"El Misterio del Bosque Encantado" es una emocionante novela de aventuras que sigue a Lucas, un joven aventurero que, desafiando las advertencias de su pueblo, explora un bosque misterioso lleno de secretos. Tras encontrar una puerta oculta y enfrentarse a una criatura mítica, Lucas descubre que su destino está ligado a una espada ancestral y a un portal que lo transporta a un mundo desconocido. Allí, es recibido por un grupo de guerreros que lo guiarán en una nueva misión, mucho más peligrosa de lo que jamás imaginó. Esta es la historia de un viaje lleno de valor, misterio y descubrimientos.
NovelToon tiene autorización de Ronmell Preza para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
El Umbral de lo Desconocido
Lucas se encontraba frente al portal, observando el resplandor dorado que emanaba del suelo. La luz lo envolvía, cálida pero misteriosa, como si fuera una invitación y, al mismo tiempo, una advertencia. Sabía que este portal no era cualquier puerta; era un umbral hacia lo desconocido, un paso hacia algo mucho más grande que él, más grande que todo lo que había conocido en su vida hasta ahora.
El cansancio que lo invadía después de la batalla con la criatura aún pesaba sobre su cuerpo, pero una energía extraña, casi sobrenatural, lo empujaba hacia adelante. La espada que había utilizado para derrotar a la bestia seguía en su mano, más ligera de lo que parecía cuando la tomó por primera vez. Miró una vez más hacia el portal y, sin pensarlo más, dio un paso hacia él.
Tan pronto como cruzó el umbral, el aire a su alrededor cambió drásticamente. Un viento cálido lo envolvió, y por un momento, Lucas sintió como si estuviera flotando en un vacío sin tiempo ni espacio. Todo a su alrededor se desvaneció: el suelo, las paredes de la caverna, incluso su propio cuerpo parecían difuminarse, perdiéndose en una sensación de ingravidez. Fue una sensación desconcertante, como si el mundo entero hubiera dejado de existir, y solo quedara él, suspendido en un abismo de luz y oscuridad.
De repente, con un sonido sordo, Lucas cayó sobre una superficie sólida. El golpe fue suave, como si el suelo hubiera amortiguado su caída de manera deliberada. Cuando abrió los ojos, se encontró en un lugar completamente diferente. Ya no estaba en la caverna subterránea; ahora se encontraba en un vasto paisaje, pero no era como nada que hubiera visto antes.
Estaba de pie en una pradera inmensa, con colinas ondulantes que se extendían hasta donde alcanzaba la vista. El cielo era de un color azul profundo, pero no era el cielo que conocía. Había dos soles brillando, uno más grande que el otro, y una luna plateada colgaba en el horizonte, aunque era pleno día. A lo lejos, una cordillera de montañas se alzaba majestuosa, sus picos cubiertos de una nieve resplandeciente que parecía brillar con una luz propia.
—¿Dónde estoy? —murmuró Lucas, incapaz de comprender el lugar al que había llegado.
—Estás en el reino de Nymara —respondió una voz desde atrás.
Lucas se dio la vuelta de golpe, instintivamente levantando la espada. Ante él se encontraba un hombre alto, de porte imponente, con una armadura que parecía hecha de plata y luz. Su rostro era sereno, pero sus ojos reflejaban una sabiduría antigua, como si hubiera vivido muchas vidas. Tenía el cabello largo, que le caía en mechones dorados sobre los hombros, y en su espalda colgaba una capa blanca que ondeaba suavemente con el viento.
—¿Quién eres? —preguntó Lucas, manteniendo la espada alzada, aunque el hombre no parecía tener intención de atacarlo.
—Mi nombre es Elyon —respondió el hombre con calma—. Soy el guardián de este reino y protector del portal. Te estaba esperando.
—¿Me estabas esperando? —repitió Lucas, confundido—. Yo no sabía ni siquiera que iba a cruzar este portal. No entiendo qué está pasando.
Elyon sonrió, pero su sonrisa no era de burla, sino de comprensión.
—Lo sé, Lucas. Muchas veces, quienes llegan aquí no comprenden su propósito al principio. Pero cada uno tiene un papel importante que desempeñar en los eventos que están por venir. Tú has sido elegido para una misión que va más allá de tu mundo, más allá de lo que tu mente puede comprender en este momento.
