Sipnosis
En la cosmopolita ciudad de Busan, tres vidas se entrelazan en un inesperado triángulo de emociones. Joon-Ho, un humilde maestro de matemáticas, lucha por equilibrar su pasión por la enseñanza con las limitaciones de su origen. Durante una conferencia, su vida da un vuelco al conocer a Han Soo-Yeon, una encantadora profesora de arte y dueña de una acogedora biblioteca. La conexión entre ellos es instantánea, aunque sus mundos parecen demasiado lejanos para unirse.
Mientras Joon-Ho intenta conquistar el corazón de Soo-Yeon, no se percata de los sentimientos de Mi-Ra, una de sus estudiantes, hija de una familia adinerada y atrapada en un amor no correspondido por su maestro. Desde hace meses, Mi-Ra guarda en secreto lo que siente, pero la creciente cercanía entre Joon-Ho y Soo-Yeon pone a prueba su paciencia y valentía.
Entre las lecciones de la vida y las barreras que impone la sociedad, "Oh, ¡Maestro! Quiéreme" explora los conflictos del amor prohibido, las
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Una vida miserable y precaria.
La pequeña lámpara en el rincón del apartamento de Kang Joon-Ho parpadea, mientras alumbra las paredes descascaradas.
Es un espacio modesto, apenas suficiente para él, su madre y su hermano menor. La cocina, estrecha y en mal estado y con muebles desgastados, está separada del resto del apartamento por un viejo biombo que alguna vez fue elegante. En una esquina del salón, un sofá desvencijado sirve como cama improvisada para su hermano menor, Kang Min-Ho, que está sentado con los auriculares puestos, absorto en su computadora de segunda mano.
Joon-Ho se recuesta en la mesa del comedor, que también hace las veces de escritorio. Su madre, Oh Ji-Hyun, de 59 años, duerme en el pequeño cuarto al fondo del apartamento, cansada por las medicinas que consume para tratar su enfermedad crónica. Joon suspira profundamente mientras revisa las facturas apiladas frente a él: la hipoteca atrasada, los costos de las medicinas de su madre, las reparaciones urgentes de su auto. Todo parece acumularse sin tregua.
—¿Hyung? ¿Quieres un té? —pregunta Min-Ho, levantándose para estirarse.
—No, estoy bien, Min-Ho. Tú sigue con lo tuyo. —Joon le sonríe levemente, intentando no mostrar la preocupación que lo carcome.
Revisando su agenda, encuentra el mensaje que había recibido esa tarde: una confirmación para ser tutor privado. Viene de una de sus estudiantes en la universidad, Lee Mi-Ra. Aunque sabe que sería trabajo extra y un compromiso más en su apretada agenda, la necesidad es demasiado grande como para rechazarlo.
—Una estudiante rica... Espero que sea seria y no una consentida más, —murmura para sí mismo mientras se levanta y prepara un café.
La idea de pasar horas en una mansión enseñando matemáticas no le resulta especialmente atractiva, pero la paga puede ser lo que necesita para salir del aprieto.
Se sienta frente a su computadora y empieza a organizar su calendario, buscando un hueco entre sus clases y las visitas al médico de su madre. Mientras anota detalles, el sonido de su teléfono lo saca de sus pensamientos. Es su mejor amigo, Choi Min-Jae, profesor de física en la misma universidad.
—¡Joon! ¿Qué haces esta noche? —pregunta Min-Jae con entusiasmo.
—Trabajando, como siempre. —Joon responde con tono cansado, pero no puede evitar sonreír ante el espíritu despreocupado de su amigo.
—Eso suena aburridísimo. Ven conmigo a la disco. Hace semanas que no sales. Además, necesito a alguien que me cubra si me paso de copas.
—No estoy seguro, Min-Jae. Tengo muchas cosas pendientes.
—Por favor, hyung. Solo un rato. Te hará bien despejarte. —La insistencia de Min-Jae finalmente lo convence.
—Está bien, pero no pienso quedarme hasta tarde.
—¡Perfecto! Paso por ti en una hora.
Una hora después, Joon-Ho se encuentra en la entrada del apartamento, ajustándose su chaqueta de cuero gastada. Min-Jae, como siempre, luce impecable con una camisa ajustada y un peinado que parece recién salido de una sesión de fotos.
