Por Culpa De Aquella Noche

Matteo por favor, dime que te pasó. - le pidió la mujer después de poner sobre el cuerpo desnudo del chico una manta y sentarse a su lado en la cama como hacía cuando era un niño pequeño.

- Lola¿Una mujer puede violar a un hombre?- le preguntó sin moverse de la posición en que estaba.

- Matteo...

- Solamente contesta por favor.- le pidió cerrando los ojos.

- Si lo hizo sin tu consentimiento sí, debe ser igual a lo que sucede con las mujeres.- ella acarició el negro del pelo del joven- Dime que pasó Matteo.

- Nada, no pasó nada.- se quitó la manta de encima y se puso de pie dándole la espalda a la mujer sin importarle que estaba desnudo y caminó hacia su vestidor.

Regresó unos minutos después vistiendo un short y una camiseta como si nada.

- No pasó nada Lola. - le repitió- Y anoche yo llegué temprano y en perfectas condiciones.

- Sabes bien que lo que pase debo contarlo a tus padres Matteo. - le recriminó.

- Pero no ha pasado nada Lola, así que no hay nada que contar.

Y sin esperar a que ella dijera algo más se fue.

Desde ese día Lola vio a Matteo quedarse en su habitación por horas con el pretexto de estar estudiando y veinte días después viajó a New York para asistir al cumpleaños diecisiete de Liz, esa era la fecha en que ambos se entregarían.

.............

- ¿No era lo que esperabas?

La voz de la chica se escuchó triste en aquella habitación que ambos habían escogido meticulosamente meses antes pues soñaban con que todo fuera perfecto.

- No Liz mi amor, si fue todo como lo imaginé.

Le mintió pasando la yema de los dedos por su cara, nada era como lo había imaginado pues de su cabeza no salía aquella chica y los gemidos que tenía mientras se empujaba contra ella.

- ¿Entonces?

- ¿Entonces qué?

- ¿Porqué estás así?

- No sé, pienso que pude estar mejor, que quizás a ti no te gustara, que no tengo experiencia en hacer que la pases bien.

- No seas tonto Matteo. - lo abrazó sintiéndose aliviada con su respuesta- Es nuestra primera vez.- él la escuchó y se le atravesó una punzada en el pecho- Con el tiempo iremos descubriendo cosas y dándonos cuenta de lo que más nos gusta a cada uno pero lo primero que tienes que hacer es quitar esos pensamientos de tu cabeza, yo estoy satisfecha de como fue.

..........

Unos días después Matteo regresaba a Italia, ya no era el chico risueño y juguetón que Lola acostumbraba a encontrar en la cocina tirando de su delantal para mortificar, pero ya había cumplido los diecisiete, quizás se estuviera volviendo un hombre serio para tomar su lugar.

............

- Matteo ¿Qué haces aquí? Ahora deberías estar en el colegio.

Martina Lombardi se encontró con su sobrino parado en la puerta de su casa.

- Vine a esta hora porque quería encontrarte sola.

- ¿Qué sucedió?- no necesitaba tener una bola mágica para saber que al chico le había pasado algo.

- Deja que me siente. - le contestó señalando el mueble que había en el centro de la sala.

- Claro, ven.- habló despacio la mujer.

Matteo se sentó, respiró hondo y echó la cabeza hacia atrás para mirar al techo.

- Cuando te sucedió aquello, ¿Cómo hiciste para seguir viviendo?

La mujer no necesitaba que dijera que era el "aquello",ella lo sabía muy bien, pero su cuerpo se congeló al instante, algo parecido pudo sucederle a él o él haberlo hecho.

- Dime que pasó Matteo, quiero saber.

- Una mujer me drogó para tenerme en la cama- las lágrimas del chico corrieron por los lados de su cara sin que él dejara de mirar al techo- Y yo sé que soy un hombre y que no debo sentirme así, pero no puedo evitar sentirme violado, dime como hago para quitar esto de mi cabeza.

Martina lo abrazó y no pudo evitar romperse en llanto, tantas cosas habían vuelto a ella con las palabras de su sobrino que la desbordaron.

Estuvo aferrada al chico por un rato mientras lo escuchaba sollozar también a él hasta que al fin pudieron separarse.

- ¿Que dicen tus padres?- ella sabía que Giulia y Jim eran de gran ayuda, con ella lo habían demostrado.

- No lo saben y no lo sabrán, promete que no vas a decirles.

- Matteo ellos tienen que saber.

- Si les cuentas para mi dejarás de ser familia, no quiero que lo sepan.

- Está bien, te llevaré con mi psicólogo, es bueno.

El psicólogo que atendía a la chica en la actualidad había sido alumno de su amigo Mark, el especialista que en su momento la sacó del oscuro túnel en el que estaba escondida, y también era muy profesional.

- No, ya te dije que no quiero que nadie lo sepa, tú solamente dame un consejo.

- Matteo, yo no soy la indicada.

- Tú eres la indicada tía, más que tú no sufrió nadie por culpa de un bastardo, dime que te ayudó.

- Está bien, lo que más me ayudó fue que no dejé que aquello marcara las pautas de mi vida, tienes que tomar las riendas y dejar todo atrás.

El chico suspiró como si aquello fuera el trabajo más difícil del mundo.

- Gracias tía. - intentó levantarse para irse.

- No, te falta decirme en donde estabas que te sucedió eso.- si ella no podía contarlo a sus padres al menos iba a saber como fue que llegó a pasarle algo así.

- En una fiesta en casa de Sorrento, ella me envió un trago como regalo para bailar conmigo, no debí aceptar, no debí tomarlo. - se culpó.

- Bien.- le dijo sin más, ese Sorrento nunca le había gustado y era bastante raro que sucediera una cosa de esas en su casa y él no estuviera enterado, algo no cuadraba - No te vayas todavía, ve a la cocina y espérame, voy a hacerte algo para merendar y después vamos a jugar un poco con los videojuegos de mis hijos.

Matteo le sonrió, sabía que intentaba que él pensara en otra cosa pero le obedeció.

La mujer lo vio perderse detrás de una puerta y tomó el teléfono.

- Lucian- le habló sin esperar un saludo a uno de los hombres que la cuidó desde que ella llegara a la familia Lombardi y que ahora estaba retirado, pero que aún hacía algún que otro trabajo para ellos- Necesito que escarbes en la vida de Sorrento como si fueras un perro buscando un hueso y que me enseñes hasta el último lunar que tiene ese miserable, por favor no demores.

No le dijo nada más, colgó y se fue a la cocina.