Lucas bajó la espada lentamente, sintiendo que no estaba en peligro, al menos no de parte de este hombre. Pero las palabras de Elyon le resultaban difíciles de procesar. "Elegido". Esa palabra había sido mencionada antes, por la voz en su mente cuando tomó la espada. Pero él no se consideraba especial. ¿Cómo podía ser elegido para algo si apenas sabía lo que estaba haciendo?
—¿Qué misión? —preguntó finalmente—. ¿Por qué yo?
—Esa es una pregunta que muchos se hacen al principio —respondió Elyon, acercándose un poco más—. Pero, como habrás notado, el bosque donde encontraste la puerta no es un lugar común. Hay fuerzas más allá de lo que conoces que están en constante conflicto, y tu mundo está al borde de verse arrastrado a esa batalla. El portal que atravesaste es solo una de las muchas puertas entre mundos, y la criatura que enfrentaste era solo un emisario de lo que se avecina.
Lucas frunció el ceño. Todo esto sonaba demasiado grande, demasiado extraño para él. Sin embargo, no podía negar lo que había visto con sus propios ojos. El bosque, la puerta, la criatura… Todo aquello era real, aunque no podía explicarlo.
—¿Y qué se supone que debo hacer? —preguntó, aún tratando de asimilarlo todo.
Elyon hizo un gesto hacia el horizonte, señalando las montañas a lo lejos.
—Allí, en las montañas de Nymara, se esconde una llave. Una llave que abrirá una puerta hacia el corazón de la oscuridad que se avecina. Tu misión es encontrar esa llave antes de que lo hagan aquellos que desean destruir nuestro mundo y el tuyo. Si fallas, las consecuencias serán catastróficas para ambos.
Lucas sintió una opresión en el pecho. La magnitud de lo que Elyon le estaba diciendo lo abrumaba. Apenas había logrado sobrevivir a la criatura en la caverna, y ahora se encontraba envuelto en una misión que podría determinar el destino de dos mundos. ¿Cómo iba a lograr algo así?
—No estarás solo en esta misión —añadió Elyon, como si hubiera leído sus pensamientos—. Hay otros que te ayudarán en el camino. Ellos también han sido llamados a cumplir su destino, igual que tú. Pero el tiempo es limitado. Los enemigos ya están en movimiento, y no dudarán en destruir todo a su paso para alcanzar su objetivo.
Lucas asintió lentamente, aunque aún sentía que estaba en medio de un sueño del que no podía despertar.
—¿Dónde encuentro esa llave? —preguntó, aunque parte de él temía la respuesta.
Elyon extendió la mano y, con un movimiento fluido, creó una imagen en el aire. Una proyección de luz que mostraba una antigua ciudad escondida en las montañas.
—La llave está oculta en la ciudad perdida de Erendor —dijo Elyon—. Se encuentra en lo más alto de las montañas. Pero no será fácil llegar hasta allí. Las montañas están protegidas por antiguos guardianes, y las fuerzas oscuras ya han enviado a sus secuaces para buscar la llave.
Lucas estudió la imagen. La ciudad parecía majestuosa, pero también desolada, como si hubiera estado abandonada por siglos. Las torres estaban derruidas, y las murallas parecían haber sido desgastadas por el tiempo y las batallas. A su alrededor, un bosque de pinos oscuros y una niebla espesa la rodeaban, dándole un aire de misterio y peligro.
—Debes partir pronto —añadió Elyon, haciendo desaparecer la proyección—. Te daré un mapa que te guiará hasta la ciudad. Pero ten cuidado, Lucas. No todos los que encuentres en el camino serán amigos.
Antes de que Lucas pudiera preguntar algo más, Elyon levantó la mano y, de repente, Lucas sintió una ráfaga de viento. La pradera y el cielo se desvanecieron, y su entorno cambió nuevamente. Ahora se encontraba en lo que parecía ser un campamento en las faldas de las montañas. El sol ya se había ocultado, y el crepitar de una fogata iluminaba el lugar. Junto a la fogata, vio a dos figuras.
La primera era una mujer joven, de cabellos oscuros y mirada intensa. Llevaba una armadura ligera y un arco colgaba de su espalda. A su lado, un hombre de aspecto robusto, con una gran hacha apoyada en el suelo, la observaba con expresión seria.
—Tú debes de ser Lucas —dijo la mujer, levantándose y acercándose—. Soy Mara, y él es Torak. Hemos estado esperando.
Lucas los miró, sorprendido de encontrarse tan rápidamente con otros en su misión.