—Hyung, necesitas mejorar tu estilo. No puedes ir a una disco con esa chaqueta. Tengo una extra en la cajuela de mi carro.
—Está bien así. No voy a impresionar a nadie. —Joon le lanza una mirada burlona mientras ambos se dirigen al auto de Min-Jae.
En el camino, Min-Jae no deja de hablar sobre las nuevas colegas en la universidad y sus planes para el fin de semana. Joon escucha en silencio, sus pensamientos aún anclados en sus problemas financieros y en la oferta de tutoría.
Cuando llegan a la discoteca, el lugar está lleno. Las luces de neón parpadean mientras la música electrónica hace retumbar el suelo. Min-Jae se abre paso con facilidad entre la multitud, saludando a varios conocidos. Joon, por otro lado, se siente fuera de lugar. No es el tipo de ambiente que puede darse el lujo de ir, pero promete a sí mismo que intentará disfrutarlo.
Mientras están en la barra, una voz familiar lo llama desde atrás.
—¡Joon-Ho! —Es su exnovia, Eun-Ji.
Ella está visiblemente ebria, con una copa en la mano y una sonrisa que le resulta demasiado familiar. Antes de que pueda reaccionar, Eun-Ji se acerca, lo abraza, pone una mano en su zona privada y lo besa. Joon quita su mano sobre su pantalón y la aleja suavemente, pero con firmeza.
—Eun-Ji, no hagas esto. —Su tono es calmado pero decidido.
—¿Por qué no? Tú y yo éramos perfectos juntos. —Ella balbucea.
—Ya no somos, nada. Así que por favor no vuelvas a tocarme sin mi permiso.
—Eres tan quisquilloso, no decías eso cuando me besaba y metias tu mano por mi blusa y querías follarme.
—Si, y nunca lo hicimos. No vale la pena recordar el pasado. Ya terminamos, no hay nada que hablar.
—Terminamos porque nunca me regalabas nada, nunca tienes dinero ni para llevarme a un motel, lo querías hacer en mi casa o en un callejón. Nunca me llevaste a tu casa ni me presentaste a tu familia en los meses que estuvimos saliendo— le dice haciendo ademanes, pero Joon simplemente niega con la cabeza y la deja con uno de sus amigos.
—Eso fue incómodo. —comenta Min-Jae, dándole un golpe amistoso en el hombro.
—No empieces.
—Amigo esa mujer está loca, es una interesada. No le hagas caso, vamos a disfrutar, todo corre por mi cuenta.
Intentando olvidar el incidente, Joon-Ho se enfoca en la música y en la conversación con Min-Jae. Pero justo cuando empieza a relajarse, sus ojos se encuentran con una figura familiar que entra en la discoteca. Es Soo-Yeon, la maestra de arte de una universidad cercana. Va acompañada de su amiga Im Hye-Jin, ambas luciendo elegantes y sexis.
—Mira quién acaba de llegar. —Min-Jae señala hacia Soo-Yeon con una sonrisa traviesa—¿No es esa la maestra de la conferencia que siempre te retaba? Y viene acompañada. Son hermosas.
Joon observa cómo Soo-Yeon se acerca a la barra con Hye-Jin. Aunque no la conoce bien, solo sabe que da clases en otra universidad y de vez en cuando se encuentran por casualidad, siempre le ha parecido interesante. Soo-Yeon tiene un aire de misterio, una elegancia que contrasta con el ambiente ruidoso de la discoteca. Por un momento, considera acercarse, pero decide mantenerse en su lugar.
Min-Jae, sin embargo, no puede resistirse.
—Voy a saludar. Tal vez me presente como tu mejor amigo increíble y me ligue a su amiga. —dice con un guiño antes de desaparecer entre la multitud.
Joon-Ho lo observa desde la distancia, sintiéndose más cómodo como espectador. La noche avanza, y aunque hay momentos incómodos, también se permite disfrutar de pequeños instantes de desconexión.
—Voy a saludar. Tal vez me presente como tu mejor amigo increíble. —Min-Jae le guiña un ojo, ajustando el cuello de su camisa como si fuera una celebridad a punto de entrar en escena.
