Mayday Y Sus Magníficas Vacaciones En Amphy City

La casa de mis abuelos era inmensa, no era una casa muy bonita, ni olía bien, pero… Uhm… No se me ocurre nada bueno más que mis abuelos. Su casa olía a lo mismo que huele una persona cuando no se baña en semanas. Lo que no solo llamó mi atención sino que también la de mi papi.

—Ugh, mamá, ¿a qué huele? Huele a perro muerto

—Jaja, supongo que el señor Ildefonso esta con sus locos experimentos en la habitación de arriba —respondió mi abuelita mientras se preparaba un café negro—.

—¿Ático? Espera… ¿Mi abuelo también vive aquí contigo? —preguntó papi—.

—Creí que su papá biológico se había ido a vivir a Estados Unidos con su esposa —añadió mami recargada en la pared y con los brazos cruzados—.

—Lo hizo, mamá tuvo que criarme sola por ese señor pero supongo que saben como es el rey de… Los dramas, y no puedo negarle espacio en la casa, ya que como mamá diría: “Nataly, no seas como él y dale un hogar a tu padre”

—Mi abuelo sigue en esas cosas ¿verdad?

—Sí, el rey del drama sigue metido en esa gran imaginación de que es un hechicero y que es uno de los elegidos de dios, jaja, deberían verlo, desde que llego lleva puesto un sombrero hecho de lana según para que la bruja no lo controle

—Jaja, nunca cambia ese señor —se burló mi papi—.

—Jaja, supongo que Mayday y él se llevarán bien, están igual de locos

Fruncí el rostro al escuchar mientras enterraba mi rostro en el hombro de papi. Aunque ese señor me generaba curiosidad, nunca había conocido al papá de mi abuelita, papi no lo menciona mucho pero siempre que lo hace me dice que soy idéntica a él, y que le recuerdo a él.

Así que a pesar de que mis papis me habían prohibido salir otra vez, por lo que había pasado en el patio con esas tontas bravuconas, me escabullí de ellos mientras estaban distraídos dándose de besos para subir al segundo piso sin que se dieran cuenta.

Curiosa abrí la puerta, encontrando a un viejito bailando alrededor de una parrilla para hacer hamburguesas, que apestaba a perro muerto, toda la habitación estaba llena de chatarra desde celulares viejos hasta el pienso que comían los hamster, solo que en lugar de hámster lo que cuidaba ese viejito loco eran ratas.

—¡Virgen Rose! ¡Mister Glowp! ¡Hela! ¡Valk! ¡Time! ¡Moon! ¡Diosa isis! ¡Oldereanos! ¡Fuerzas sobrenaturales! Bailo por su poder, por su don a nosotras las mariposas, ayuden a esta familia a salir de las garras de la Lonexiety que acecha este lugar ¡Sa! ¡Sa! ¡Sa! ¡Bua! ¡Bua! ¡Bua!

—Ahm… ¿abuelito? —dije inclinando la cabeza—.

—¿Qué? —mi bisabuelo corrió hacia mí para agarrarme de los hombros—. ¿Stanley?

—N-no, él es mi papi, yo soy Mayday Brown

—Uhm, no sabía que mi nieto tenía una hija, menos que fuera tan pequeña —volteó a ver a sus ratas—. ¿Qué? ¿El patio? —me vió de nuevo—. ¡Pequeña Stanley!, no salgas al patio hasta que tus padres regresen, ¿entendido? Y por nada del mundo te separes del felino, los gatos son astutos y suelen proteger las casas de las malas vibras

—O-okey —respondí incómoda mientras abrazaba con más fuerza a Luna—.

—Oye Stanley, tú eres buena con los celulares, ¿no es así?

—¡Sí, soy la mejor! Papi, dice que soy una genio para mí edad

—Entonces toma una foto de ventanas, puertas, pinturas, muebles y todo lo misterioso de la casa, ¿de acuerdo? —dijo, entregándome su celular—.

—¡De acuerdo, Abuelito! ¡Deje que me encargue de eso!

—Buena chica, ahora ve y tráeme esas fotografías

No sabía por qué quería las fotos aunque nunca decía que no a una aventura, así que salí corriendo de su habitación para explorar la casa de mi abuelita y tomar muchas fotos de cada ventana, cada puerta, cada pintura y cada grieta de la casa.

Di pequeños saltitos por toda la casa como un conejito, aunque, claro, no como cualquier conejito, sino uno con una misión de exploración. Por el camino, tarareando mi canción favorita de Haitana, salté por los pasillos, vi muchos cuadros curiosos y chistosos, como uno donde un gatito estaba jugando cartas, otro de una princesa que estaba sentada en su trono y una de un chango con frutillas.

De pronto, en mi misión hiper importante de exploración me encontré con una puerta que estaba cerrada con un inmenso candado de metal, era enorme casi del tamaño de mi cabeza. Sin duda mi abuelita no quería que nadie cruzara esa puerta y yo debía descubrir porque…

—¡Abuelita! Necesito que me ayudes

—¿Huh? ¿Qué es lo que necesitas, querida?

—No puedo decirlo ya que es una misión súper importante pero necesito la llave del patio

—¿Eh? Pero si no hay ninguna puerta al patio mi amor

—Abuelita, ¿Entonces esa puerta roja a dónde lleva?

—Ah, te refieres a esa puerta, creo que tengo la llave para abrirla. Solo dame un momento

Mi abuelita se acercó a un pequeño mueble para abrir un cajón repleto de llaves, cada llave era de un color distinto y de una forma muy diferente a las otras, eran como un tesoro de arco iris ¡Un arco tesoro de muchos colores!.

De entre todas esas llaves, agarró una que tenía la una apariencia similar al de una telaraña.

—Te la daré si a cambio me ayudas llevarle su comida a tu prima, ha estado en su habitación todo el día y no ha bajado

—¡Sí, abue! ¡Solo ayúdeme a resolver todos los misterios de esta casa!

—Bien, entonces te abriré esa misteriosa y mágica puerta roja

Cómo toda buena cazadora de misterios llevé a mi abuelita a esa misteriosa puerta roja para que abriera ese inmenso candado. Ella lo abrió con esa llave en forma de telaraña, solo que al abrirlo pude ver lo que era la decepción, esa tonta puerta llevaba a un habitación totalmente vacía con muchas telarañas en las paredes.

—Supongo que este era el almacén de mi mamá antes de fallecer

—eh… esto es una basura

—Jajaja, si es un poco decepcionante, pero si quieres podemos decorarlo esta noche cuando tus padres se vayan