Amor a domicilio, es una historia de romance que se centra en Lya, una chica pobre, pero trabajadora que tiene el sueño de superarse a sí misma. Para esto, ella toma cualquier trabajo para ahorrar dinero para la matrícula de la universidad donde ella quiere estudiar. También, está William un joven millonario egocéntrico que cree que todas las personas tienen un precio cuando están necesitadas. Accidentalmente, las vidas de estos dos se cruzan y viven una encrucijada hasta descubrir que son el uno para el otro.
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XXI.
WILLIAM VON BRAUN
Mi madre nos dejó en paz. Un año sin saber de ella. Lya está finalizando su segundo año en medicina, y eso me llena de alegría.
El tiempo pasa y nunca vuelve atrás. Vivimos en constante cambio, en constante evolución, sumidos en rutinas estresantes, viendo cómo el tiempo se nos escapa de las manos sin que seamos plenamente conscientes de ello. Por eso, comprender en profundidad lo que es el paso del tiempo es entender mejor qué es la vida y quiénes somos nosotros. Desearía que mis padres aceptarán mis decisiones, mis elecciones, porque al final mi felicidad es lo primero.
Mi padre nunca se ha pronunciado al respecto. Siento como que todo este alboroto que ha hecho mi madre no le importa.
Decidido lo llamé.
— Hola papá, soy William— Un silencio invadió la llamada — te he llamado para saber cómo estás y decirte que estoy bien. Me he casado con una mujer que se reta a ser mejor cada día.
No sé si hablé de más, Pero siento que mi padre es muy diferente a mi madre.
— ¿Realmente eres tú William?
— Si padre.
— Tu mamá me contó algunas cosas. ¿Cuando regresas a casa? Sabes que he trabajado duro por esta empresa y por todos los bienes para que al final seas tú quien dirija. Pero has huido de tus responsabilidades y no has terminado la universidad.
— Papá, solo te llamaba para ver cómo estabas. Me despido— colgué la llamada.
Es difícil aceptar que soy un adulto y tomó mis propias decisiones.
Lya llegó a casa, se veía agotada.
— ¿Cuándo sales de vacaciones? Ya pronto es navidad.
— Una semanita más y para navidad aún faltan un par de semanas.
Ella se sentó. Se veía enferma. Me acerqué y le toqué su frente. Lya tenía fiebre.
— Entra al baño. Voy a conseguirte un paracetamol. Tienes un poco de fiebre.
Ella me clavó esa mirada que no podía ocultar que algo sucedía.
— ¿Pasó algo en la universidad?
— No ha pasado nada. Solo que, me siento cansada.
Lya entró al baño. Yo busqué medicina para su fiebre. Cuando ella salió, solo me abrazó.
— He cometido un error— ella empezó a llorar.
Mi cabeza hizo una explosión de pensamientos inadecuados. Me imaginé lo peor.
— ¿Cuál fue ese error? ¿Me fuiste infiel?
— No es eso.
— Entonces que es. No me hagas pensar mal.
— Me olvidé de tomar la pastilla hace como dos meses, dije que me la iba a tomar , pero se me olvidó cuando me puse a hacer un informe de clases.
— Sé directa. No estoy comprendiendo.
— Estoy embarazada.
En ese momento quedé sin habla. No me esperaba esa noticia, que para mí no había ningún problema.
— Voy a hacer papá — la besé en la frente— es la mejor noticia que he recibido en mi vida.
— No estás molesto. Nunca hemos hablado sobre tener hijos. Además, un hijo es una gran responsabilidad que siento que no podré lidiar. No sé cómo actúan las madres.
— Tranquila. No hay un manual de padres. No te estreses. Esto hay que celebrarlo. ¿Entonces tú temperatura es por estrés?
— Tendré que dejar de estudiar.
— No tienes por qué dejar de estudiar. Estar embarazada no es una enfermedad. Y yo te voy a apoyar toda la vida.
Ella me abrazó con fuerza.
— Tontita, crees que un hijo nos va a separar. Jamás. Un hijo va a reforzar todo mi amor por ti. Eso significa que tengo que esforzarme al doble para que ambos estén bien en todos los aspectos.
Limpié sus lágrimas. Ella una vez me contó que sus padres la dejaron en un orfanato y que fue adoptada por una familia que la veía como un juguete de la hija de la familia. Entiendo esas inseguridades.
— Esta noticia es la mejor de toda mi vida. Hoy preparo la cena. Usted, mi bella dama, sientate y calmese.
Me puse a preparar la cena. Estoy que mi corazón reboza de felicidad.