Joon-Ho sacude la cabeza y esboza una pequeña sonrisa, resignado a las inevitables travesuras de su amigo. Se queda en su lugar, apoyado en la barra, observando cómo Min-Jae se abre paso entre la multitud hasta llegar a Soo-Yeon y su amiga Hye-Jin. Desde la distancia, Joon no puede escuchar la conversación, pero ve cómo Min-Jae adopta su clásica pose de "encantador", inclinándose un poco hacia ellas con una sonrisa segura.
Mientras tanto, Joon intenta distraerse mirando su vaso, pero no puede evitar que sus ojos se deslicen hacia Soo-Yeon. Siempre le ha parecido interesante y esa noche se ve más provocativa que de costumbre. Tiene un aire sofisticado que contrasta con la música vibrante y las luces de la discoteca. Lleva un vestido negro elegante, sencillo pero impactante, y su cabello cae en ondas suaves sobre sus hombros. Es la clase de persona que parece estar en control de cualquier situación, incluso en un lugar tan caótico como este.
Unos minutos después, Min-Jae regresa con una sonrisa triunfante.
—¿Y bien?—pregunta Joon, aunque ya sabe que su amigo tiene algo preparado.
—Son encantadoras. Les dije que nos sentáramos en la misma mesa, que también acabamos de llegar. ¿No te molesta, verdad?
—¿De verdad les dijiste eso? —Joon lo mira incrédulo, pero Min-Jae simplemente se encoge de hombros.
—Vamos, hyung. Un poco de compañía nunca hace daño. Además, Soo-Yeon me preguntó por ti.
—¿Qué? —Joon arquea una ceja, claramente sorprendido.
—La halagué por lo que expuso en la conferencia, llegaste a colación y bueno, tal vez exageré. Pero cuando mencioné que eras profesor de matemáticas, parecía interesada. Parece que no sabía que somos buenos amigos. Así que vamos a sentarnos juntos y a pasarla bien.
Antes de que Joon pueda responder, los dos salen a buscar una mesa disponible, luego Soo-Yeon y Hye-Jin se acercan. Min-Jae, siempre el anfitrión, les ofrece sillas y comienza a hablar con Hye-Jin, dejando a Joon y Soo-Yeon en una conversación incómoda pero inevitable.
—¿Kang Joon-Ho, cierto? —pregunta Soo-Yeon, con una sonrisa ligera.
—Así es. Y tú eres Soo-Yeon, la profesora de arte. —Joon se esfuerza por sonar casual, aunque internamente se siente torpe.
—Correcto. Creo que nos hemos cruzado un par de veces en eventos de la universidad.—Su tono es calmado, casi como si estuviera tanteando el terreno.
—Sí, aunque nunca tuvimos la oportunidad de hablar así como ahora. —Joon siente que debe agregar algo más para mantener la conversación. —Arte y matemáticas. Dos mundos muy diferentes.
Soo-Yeon ríe suavemente.
—Eso dicen, pero yo creo que tienen más en común de lo que parece. Ambas requieren creatividad, aunque en formas distintas.
Joon asiente, sorprendido por la respuesta.
—No lo había pensado así, pero tienes razón. Supongo que resolver una ecuación puede ser tan desafiante como crear una obra de arte.
La conversación fluye más fácilmente de lo que Joon esperaba. Hablan sobre sus respectivas disciplinas, la vida en la universidad y, eventualmente, detalles más personales. Soo-Yeon comparte cómo llegó a enseñar en Corea después de estudiar en el extranjero, y Joon, aunque no suele abrirse fácilmente, menciona a su madre y su hermano, aunque evita entrar en detalles sobre sus problemas financieros.
Mientras tanto, Min-Jae y Hye-Jin parecen estar en su propio mundo, riendo y conversando animadamente. En un momento, Min-Jae sugiere que vayan a la pista de baile.
—Vamos, hyung. Es hora de movernos un poco. —dice Min-Jae, tirando de la manga de Joon.
—No creo que sea buena idea. —protesta Joon, pero Soo-Yeon lo mira con una sonrisa divertida.
—¿Qué? ¿El profesor de matemáticas no sabe bailar?