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Entre Luces De Seúl

Entre Luces De Seúl

Status: Terminada
Genre:Traiciones y engaños / Reencuentro / Poder equitativo / Pareja destinada / Completas
Popularitas:189
Nilai: 5
nombre de autor: Rose Marquez

En el corazón vibrante de Corea del Sur, donde las luces de neón se mezclan con templos ancestrales y algoritmos invisibles controlan emociones, dos jóvenes se encuentran por accidente… o por destino.

Jiwoo Han, un hacker ético perseguido por una corporación tecnológica corrupta, vive entre sombras y códigos. Sora Kim, una apasionada estudiante de arquitectura y fotógrafa urbana, captura con su lente un secreto que podría cambiar el país. Unidos por el peligro y separados por verdades ocultas, se embarcan en una aventura que los lleva desde los callejones de Bukchon hasta los rascacielos de Songdo, pasando por trenes bala, mercados nocturnos, templos milenarios y festivales de linternas.

Entre persecuciones, traiciones, y escenas de amor que desafían la lógica, Jiwoo y Sora descubren que el mayor sistema a hackear es el del corazón. ¿Puede el amor sobrevivir cuando la memoria se borra y el deseo se convierte en código?

NovelToon tiene autorización de Rose Marquez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

El código invisible

La casa Hanok por fuera parecía tradicional, con sus tejados curvos y puertas de madera tallada, pero por dentro era un santuario tecnológico. Sora caminaba lentamente por la sala, observando las pantallas encendidas, los cables que serpenteaban por el suelo como raíces digitales, y los servidores que zumbaban con una energía constante. El contraste era surreal: tradición por fuera, revolución por dentro.

Jiwoo se movía con precisión entre los equipos, sus dedos volando sobre el teclado como si fueran parte del sistema. Vestía una camiseta gris ajustada que dejaba ver la musculatura marcada de sus brazos, fruto de años de tensión y entrenamiento. Su rostro, iluminado por el resplandor de las pantallas, mostraba concentración absoluta. La cicatriz sobre su ceja izquierda parecía más pronunciada bajo esa luz azulada.

Sora se sentó en un futón bajo, aun procesando lo que veía. Su chaqueta estaba empapada por la lluvia que había comenzado a caer afuera, y su cabello, ahora suelto, caía en ondas suaves sobre sus hombros. Sus ojos, grandes y oscuros, recorrían cada rincón del refugio con una mezcla de asombro y temor.

—¿Quién eres realmente? —preguntó ella, rompiendo el silencio.

Jiwoo no levantó la vista del monitor.

—Jiwoo Han. Hacker ético. O eso era antes de descubrir que el sistema que protegía estaba podrido.

—¿Y por qué te persiguen?

Jiwoo proyectó un archivo en la pared. Era un esquema de una red de vigilancia secreta, conectada a una corporación llamada Daesan Tech. Líneas rojas conectaban servidores, cámaras, y perfiles de ciudadanos. En el centro, un símbolo: una espiral digital rodeada por caracteres coreanos.

—Descubrí que están usando inteligencia artificial para manipular elecciones, controlar medios y rastrear ciudadanos. Todo disfrazado de innovación tecnológica.

Sora se acercó, con el corazón latiendo más rápido.

—¿Y qué tiene que ver conmigo?

Jiwoo giró lentamente hacia ella. Sus ojos se clavaron en los suyos, intensos, como si buscaran algo más que respuestas.

—Tu cámara captó algo que no debía. Una transacción entre dos ejecutivos. Si ellos saben que tienes esa foto, te buscarán. Y no para hacerte preguntas.

Sora sintió un escalofrío. Sacó su cámara de la mochila y revisó las últimas imágenes. Allí estaba: un hombre entregando un chip a otro, justo detrás de Jiwoo, en el callejón. El rostro del receptor estaba parcialmente cubierto, pero el gesto era claro. Algo ilegal. Algo importante.

