Esther era la hija ilegítima de una familia acaudalada, cuya hermana decidió irse por "amor" con el hombre que ella tanto amaba. Él contra de Arthur, un vaquero muy apuesto, era su pobreza y cuando su hermana sintió en carne propia lo que era el hambre, decidió abandonarlo junto a su hija recién nacida, para irse con su amante.
Pese a que su cuñado intentó por todos los medios salir adelante, no tuvo de otra más que recurrir a ser un bandido, encontrando así su muerte y la de su hija. Por eso, usando su habilidad secreta, Esther hará un trato con el mismo diablo y si logra traer de regreso las almas de ellos, que han reencarnado en otro mundo, dentro de la historia de "La amante del embajador" este haría que por fin ellos tuvieran un final feliz.
¿Logrará darle una nueva vida a su cuñado?
¿Podrá su sobrina al fin tener una existencia tranquila?
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CAPÍTULO 21
Extrañada, observó con sus ojos llorosos sus manos, aquello era extraño. Jamás su don, desde que había logrado controlarlo después de su primera menstruación, empezaba a estallar por sí solo. Pensando que estaba inestable por su malestar, cerró los ojos para retomar el control.
"Sacrifica tu mayor tesoro"
"Recuerda"
"Recuerda quién eres"
"Da tu vida a cambio... y salvarás las de ellos"
"¿Quieres ayudarlos?"
"Debes acabar esta historia, solo tu muerte lo hará... solo tu fin cambiará su destino"
"Debes morir"
—¡Basta!—intentó gritar aún pálida—¡Deja de hablar!
Estaba desesperada, aquella voz era un martirio para su cabeza, y sus palabras lo único que hacían era incrementar su malestar. No fue hasta que sintió de nuevo desbordar su magia de sus manos, que comenzó a hiperventilar de la desesperación.
Con lágrimas corriendo como un río, observó como de sus manos, emergía un libro bañado en oro, provocando que se sorprendiera, ya que no sabía que ella podía materializar de la nada objetos inanimados. Extrañada, aún adolorida, pasó sus dedos por la cubierta de oro del libro.
—"La amante del embajador"—una fuerte punzada le hizo cerrar un momento sus ojos—¿Pero qué?
Cansada de lo que estaba ocurriendo, se levantó de la cama, para terminar tambaleándose ante un fuerte mareo. Con el libro oculto bajo su bata, observó el lugar para ver que se encontraba en la habitación contigua a la de su sobrino.
Según lo que veía, apenas era de noche, justo la hora de la cena, por lo que casi todos se encontraban en el piso de abajo. Por ende, sería más fácil moverse sin tener que toparse con nadie hasta poder llegar a su habitación.
En efecto, fue sencillo, hasta los mayordomos se encontraba cenando. Así, caminando con cuidado, apoyándose en las paredes, tras un esfuerzo, finalmente llegó al ático donde se encontraba su habitación. Allí, observó sorprendida que debajo de su catre, algo brillaba de la misma forma que lo hacía el libro que ocultaba.
Con cuidado, se agachó y sacó debajo de su catre una maleta en la cual contenía su disfraz, cuando asumí su alter ego de "Francisca".
—¿Por qué está brillando?—preguntó desconcertada.
Su disfraz no estaba hecho de magia, de hecho, estaba hecho en casi su totalidad de materiales de baja calidad. Por consiguiente, no podía entender como en este había rastros de su magia. Temiendo que algo estuviera pasando, sintió un mal presentimiento.
—Creo que es hora de irme—susurró.
Levantándose con pesar, caminó hasta la puerta para ver a Alexander y su sobrino; sin embargo, se detuvo, apenas tocó el pomo. Sabía que tarde o temprano debía desaparecer de la realeza, pero al menos quería hacerlo bien con respecto a Alex.
Sabía que el embajador la estaría esperando, no solo a ella sino a su otra yo, pero no podían verse en esa ocasión, menos cuando no entendía por qué su magia estaba tan inestable. Así, dándole la espalda a la puerta, tomó la decisión de irse. Una vez estuviera todo bajo control, Francisca volvería a reencontrarse con su cuñado.
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Aquella noche, después de cenar, se le fue informado a Alexander la desaparición de Penélope. Sintiendo por primera vez un miedo mortal, corrió hasta la habitación, para encontrar que en efecto estaba vacía. Se sentía tan desesperado, que mandó a revisar la mansión y sus alrededores varias veces, en vano.
Su corazón le dolía, la preocupación estaba en lo más alto, ni siquiera Francisca, su supuesta aliada, había llegado. Ansioso a más no poder, comenzó a beber, mientras tenía a su lado la caja con ganzúas que le daría a Byron. Solo esperaba que su mayordomo tuviera éxito en su tarea.
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DOS DÍAS DESPUÉS...
Una mujer de cabellera negra y ojos rosáceos, terminaba de colocarse su delantal, lista para abrir su pastelería, no sin antes revisar como estaba su abuelo, el único familiar que la ha cuidado realmente, pese a su estatus como hija ilegítima. Al verlo dormir placidamente, al lado de su gatito, sonrió y bajó las escaleras al primer piso, donde estaba su negocio.
Aún estaba herida, su espalda seguía cubierta con vendajes, pero tenía que aparentar y seguir adelante por su abuelo, así como por sus planes de venganza. Le había sorprendido no ver aún a Alexander; sin embargo, estaba segura de que pronto su cuñado se daría cuenta de donde estaba oculta.
No obstante, jamás pensó que, en aquella mañana, casi lluviosa, fría debido a la tormenta que azotó la madrugada, se encontraba alguien que nunca pensó ver de esa forma tan lastimera. Apurada, tomó un paraguas y salió a la cera de al frente, donde el hombre estaba sentado, con la cabeza gacha, completamente empapado.
Sería un problema, sí, sus vecinos, faltando poco para que comenzaran a salir a sus respectivos trabajos al mercado, vieran en esas condiciones a un hombre tan famoso y respetable como el embajador de la India, esposo de la bisnieta del rey.
—¿Dónde estabas?—le preguntó el hombre agarrando su mano—te he estado buscando.
—Le dije que desaparecería de la familia real—respondió arrodillándose frente a él—¿Mi lord?
—El trato... ¿Aún quieres hacer el trato?—preguntó el hombre dejando a la mujer atónita.
Mientras ambos estaban, bajo la leve lluvia, viéndose directamente a los ojos, no pudieron evitar recordar como fue que todo había llegado a ese punto, tan solo una semana antes.
i puedan ser felices cuando todo termine😮💨😮💨