— Mami, estás viva. — Sus ojos verdes igual a los míos me hacen sobre saltarme, imposible. No puede ser, esté niño es...
— Byron. — Podría reconocer esa voz en cualquier lugar. La tengo gravaba en mi memoria cómo si fuera mi maldita canción favorita.
— Papi, encontré a mamá. — Estaba a unos metros del hombre que ame por más de una década, el hombre de 1.87, cabello negro, ojos grises azulados, hombros anchos, labios sexis y rostro apuesto. El era la definición de perfección.
¿Alguna vez le han regalado flores a un hombre? Yo si. Es el que está frente a mí en éste momento.
Lo recuerdo de niño, ¿cómo no me dí cuenta antes? Quizás por qué has estado luchando por olvidar todo de el. Así que no notaste que el pequeño aquí es su viva imagen. Contestó mi voz interior.
— Aléjate de mi. — Ordene a al mocoso. Mi voz antes normal se volvió fría.
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Eligió a mi hermana
El clima pareció alinearse a mi estado de ánimo. La lluvia fría empapó mi cuerpo. Mire al cielo, estaba completamente gris. En ese momento recordé una frase que leí, "puedes llorar en la tormenta, o bailar bajo la lluvia." No tuvo significado hasta este instante.
Me tomé la frase muy literal, comencé a bailar, a danzar cómo una sicópata, bailar me recordó a mi Nana, ella solía ser mi pareja en la cocina, ya que nadie quería bailar conmigo en las fiestas. Mi mente se aferró a los buenos recuerdos, brinque, reí y baile hasta quedarme sin energía.
... Desperté en el hospital, había estado ahí un par de días, no sabía cómo llegué. Lo último que recordaba era llorar, bailar y desmayarme.
— ¿Quién me trajo?
— Dijo que era su novio. — Imposible, no tenía eso. No tenía ni siquiera un galán. Todos los hombres estaban hipnotizados por Layla. No creía que alguien supiera mi nombre.
— ¿Les dijo su nombre?
— No. — Me hubiera gustado agradecerle por lo que hizo. Sin embargo no me dió la oportunidad.
No llevaba dinero en mis bolsillos, me pregunte cómo pagaría el hospital, por suerte el extraño había dejado todo pagado.
Salí de ese lugar sintiéndome renacida, y con dos objetivos. Uno, matar el amor que seguía sintiendo por Luke, y dos. Cumplir mi más grande sueño, triunfar cómo artista.
Desde ese día pasaron cuatro años. Las cosas no fueron fáciles para mí, estaba acostumbrada a tener todas las comodidades del mundo. Ahora no tenía nada. Sólo la ropa que traía conmigo. En el momento que lo necesite, apareció un milagro. Me llamaron del banco, mi nana no tenía familia, pero me consideraba la suya, me dejó todo lo que tenía, no pensé que fuera demasiado, pero sus cuarenta años trabajando habían logrado grandes frutos.
Fin del flashback.
— A ti te lo debo todo. — Le dije al cuadro que pinte de ella hace cuatro años. Fue el primero que quise restaurar. Suspiré sintiendo un peso desaparecer.
... La mañana había llegado sin darme cuenta. Sentí que no dormí bien, aún así me levanté y fui a bañarme. Después abrí mi armario y me sentí deprimida. Antes tenía hermosos colores en el, desde blanco hasta el rojo más intenso. Ahora todo lo que hay es ropa negra y gris, así se siente mi vida, así se siente mi carácter, y sobre todo, asi se siente mi mundo. No soporto vestir con ropa colorida, me recuerda a mi yo de hace cuatro años. Me recuerda todo el daño que le hicieron a esa joven, que, sólo anhelaba un poco de amor.
Tuve que alejar mis pensamientos y elegí una blusa negra con una cruz en el medio, pantalón negro, botines negros, calcetines negros y una chaqueta gris. Afuera está un poco frío.
Salí de mi departamento al ver llegar mi Uber. Me fuí a la universidad y hablé con mi amiga Sierra, no sabía si debía darle una oportunidad a esta chica, es decir, mi propia hermana me traicionó, ¿qué detenía a una extraña de hacer lo mismo? No sé porque, pero ella insistió más de dos años. Llevamos menos de un año siendo amigas, todo va bien hasta ahora. Deseó de todo corazón que así siga.
— Hola Lidia. No te vi en la exposición de ayer. — Teníamos planeado admirar el trabajo juntas. Todo se me olvidó con la presencia de ese imbécil.
— Me fui temprano.
— ¿Por qué?
— Tenía asuntos.
— Yo tomé fotos por ti. Te perdiste un gran espectáculo.
— ¿Qué sucedió?
— Pues verás. Joseph estaba saliendo con... — La detuve el escuchar ese nombre.
