelve a besarme, sus manos liberan por fin mi erección y lleva su mano ahí. Gruño y jalo de las esposas por inercia.
—Dante—ya para este punto lo único que trae Bianca puesto es su braga—Dime ¿Estuviste con otra mujer durante mi estadía fuera de aquí?
Su mano en mi erección aceleraba los movimientos arriba, abajo.
—Contesta—exige.
—No he tocado a ninguna mujer, principessa. No quiero ni deseo a otra mujer que no seas tú.
—¿Por qué?
—Porque te amo—contesté con toda la seguridad que poseo y con la que no—Te amo cada minuto y segundo de mi vida.
Bianca se sentó sobre mí y mi miembro empezó a entrar y salir. Su hermosa melena se movía de un lado a otro mientras que seguía tomándome. Quiero tocar esos senos que se mueven al mismo compas de sus estocadas.
Me inclino para chupar sus senos húmedos por el sudor. Mordí sus pezones y me encargué de dejar algunos recordatorios para mañana. Bianca no se dio cuenta y solo gemida y jadeaba con todo.
No he dejado de mover tampoco las manos, pero las esposas aún me detienen.
—Dante—gime—tócame, quiero que me toques como sabes hacerlo.
Antes de que Bianca pueda tocar siquiera las esposas, me encargo de destruir aquellas cadenas. En la habitación se forma un ruido abrupto por ello y mi pequeña luce sorprendida por la fuerza que utilizo.
Paso mis manos por sus curvas y vuelvo a estrujarlas. Su boca es de vuelta a ser mía, la cadera de Bianca continúa moviéndose hasta explotar en un orgasmo acompañado de un grito lo suficientemente fuerte como para que los invitados en casa la oigan.
Dirijo las manos a sus glúteos y le doy un par de azotes antes de correrme y dejar hasta la más mínima parte en ese bello cuerpo.
—Dante—jadea.
Ese bello color de ojos me hace saber que merece otro collar de esmeraldas. La tomo del rostro y vuelvo a besarla, aprisionando más su cuerpo al mío. Bianca se levanta y cae rendida a mi lado. Me acuesto con ella y la acerco a mi cuerpo.
—Descansa pequeña.
Acaricie su cabello hasta que quedo completamente dormida y después seguí sus pasos.
A la mañana siguiente despertamos cerca de las 10 y por esta ocasión acepte desayunar, no soy fan de hacerlo, pero me quede en cama y lo hice con Bianca después de ducharnos.
—Voy a salir en un rato con tu padre. Tenemos un par de negocios que arreglar.
—¿No guardarás luto?
Me detuve en ese momento y contesté seguro:
—No, ellos están muertos, pero la vida sigue, nada se detendrá por más importante que hayan sido.
—Está bien—hace una pausa—.Yo en un rato saldré, quiero hablar con un ginecólogo para saber qué clase de anticonceptivo puedo usar.
Nunca hemos hablado de ese tema, pero supongo que es demasiado pronto para tener hijos. Aún hay mucho por hacer, tengo a traidores que arreglar y derribar a Gabriele y a la rata de su hija.
—Antón te llevara a donde necesites. Tengo unos socios en una de las mejores clínicas en la ciudad, ahí te atenderán—asiente—.No quiero que un hombre te toque. Solo mujeres.
—Celoso—juega con mi cabeza—.Está bien.
Terminamos de arreglarnos y salimos de la habitación. Antón ya está esperando a Bianca y le doy las órdenes para que la lleve a la clínica—después de una exhaustiva revisión será el lugar donde no tiene permitido entrar con ella.
—Buenos días, Dante—interrumpe Gabriele.
—Es todo Antón—él asiente. Tomo de nuevo de la cintura a Bianca y la beso—.Cuídate.
—Sí.
Con su pequeño bolso de mano y su abrigo sale de la casa. Desaparece de mi cuadro de visión y suelto un suspiro antes de ver a la bola de basura, alias Gabriele.
—Buenos días—contesto—.El auto vendrá en unos
momentos.
A unos metros veo a Loretta, paseando las manos por el piano de mi esposa y al tocar una de las teclas y ocasionar un ruido que espanta a todos, se aleja. Alfredo llega y avisa que todo está listo, Gabriele se despide con un beso en la frente de Loretta y salimos de la casa.
