En la penumbra de un mundo que pocos osaban mirar, nacía una niña destinada a cargar un deber más grande que ella misma. Su sangre era un puente entre mundos: mitad vampiro, mitad bruja, y su destino ligado a uno de los seres más temidos de la noche: El Príncipe Vampiro
Su existencia, frágil y poderosa a la vez, despertó susurros de miedo y esperanza entre aquellos que conocían la verdad. Nadie podía tocarla sin consecuencias, y nadie debía apartarla de su camino: la unión con el príncipe no era un capricho, era un deber. Una unión que cambiaría el equilibrio dos mundos y que, de alguna manera, dependía de su supervivencia y su aceptación.
¿ El único problema? : Ambos se odiaban y ella odiaba el Clan.
⚠️❗️🔞 - Bocavulario inapropiado, Amoríos, maltrato emocional, Sangre .
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No corras el riesgo
Evelyn se había instalado en la mesa larga de la biblioteca lateral, donde había más tranquilidad que en su propia habitación.
La caja de la computadora estaba abierta; conectaba cables, organizaba programas y escribía con concentración.
Su rostro, iluminado por el brillo azulado de la pantalla, mostraba esa expresión firme y práctica que tanto la distinguía.
Un ligero crujir de botas sobre el suelo de madera hizo que levantara apenas la mirada.
Gabriel apareció en el umbral, sin anunciarse, con las manos en los bolsillos del pantalón oscuro.
No parecía cansado; más bien, intrigado.
Se detuvo a pocos pasos de ella, observándola en silencio por un instante.
La tenue luz dibujaba el perfil de Evelyn: el ceño levemente fruncido mientras tipeaba, el cabello cayendo sobre el hombro, y sobre todo la curva firme de sus labios mientras mordía ligeramente la punta de un cable, distraída.
—¿Siempre trabajas hasta estas horas?
Evelyn no apartó la vista de la pantalla.
—Cuando algo necesita ordenarse, lo hago.No espero a mañana.
Gabriel se acercó un paso más, inclinándose apenas para ver qué escribía.
—Parece importante —murmuró
—Si, fanales —replicó ella, con un tono práctico—.Exámenes. Ensayos.
Supongo que a ti te parece aburrido.
Él dejó escapar una risa breve.
—No me aburre verte tan concentrada.
Evelyn alzó una ceja, sin dejar de escribir.
—¿Otra línea de príncipe encantador?
No va a funcionar.
—No es una línea —respondió él con calma, fijando la mirada en ella—.
Solo… interesante.
Evelyn dejó el teclado y se giró un poco hacia él, cruzando los brazos.
—¿Por qué estás aquí?
¿O vigilarme es parte de tu rutina nocturna?
Gabriel ladeó la cabeza, estudiándola.
El brillo de la pantalla resaltaba la línea de su mandíbula, la forma de sus labios entreabiertos cuando hablaba, y por primera vez su mirada se detuvo un instante en ese detalle antes de volver a sus ojos.
—Quizás —dijo finalmente—.
Me intriga cómo alguien que nunca probó la sangre ni este mundo puede estar tan tranquila entre nosotros.
—Porque no necesito nada de ustedes —contestó—Y no me gusta impresionar a nadie.
Gabriel sonrió de lado, casi con un dejo de desafío.
—Tarde o temprano este lugar te pondrá a prueba.Solo espero estar ahí cuando eso pase.
Evelyn lo miró fijamente unos segundos.
Después volvió a su teclado.
—Cuando eso pase, sabrás si sobrevivo o no.Hasta entonces, Terminare mi trabajo.
El príncipe se inclinó un poco hacia adelante, apoyando una mano en el respaldo de la silla.
Su voz bajó un tono, más grave, más lenta.
—Tienes un carácter peligroso para este castillo.
Evelyn giró la cabeza hacia él, y por un instante sus miradas se encontraron tan cerca que Gabriel volvió a fijarse en la forma firme de sus labios.
Ella lo notó y sonrió, con ironía.
—Entonces no te acerques tanto.
No querrás correr el riesgo.
Se apartó, volviendo a concentrarse en la pantalla.
Gabriel la observó un momento más, en silencio, como si quisiera responder, pero finalmente se enderezó , dejo la tasa de café a su costado y se alejó despacio.
El eco de sus pasos se perdió en el pasillo, dejando solo el sonido de las teclas y el suave resplandor de la pantalla.
Evelyn suspiró cuando estuvo segura de que se había ido, y por primera vez en toda la noche, se permitió una pequeña risa silenciosa antes de volver al trabajo.
– Todo un picaflor...
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