Luigui Cardona hijo adoptivo de Cardona el encargado de la mafia Italiana.
Enamorado de Emma Greco Alvarez una de las hijas menores de Giacomo Greco y Soledad Alvarez .
Emma es la menor de las trillizas y es la última de los hijos de esta familia .
Es la más parecida en la forma de ser a Soledad pero tiene la fuerza , fortaleza de Giacomo.
Enamorada de Luigui en la cual le declara su amor a él siendo rechazada , eso le rompe el corazón a la pequeña Emma , pero no le impide después de cinco años aprovechar la situación y obligarlo a casarse con él así cumpliendo las palabras que le dijo ese día.
Luigui aceptará ese gran amor que siente por Emma desde el primer día en que la conoció .
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CAPITULO 3
Emma se miró al espejo y se vio radiante, hermosa y sexy con aquel vestido rojo que moldeaba cada curva de su cuerpo como si hubiera sido diseñado, solo para ella. Una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios al imaginar la reacción de Luigui al verla. Caminó hacia la cama y tomó la máscara negra que completaría su atuendo. Se la colocó lentamente, observando cómo su reflejo adoptaba un aire misterioso y seductor. Aquella noche, nadie la reconocería, y ella tendría el control absoluto sobre Luigui.
Mientras tanto, en el lugar del evento o fiesta, Luigui estaba rodeado de sus amigos, conversando y disfrutando de un buen whisky. Las risas y charlas llenaban el ambiente, junto con la música elegante que ambientaba el salón. Él, con su porte imponente y atractivo natural, captaba la atención sin siquiera intentarlo. Vestía un traje negro perfectamente ajustado a su figura, y su máscara le daba un aire aún más intrigante.
De repente, el murmullo del salón se apagó y todas las miradas se dirigieron hacia la entrada. Una mujer de vestido rojo avanzaba con una seguridad arrolladora. Cada paso que daba con sus tacones resonaba en el suelo, marcando su presencia. Su máscara negra acentuaba el misterio que la rodeaba, haciendo que cada hombre en el salón se preguntara quién era, esa tan hermosa mujer.
Luigui sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando su mirada se cruzó con la de ella. Había algo en esos ojos, algo familiar y, al mismo tiempo, desconocido. No podía apartar la vista de aquella diosa de rojo que avanzaba con la determinación de quien sabe exactamente lo que quiere. Sintió su corazón acelerar y su curiosidad no paro de crecer poco a poco por ella . ¿Quién era aquella mujer?.
Emma notó la expresión absorta de Luigui y una sonrisa juguetona apareció en sus labios. Su madre, Soledad, le había contado cómo iría vestido, qué máscara usaría, y ahora estaba allí, frente a él, lista para jugar su mejor carta. Se acercó a la barra con movimientos elegantes y seguros, como una cazadora que tiene su presa en la mira.
—Esos ojos… —susurró Luigui, embelesado, antes de caminar hacia ella sin apartar la vista.
Se sentó a su lado, pidiendo otro whisky, y le dedicó una sonrisa encantadora.
—Buenas noches, hermosa.
—Buenas noches, guapo —respondió Emma con un tono atrevido, asegurándose de que él no sospechara quién era realmente ella.
La conversación fluyó con naturalidad, llena de miradas cómplices y sonrisas provocadoras. Emma jugaba con el vaso en sus manos, rozando sus labios con el borde del cristal, dejando que su lengua tocara ligeramente el licor antes de tragar. Luigui la observaba y estaba muy embelesado al lado de ella preguntándose por qué le resultaba tan magnética y le recordaba un poco a la pequeña Emma , pero apartó esa idea de su cabeza rápido.
—Eres increíblemente hermosa —susurró Luigui, inclinándose cerca de su oído, haciendo que un escalofrío placentero recorriera el cuerpo de Emma.
—Y tú, increíblemente eres muy guapo y sexy —replicó ella, sintiendo cómo el deseo crecía entre ambos.
Luigui extendió una mano y la invitó a bailar. Emma aceptó con una sonrisa misteriosa y se dejó guiar hasta la pista. Sus cuerpos se acercaron peligrosamente mientras se movían al ritmo de la música. Él la sostenía con firmeza, sintiendo el calor de su piel a través de la tela del vestido.
—Bailas como si supieras exactamente lo que quieres —susurró Luigui con una sonrisa traviesa.
—Y tú me sostienes como si no quisieras soltarme nunca —respondió Emma con la misma picardía.
Él la atrajo un poco más, acercando sus rostros. La música envolvía el momento, cada movimiento cargado de tensión y deseo contenido crecía con cada paso entre ellos . Sus miradas se encontraron una vez más, y el aire entre ellos se volvió eléctrico.
—Me gustaría pasar más tiempo contigo esta noche —dijo Luigui, sin apartar la mirada de sus labios.
Emma inclinó la cabeza, acercándose a su oído.
—Entonces salgamos de aquí —susurró.
Luigui no lo dudó ni un segundo. Tomó su mano y, sin necesidad de más palabras, ambos se dirigieron juntos hacia la salida, perdiéndose en la noche que aún tenía muchas promesas por cumplir.
El aire fresco de la noche los envolvió mientras caminaban juntos hacia el coche de Luigui. Emma sentía la adrenalina recorrer su cuerpo, disfrutando de la sensación de tener el control de la situación. Se inclinó levemente y le sonrió con misterio.
—¿Y ahora qué sigue? —preguntó ella, con un tono juguetón.
Luigui abrió la puerta del auto y la invitó a subir.
—Creo que esta noche apenas comienza —dijo él, encendiendo el motor con una sonrisa confiada.
Conforme avanzaban por la carretera iluminada por las luces de la ciudad, ambos disfrutaban del silencio cómodo que los envolvía. Emma sabía que estaba jugando con fuego, pero no le importaba. La emoción del momento lo valía todo y esa noche todo estaba saliendo a la perfección como ella lo había planeado.
—Admito que no esperaba encontrar a alguien como tú esta noche —confesó Luigui, sin apartar la vista de la carretera.
Emma sonrió y, con la mirada fija en él, respondió:
—Y yo admito que esperaba encontrarte a ti.
El juego de seducción continuaba, cada palabra, cada gesto, llenando de tensión el ambiente. Luigui giró el volante y tomó un camino más tranquilo, alejándose del bullicio de la ciudad. Emma lo observó con curiosidad, preguntándose cuál sería su siguiente movimiento.
—Te llevaré a un lugar especial —dijo él, con un brillo en la mirada.
Emma no necesitaba saber más. Sabía que aquella noche quedaría grabada en su memoria por mucho tiempo.
—Me gustaría pasar esta noche contigo —murmuró Luigui, sin apartar la mirada de la carretera.
Emma sintió como su cuerpo se empezó a encenderse ante sus palabras, pero no quería que fuera tan fácil. Se acercó a su oído y le susurró con voz seductora:
—Me encantaría ser tuya por esta noche, pero tengo una condición.
—Dímelo —pidió él, atrapado en su hechizo.
Emma se inclinó aún más y, con un tono cargado de sensualidad, dejó que sus labios rozaran suavemente su lóbulo antes de susurrarle:
—Nos podemos quitar toda la ropa… menos nuestras máscaras.
El deseo en los ojos de Luigui se intensificó, y sin dudarlo, respondió con una sonrisa encantadora:
—Como digas, hermosa.
El resto de la noche prometía ser una batalla de seducción y placer, donde la identidad quedaría oculta, pero el deseo sería más real que nunca, entre ellos dos...
Continuara ...
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