BIANCA
Guardo el blíster de pastillas en el pequeño buro al costado de la cama después de tomar la primera siguiendo las indicaciones que la doctora Roberts me dio. Ahora no es momento para embarazarme, aún Dante tiene que encontrar a las personas que asesinaron a sus padres y quiero disfrutar un poco más antes de cargar con alguien más.
Hay un asunto que ha rondado mi cabeza desde la mañana. No hay muchas cosas que hacer y sé que puedo hacer todo lo que quiera en esta casa.
—Antón—alce la voz —Antón ¿Puedes venir?
La puerta se abrió unos segundos después y él entró. Estoy sentada al filo de la cama y él se acerca.
—Señora.
—Antón ¿Ya encontraron reemplazo para June?
—No señora, pero no se preocupe que su seguridad no está en peligro.
—Lo sé, eres muy eficiente—conteste—.Quisiera que me enseñes a usar el rifle. Dante me comento que también eres bueno y serás de gran ayuda.
Antón se mantuvo callado, cuidando cada detalle. Seguro tiene órdenes de su patrón para tenerme feliz.
—Señora... usted es esposa del señor, mi misión es tenerla a salvo.
—No haremos nada que me ponga en peligro. Haz lo que te dije, ordena las cosas y en un rato iré.
—Sí, señora—contesto al escuchar mi tono que son más que una petición, fue una orden—La espero en el campo.
Asentí y él salió de la habitación. Deje todas las cosas y me cambie los tacones por un par de tenis para después salir al campo. Al acercarme a las escaleras vi a Rouss con una caja en las manos.
—Rouss ¿Qué es eso?
—Es un paquete para el señor. Ya paso revisión, señora. Lo estoy por llevar al despacho.
—Yo lo hago—sonreí inocentemente—Dámelo.
Ella no dudó como Antón y solo me entrego la caja. En la caja hay una dirección, no conozco la calle, pero sé que Rouss sí.
—¿Sabes de donde viene?
—Sí, es la casa de los difuntos señores Rossi.
Tragué grueso por sus palabras y no tuve nada que decir. Sentí la sangre en ese momento abandonar mi cuerpo. Solo asentí y camine hacia el despacho de Dante, antes de llegar voltee y cuando Rouss no estuvo cerca, corrí a toda velocidad con curiosidad por saber que es lo que hay.
Cruce la puerta y deje la caja en el escritorio. Abrí con una abrecartas y saqué el pequeño cuadro con un marco de oro, eso no me llama la atención sino la foto. Es una de dos bebés varones, parecen ser gemelos o mellizos, ya que parecen dos gotas de agua.
Supe de quienes se trataba. Son los bebés Rossi.
A Dante le fue difícil hablar del tema, según me contó sus padres hicieron de todo para Adriano. Fueron a los mejores médicos en Italia, lo llevaron al extranjero para buscar los mejores tratamientos y a pesar de todos esos intentos nada lo salvo.
En la caja salía que había sido enviado hace 3 días aquí, pero recién ha llegado. No sé si sea bueno que Dante lo vea después de todo lo que ha pasado, pero no quería ocultárselo. Sé que eso no servirá de nada.
Cerré la caja y lo deje solo en el escritorio, estaría atenta a cuando llegara Dante para que lo abra y estaría a su lado en ese momento.
Dejé todo como estaba y salí del despacho. Salí de la mansión y llegue junto a Antón, quien ya había preparado todo pero lucia en parte nervioso.
—Tu patrón no te aniquilara si eso piensas—le dije.
A pesar de eso siguió intranquilo por las siguientes dos horas, incluso se asustó cuando después del primer disparo caí en el césped. Después de dos horas terminamos porque quede un poco sucia y quería estar lista antes de que Dante llegue.
En ese momento Antón por fin se tranquilizó y empezó a guardar todo.
—Gracias Antón—asiente —. Mañana nos vemos para la siguiente clase.
Voltee y no espere una respuesta, aunque ya imaginaba como estaría reaccionando. Entre la habitación y fui hacia la ducha. Deje la ropa sucia de lado y entre bajo el agua caliente.
Saber como usar el rifle y usarlo a mi conveniencia me hará más fuerte, me hará útil para esta organización y evitaria que algo malo me suceda. O eso fue lo que pensé.