— No me interesa lo que haga ese tal Joseph.— escucho tanto su nombre que lo veo hasta en la sopa. Me cansa pasar por cualquier parte del campus y escuchar Joseph hizo esto, Joseph hizo aquello. Cómo si el fuera el centro del universo.
— ¿Qué problema tienes con el?
— Ninguno. — En realidad apenas lo he visto.
— ¿Y por qué actúas como si lo odiaras?
— No lo hago. Simplemente me da igual lo que hace. — Joseph me recuerda a Luke, el es cuatro años mayor a mi, pero en mi prepa todo el mundo hablaba de él, Luke ésto, Luke aquello, en ese tiempo me gustaba escuchar todos los rumores, ahora me irritan los hombres que son el centro de atención. Ya aprendí que estar alejada de ellos es la mejor opción.— Me voy a clase. Quiero terminar lo que empecé. — El salón estaba a unos dos minutos, llegué, acomodé mis materiales y empecé a pintar, ésto es lo único que tiene color en mi vida, mis cuadros. Pero incluso ellos se ven opacos. Una vez escuché a alguien decir que la pintora era una mujer llena de dolor, que sentía nostalgia al ver mis cuadros, quise acercarme, no entendi esa necesidad inexplicable por hablar con un extraño, a unos pasos de su espalda una mujer llegó y lo abrazó, fue entonces que recupere la cordura y me alejé, nunca supe quien era el, me quedé con la curiosidad, indudablemente tenía razón. Soy una mujer llena de dolor.
— Es lindo. — Una voz desconocida me obligó a girar. Mis ojos subieron por la camisa azul hasta llegar al rostro. Rasgos perfectos, ojos azules, cabello negro rojizo, cejas pobladas y sonrisa sexi. Todo en el me gritaba peligro, mujeriego, decepción, las alarmas en mi cabeza sonaban. Alarmas que apague al darme cuenta de que no soy su tipo, la clase de mujer que le gustaría a el sería Layla. No Lydia. — He visto varios de tus cuadros, pintas muy bien.
— Gracias. — Me di la vuelta y continúe con lo mío.
— ¿Crees que puedas aceptar un aprendiz?
— No. — Escuché una risita.
— No lo pensaste mucho.
— No hay nada que pensar. — Mis respuestas tranquilas me mantenían concentrada en mi cuadro. Quería que fuera perfecto, tan perfecto como todos los que he elaborado.
— Amor, ¿qué haces aquí? — Una joven esbelta de ojos azules y cabello rubio vino por su pertenencia. Imagino que así es cómo lo ve.
— Admirando el trabajo de una artista. ¿No es hermoso esté cuadro?
— No entiendo mucho de arte. — Dijo ella, sentí el desdén en su mirada. ¿Me importa? En lo absoluto. Estoy acostumbrada a que todo el mundo me odié, una más en la lista no hará daño. — Vamos. La clase está por empezar. — Los dos salieron, a través del espejo puede ver los ojos del chico, ambos nos vimos una fracción de segundo, antes de que yo apartará la mirada para seguir mi trabajo.
— Mamá. — Iba saliendo del campus cuándo ese niño me atrapó, se aferró a mi tan fuerte que pensé me rompería las caderas. — Mami ven a casa con nosotros.
— Yo no soy tu mamá. — Lo aparte con brusquedad. Me molestaba que me viera cómo reemplazo. Si su madre estubiera el ni siquiera preguntaría por mi.
— Mami, ¿ya no me quieres?
— ¡No soy tu madre! — ¿Cómo diablos se lo hacía entender? Su llanto llamo la atención de mis compañeros, todos me vieron con desaprobación. Cómo si yo fuera la villana de esté cuento.— Oye, cálmate. — ¿Ahora cómo lo callaba?
— Te extrañe mucho. Pero tú no me extrañaste. No me quieres. — Lloro más fuerte. Me recordó a su madre, siempre llorando para llamar la atención. Quise irme para no ver más esos ojos parecido a los míos. El de nuevo se aferró a mi cintura. — Seré un buen niño, ya no haré travesuras. Lo prometo. Sólo quiéreme. — Una lágrima se me escapó. Maldita sea, me recordó a mi, siempre necesitada de amor, nunca lo recibí, ni de mis padres, ni del hombre que amaba.
— Byron. — Estaba por ceder. Juro que estaba a dos segundos de ceder, pero escuchar su voz me recordó todo mi maldito sufrimiento. No quería pasar por eso de nuevo, seré egoísta, mi corazón está primero, el no resistiría más dolor.
— Aléjate de mi. — Empuje al pequeño. — No soy tu madre. — Vi con odio a Luke. — Te quiero a ti y a tu hijo lejos de mi. — Las lágrimas otra vez se apoderan de mis ojos. Fui fuerte y las contuve. No puedo dejar que un niño me manipule. El pudo ser mi hijo, pero Luke eligió a mi hermana. Igual que todo el mundo lo hacía.