Alina se encuentra en una situación desesperada.
No solo perdió a su esposo debido a algún malentendido que incluso si ella lo quiere aclarar solo lo oscurece más, sino que sus amigos y madre le dan la espalda.
Con un niño en brazos y otro en el vientre, Alina debe enfrentar un sinnúmero de situaciones que harán su vida difícil.
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¿A dónde puedo ir?
Miré con emociones encontradas, la casa de dos pisos que se encontraba enfrente de mí.
No podía creer que había regresado a este lugar.
La vieja verja, la tienda de enfrente, la cancha de fútbol vacía.
Todo seguía exactamente igual a cuando me había marchado.
Ya habían pasado cerca de tres años desde aquel suceso y todo seguía igual como si el tiempo se hubiera detenido en este lugar.
Me acerqué hasta la puerta de la casa en donde había crecido y toque el timbre. Mientras esperaba que alguien abra la puerta, miré a mi bebé que ahora se encontraba dormido.
Yo no sabía qué pensar acerca de la situación con la prueba de paternidad, es más, decidí olvidarlo.
Ya sea que la prueba esté en lo correcto o no, para mí Andresito es hijo de Alejandro.
Él era su padre.
Así que debía haber un error.
— ¿Qué haces aquí? — cuestionó una voz haciendo que saliera de mis pensamientos.
Era mi madre.
Al notar su apariencia, no pude evitar pensar que ella tampoco había cambiado nada, sigue siendo aquella mujer bella y glamorosa del pasado.
A pesar de que Regina Casas estaba en sus cuarenta y tantos años, ella seguía luciendo como una mujer de treinta.
Su rostro sigue siendo el mismo, salvó por unos pocos surcos en su frente. Incluso sus labios estaban pintados de un color rojo pasión.
Hacia esta madre mía no sé qué sentir. No fue la mejor madre de todas, eso era seguro. Pero, tampoco la peor.
Ella también parecía no tener tanto amor hacia mí.
Para ella era como un objeto u cosa.
Al menos no me aborto cuando supo de mi existencia, y eso era mucho para ella.
Debido a su trabajo de dama de compañía, casi nunca estaba en casa y cuando llegaba se encontraba borracha o con algún “amigo”.
Por lo que durante mi niñez y adolescencia la pasé casi sola.
En algún momento llegué a sentirme resentida con ella debido a que debido a su trabajo todo el mundo me marginaba o me acosaba.
Ni siquiera pude tener amigas debido a que las vecinas pensaban que iba a pervertir a sus hijas.
Solo pude escapar de ser llamada la hija de una prostituta cuando entre debido a una beca a uno de los institutos más prestigiosos del país.
El lugar en donde lo conocí a él…
Alejandro.
— No dijiste que no ibas a volver a pisar este lugar desde que te fuiste con el riquillo — añadió mientras me daba una mala mirada — No me digas que te echaron.
Tras decir aquello y notar mi silencio, soltó una carcajada llena de burla.
— Te lo dije, esos tipos ricos nunca se fijarán en alguien que no esté dentro de su círculo social. Y tú te dejaste embobar como si fueras la Cenicienta. Alina esto no es un cuento de hadas. No hay felices para siempre. Debiste aceptar mi oferta para que seas la novena esposa del árabe. Él sí estaba dispuesto a dar una fortuna por ti, bobita.
Fruncí los labios al escucharla hablar de esa manera tan despiadada.
— Alejandro no es ese tipo de persona. Es solo que hay un malentendido entre nosotros. Yo…
No pude continuar porque no sabía que más decir.
— Entonces regresa con el tal Alejandro, porque aquí no hay lugar para ti y ese mocoso que llevas en brazo. Mi ciela, si pensabas que podía regresar fresca como si nada, estás equivocada. Tuve que pasar un infierno por tu culpa a manos del árabe debido a que te escapaste, así que agradece que no te corro a escobazos de mi casa.
Tras decir aquello me dio una mirada fría.
— Yo no te pedí que me vendieras — replique sintiéndome herida por sus reclamos — No tengo la culpa de lo que te haya pasado.
Mi madre soltó una carcajada haciendo que la miré confundida debido a que no le encontraba nada de gracia a mis palabras.
— Bueno, yo tampoco tengo la culpa de que te hayan dejado. Quizás andabas de zorra con alguien, ya sabes el refrán, la manzana no cae lejos del árbol. Lárgate, perra. Solo porque tienes a ese bebé en brazos no te pegó la arrastrada de ti vida para que pruebes un poco lo que tuve que soportar por tu maldita culpa.
— Eres mi madre, al menos…
No pude continuar con mis palabras debido a que mi madre se levantó la blusa haciendo que él diera cuenta de la cicatriz que tenía a un lado de su abdomen.
— Esta herida, me la hicieron gracias a ti. Estuve internada durante tres meses. Y ni siquiera llamaste para preguntar o algo. Tú cortaste lazos primero, Alina. Así que anda, lárgate, ve a buscar a otro tipo rico, pero no vuelves aquí.
Tragué saliva mientras sentía que mi presión arterial subía.
— ¿Qué querías que hiciera? ¿Qué acepté que me quieras utilizar como moneda de cambio? ¿Qué venda mi dignidad? ¡Me rehusó! No sé qué esperé al venir aquí. Tal vez pensé de manera ingenua que tú y yo podíamos tener una relación normal de madre e hija. Apoyarnos. Pero veo que me equivoqué. Esto fue un error.
Debido a mi arrebato, Andresito se despertó sollozante. Rápidamente, traté de calmarlo mientras giraba sobre mis talones y caminaba por las calles que me habían visto crecer.
Una sensación de melancolía me invadió.
Realmente, quería regresar hasta la mansión de los Hidalgo.
Pero, sabía que lo único que iba a ganar era ser humillada.
Llegué hasta un pequeño parque y me senté en columpio jugueteando con Andresito mientras dejaba volar mi mente.
Realmente, lo único que quería era dormir.
Me sentía tan exhausta, este día se había sentido como una montaña rusa.
— ¿A dónde puedo ir? — cuestioné de manera inaudible.
Revise mi cuenta bancaria, la cual tenía unos miles de dólares, dinero que había ganado vendiendo algunos bolsos de marca y ropa que ya no utilizaba.
— Si no hubiera vendido eso, solo podríamos dormir debajo de un puente, bebé. Un puente colgante quizás — solté una risa triste ante la idea — Aunque esto no nos alcanzará por mucho tiempo. Espero para entonces encontrar una forma para que Alejandro crea en mí. Realmente, él es tu padre, cariño. Vas a ver qué cuando le demuestre la veracidad de mis palabras, él se arrepentirá tanto que tendrá que pedirnos perdón de rodillas solo si es lo suficiente sincero lo perdonaremos.
— baba, bah.
Hola, pequeña reina, gracias por leer, no te olvides de dejar un like o comentario, con amor, Erica.
pero cuando eso se rompe ya es imposible confiar.