La Intrusa

Capítulo 21

Damián llegó a buscar a Adela, estaba furioso. Ella se sorprendió al verlo llegar, se suponía que tenía un evento muy importante y no la vería.

—¿Pero qué pasa?—preguntó Adela

—Que va a pasar, que mi padre se casó con una completa extraña, que no sabemos nada de ella y que ya no podemos hacer nada.—respondió Damián, Adela no esperaba esa mala noticia.—¿Que pasa te afecta que mi padre ya no le intereses?.—preguntó Damián

—No, pero me sorprende es todo.—respondió Adela

—A mí no tienes porque mentirme, estás celosa de que mi padre ya te haya cambiado por otra. No olvides que tú eres mía.—le decía Damián mientras la intentaba besar

—Basta déjame estas diciendo puras estupideces.—lo empujó Adela

—No ven para acá, yo pago por ti y vas a complacerme cuantas veces se me antoje.—le decía Damián mientras la obligaba a estar con él. Más tarde estaba muy pensativo mientras Adela estaba sobre su pecho.

—Sabes esa mujer tiene algo malo.—dijo Damián

—¿De qué hablas?.—preguntó Adela

—La vi unos minutos, su mirada se clavó en mi mente. Su ojos transmiten pasión y deseo.—respondió Damián

—Cuidado, eso se puede volver una tentación.—dijo Adela

—Jamás, solo estoy analizando porque mi padre se casó con ella, pero haré hasta lo imposible por regresarla de dónde vino.—decía Damián

Cuando Damián se quedó dormido, Adela quería llorar de coraje, le dolía enterarse de que Federico ya no era libre. Sabía que un hombre como él, siempre tendría a alguien dispuesta a todo. Ya que era maravilloso, ella lo había hechado todo a perder.

Ya era muy tarde, después de que se fueron los invitados, Valeria acompañó a Ingrid a su habitación.

—Valeria estoy feliz de que estés aquí.—decía Ingrid

—Yo estoy feliz de estar aquí contigo y con tu papá, te ayudo para que te quites el vestido. Ponte pijama y te ayudo a cepillar tu largo y hermoso cabello.—decía Valeria, fue Ingrid a poner su pijama y salió a la brevedad para dejar que Valeria cepillara su cabello.

Ingrid le platicaba su día a día en el colegio, sobre sus amigas, y todo lo que le preocupaba. Federico veía tan hermosa escena, sin duda su esposa quería a su hija preferida de una manera auténtica. Eso lo hacía sentir tranquilo.

—Ahí están mis hermosas princesas, me gusta verlas así tan unidas.—expresó Federico

—No debes escuchar conversaciones ajenas papá, es de mala educación.—decía Ingrid

—Esta bien, vine por mi esposa porque eres capaz de convencerla de dormir contigo. Y yo también quiero dormir con ella.—respondió Federico

—Ya voy a nuestra habitación mi vida.—dijo Valeria

—Bien allá te espero.—dijo Federico, le dio un beso a Ingrid y salió.

—Te quiero mucho Vale.—dijo Ingrid

—Yo te quiero más.—respondió Valeria, después de ayudarla a acostarse. Salió de su habitación.

Desde el pasillo estaba Marbella espiando, que saliera para entrar a la recámara de Ingrid. Entró con cuidado para sorprenderla.

—Eres una traidora.—decía Marbella mientras la jaló del cabello

—Suéltame Marbella, no se de qué hablas.—dijo Ingrid

—Como permitiste que mi padre se casara con esa prostituta, responde mocosa.—la amedrentaba Marbella

—Ella no es una prostituta, es la esposa de mi papá y yo la quiero mucho.—respondió Ingrid

—Estúpida mocosa alcahueta.—le decía Marbella, se subió sobre ella para golpearla. Valeria escuchó los gritos de Ingrid.

—Mi amor algo le está pasando a Ingrid.—dijo Valeria y salió de prisa. Federico estaba poniéndose pijama.

Entró deprisa a la habitación de Ingrid, Valeria se acercó para quitarle a Marbella de encima.

—No me toques maldita trepadora.—dijo Marbella y le soltó una bofetada, Valeria sin pensarlo se la regresó.—Como te atreves a golpearme.—le reclamaba Marbella

—Jamás vuelvas a tocarme, y menos a Ingrid.—le decía Valeria

—¿Que pasó?.—preguntó Federico

—Que tu prostituta me abofeteó.—respondió Marbella

—Tu le pegaste primero, y también me pegó a mi papá.—era la primera vez que la delataba Ingrid

—Pero como es posible Marbella, qué pasa contigo.—le gritaba Federico

—Ella es una alcahueta que permitió que te enredaras con esta.—gritaba Marbella

—Está tiene su nombre, y no tengo porque aguantar tus groserías.—respondió Valeria

—Guarda silencio Marbella.—decía Federico

—No no me voy a callar, que crees que una mujer de su edad, quiere realmente estar con un viejo como tú.—le dijo Marbella, Federico no tolero más y la abofeteó.

—Te dije que ya te callaras, ahora quítate de mi vista.—le dijo Federico.

—Jamás me habías pegado, esto me la vas a pagar.—le dijo Marbella y salió hecha una furia. Valeria abrazaba a Ingrid.

Federico estaba destruido, nunca le había levantado la mano a ninguno de sus hijos, pero le dolió las palabras de Marbella.

—Perdónenme por esto que hice.—dijo Federico y salió de la habitación de Ingrid

—¿Estás bien?.—preguntó Valeria

—Si, pero papá jamás le había levantado la mano a ninguno de nosotros. Ve con el.—respondió Ingrid

—Descansa.—dijo Valeria

Valeria regresó a su habitación, su esposo estaba sentado en el sillón junto a la ventana. Ella se acercó para consolarlo.

—Vida, perdón por haber respondido al golpe de tu hija. Me dio mucho coraje, no pude evitarlo.—dijo Valeria

—No es tu culpa, y menos que ellos sean tan groseros, yo no los eduqué correctamente. Ahora ya no puedo corregirlos, te confieso que me dolieron sus palabras hasta el alma.—le decía Federico

—Mi amor, lo que dijo sabes que no es verdad. Yo te amo y siempre te voy amar.—le decía Valeria

—Soy viejo es verdad, tú eres joven y tarde o temprano tal vez dejes de amarme.—expresó Federico

—Ya olvidaste que yo te amo, así como eres. Tal vez seré joven, más no eterna, y tú tampoco pero yo estaré contigo hasta el último aliento que nos quede. Nadie le dice viejo a mi esposo, porque para mí eres el hombre más guapo y maravilloso que existe.—le decía Valeria

Federico abrazó a su esposa, no evito llorar. Frente a Valeria no él importaba mostrarse débil, sabía que ella lo comprendía y no lo juzgaba. Se sentía tranquilo con ella, Valeria lo invitó a la cama, ahí se quedó abrazándolo y jugando con su cabello mientras se dormía.

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