Teodoro es hijo de un magnate, el es un joven malcriado que vive sin preocupaciónes pero todo se acaba cuando su padre para darle una lección le da el puesto de ejecutivo a su Rival de la escuela Melanie el debera trabajar para ella y no será nada fácil porque es perfeccionista y poco flexible a diferencia de Teodoro,
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capitulo 21
La mañana siguiente, Teo llegó a la oficina antes que todos. Había pasado la noche pensando en la escena del bar. No podía sacarse de la cabeza la risa de Melanie y la manera en que Alec parecía entenderla sin esfuerzo. Pero esta vez, en lugar de sumirse en la frustración, había tomado una decisión: dejar de huir de sus inseguridades. Si quería ser el líder que todos esperaban, tenía que cambiar, no para demostrarle nada a nadie, sino para sentirse en paz consigo mismo.
Mientras la cafetera de la sala de descanso emitía su característico burbujeo, Teo repasaba las notas del proyecto de expansión. Quería llegar a la reunión preparado, con ideas claras y argumentos sólidos. Mientras revisaba un documento, una voz interrumpió sus pensamientos.
—Llegaste temprano. Eso sí que es raro.
Era Fernando, con su tono burlón de siempre. Teo levantó la vista y, aunque sintió la habitual irritación, no dejó que lo dominara.
—Alguien tiene que asegurarse de que esto avance —respondió, sin darle más importancia.
Fernando soltó una carcajada exagerada y se sirvió café, pero al notar que no obtenía la reacción que esperaba, simplemente murmuró algo inaudible y se fue. Teo lo vio salir y se dio cuenta de que Fernando ya no le parecía tan intimidante. Era solo una distracción más, un ruido que podía ignorar si así lo decidía.
Cuando los demás comenzaron a llegar, Teo notó que Melanie estaba particularmente tranquila esa mañana. Saludó a todos con su habitual profesionalismo, pero evitó mirarlo directamente. Alec, en cambio, parecía más relajado que nunca, lo cual irritaba un poco a Teo, aunque esta vez se esforzó por no mostrarlo.
La reunión comenzó, y el ambiente era tenso. El cliente principal del proyecto había expresado dudas sobre la viabilidad del plan de expansión, y todos estaban bajo presión para encontrar una solución. Melanie tomó la palabra, explicando las preocupaciones del cliente con calma y precisión.
—Necesitamos una propuesta que demuestre nuestra capacidad para manejar el crecimiento sin comprometer la calidad del servicio —concluyó.
Alec asintió y comenzó a exponer sus ideas. Teo escuchó con atención, pero algo en su mente le decía que faltaba algo. Cuando Alec terminó, todos giraron la mirada hacia Melanie, esperando su reacción.
—Es un buen punto de partida, pero siento que necesitamos algo más concreto —dijo Melanie, mirando a su equipo en busca de más sugerencias.
Teo vio su oportunidad.
—Podríamos estructurar la propuesta en fases específicas, con metas claras en cada etapa. Eso le dará al cliente una visión más tangible de cómo manejaremos el proceso —sugirió, con una voz firme pero controlada.
Por un momento, el silencio llenó la sala. Melanie lo miró con interés, mientras Alec asentía lentamente, como si considerara seriamente la idea.
—Eso podría funcionar —dijo Melanie, finalmente. Su tono era neutral, pero sus ojos reflejaban una leve aprobación.
Por primera vez en semanas, Teo sintió que su contribución había sido valorada. Mientras la reunión continuaba, notó que Alec empezaba a incluirlo más en la discusión, como si reconociera su esfuerzo. No era una victoria definitiva, pero era un paso en la dirección correcta.
Al salir de la sala de juntas, Teo decidió aprovechar la oportunidad para hablar con Alec. Lo alcanzó en el pasillo, mientras este revisaba algo en su teléfono.
—Oye, Alec, ¿puedo hablar contigo un momento? —preguntó Teo, tratando de sonar casual.
Alec lo miró sorprendido, pero asintió.
—Claro, dime.
Teo respiró hondo antes de continuar.
—Sé que las cosas no han sido fáciles entre nosotros. Creo que, en parte, es culpa mía. He dejado que mis inseguridades afecten nuestra dinámica, y eso no es justo para nadie, mucho menos para el equipo.
Alec lo miró con curiosidad, como si no esperara esa confesión.
—Teo, todos tenemos nuestras cosas. Pero me alegra que lo reconozcas. Nunca he intentado competir contigo, si eso es lo que piensas. Solo intento hacer mi trabajo lo mejor que puedo.
—Lo sé —admitió Teo—. Y creo que eso es lo que me molestaba. Que parecías tenerlo todo bajo control mientras yo sentía que estaba fallando en todo.
Alec sonrió, pero esta vez no había rastro de condescendencia en su expresión.
—Nadie lo tiene todo bajo control, Teo. Créeme. Pero si quieres mi consejo, deja de compararte conmigo o con cualquiera. Tienes tus propias cualidades, y el equipo necesita eso.
La conversación terminó con un apretón de manos sincero. Aunque no todo estaba resuelto, Teo sintió que había dado un gran paso hacia la reconciliación consigo mismo y con Alec.
Más tarde, mientras revisaba algunos documentos en su oficina, Melanie apareció en la puerta.
—¿Tienes un momento? —preguntó, cruzando los brazos.
Teo asintió, invitándola a pasar. Ella cerró la puerta detrás de sí y se sentó frente a él.
—Quería agradecerte por tu aporte en la reunión de esta mañana. Fue una buena idea, y creo que el cliente lo verá igual.
Teo notó que había algo más en su tono, algo que no podía identificar del todo.
—Gracias, Melanie. Significa mucho viniendo de ti —respondió, sincero.
Ella asintió y lo miró por un momento, como si evaluara algo en su interior antes de hablar de nuevo.
—Sé que las cosas han sido complicadas últimamente. Entre tú, Alec y… bueno, todo lo demás.
Teo no supo qué decir, pero Melanie continuó.
—No me malinterpretes. Creo que tienes mucho potencial, Teo. Pero tienes que aprender a confiar más en ti mismo y en los demás. Este no es un trabajo que puedas hacer solo, y no siempre se trata de demostrar quién es el mejor.
Sus palabras lo golpearon más de lo que esperaba. Pero no de una manera negativa. Eran un recordatorio de lo que realmente importaba, algo que había perdido de vista.
—Lo sé, y estoy trabajando en eso. Gracias por ser honesta conmigo, Melanie —dijo, mirándola a los ojos.
Por primera vez en mucho tiempo, la tensión entre ellos pareció disiparse un poco. Melanie le dedicó una leve sonrisa antes de levantarse.
—Buena suerte con los ajustes al plan. Estoy segura de que saldrá bien.
Cuando salió de la oficina, Teo se quedó mirando la puerta cerrada, sintiendo algo que no había sentido en mucho tiempo: esperanza.
Esa noche, mientras revisaba los últimos detalles del proyecto en casa, su teléfono volvió a vibrar. Era otro mensaje de Luca, pero esta vez decidió ignorarlo. No necesitaba distracciones. Por primera vez en meses, sentía que estaba en el camino correcto, y no pensaba desviarse.