—¿Qué se supone que debo hacer?

Jiwoo sonrió por primera vez. Fue una sonrisa leve, pero sincera.

—Nos aliamos. Tú tienes el ojo. Yo tengo el código.

Sora lo miró con intensidad. Algo en su pecho se agitaba, no solo por el peligro, sino por la cercanía de Jiwoo. Por la forma en que la miraba. Por los recuerdos que comenzaban a despertar.

—¿Recuerdas el club de robótica? —preguntó ella, casi en un susurro.

Jiwoo se detuvo. Su expresión cambió.

—Claro que lo recuerdo, Sora. Tú eras la única que venía a ver mis presentaciones, aunque no entendieras nada de circuitos.

Sora sorprendida de que él la recuerde —Pensé que no me recordabas—le dijo

—Yo pensé que no entendías nada de tecnología—dijo ignorando su comentario

—Mentira. Entendía más de lo que creías. Solo fingía para que me explicaras.—respondió Sora, dejándolo pasar.

Jiwoo rio suavemente. Se sentó junto a ella en el futón, más cerca de lo que esperaba.

—¿Por qué nunca dijiste nada?

—¿Y tú? —replicó Sora.

El silencio que siguió fue denso, cargado de memorias no confesadas. De miradas robadas en pasillos, de mensajes que nunca se enviaron, de promesas que quedaron en el aire.

—Siempre pensé que eras demasiado brillante para mí —dijo Jiwoo finalmente.

—Y yo pensaba que eras demasiado misterioso para mí —respondió Sora.

Ambos se miraron. La tensión entre ellos era palpable. No solo por el peligro que los rodeaba, sino por la historia que los unía.

Jiwoo se levantó y caminó hacia una de las pantallas. Tecleó algo y apareció una imagen: el chip que Sora había fotografiado. Lo amplió, revelando un patrón grabado en su superficie.

—Este chip no es común. Tiene una arquitectura cuántica. Lo que significa que puede procesar datos a una velocidad que ninguna IA convencional puede alcanzar.

—¿Y qué contiene?

—Eso es lo que vamos a descubrir.

Jiwoo conectó la imagen a un simulador. La pantalla parpadeó. Códigos comenzaron a aparecer, como si el chip estuviera vivo. Sora se acercó, fascinada.

—Es hermoso —susurró.

—Es peligroso —respondió Jiwoo.

De pronto, una alerta apareció en la pantalla. Una señal rastreada. Alguien había detectado la imagen del chip. Jiwoo maldijo en voz baja.

—Tenemos que movernos. Este lugar ya no es seguro.

Sora se levantó de golpe.

—¿A dónde vamos?

—A Myeongdong. Hay alguien que puede ayudarnos. Un vendedor callejero que presenció la transacción. Lo rastreé por su cuenta de delivery. Vende ramyeon con kimchi casero.

Sora lo miró con incredulidad.

—¿Un hacker rastreando vendedores de ramyeon?

—Bienvenida a mi mundo.

Jiwoo apagó las pantallas y guardó el equipo esencial en una mochila. Se acercó a Sora y le tendió una chaqueta impermeable.

—Te vas a mojar.

Ella la aceptó, rozando sus dedos. El contacto fue breve, pero suficiente para encender algo.

—Gracias —dijo ella.

—Por ahora, solo confía en mí.

Sora asintió. Mientras salían por la puerta trasera, la lluvia comenzaba a intensificarse. Jiwoo la cubrió con su cuerpo mientras caminaban por las calles estrechas de Bukchon. El mundo parecía más oscuro, más peligroso. Pero entre ellos, algo brillaba. Algo que ni los algoritmos podían predecir.

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Rodrigo L
Me gustó este primer capítulo. Ojalá sigas publicando más, quiero saber cómo continúa esta historia.
Rose Marquez: Gracias Rodrigo. Por supuesto, pronto más capítulos 😂
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