-Esto no puede continuar así María Camila, eres la mayor, no puede ser que esta sea la quinta niñera que renuncia en menos de un año-
-No queremos una extraña en casa papá, yo puedo cuidar a mis hermanos-
-Eso no está en discusión, sabes que tengo que trabajar, habla con tus hermanos de inmediato-
-Desde que se murió mamá has cambiado mucho, sabes te necesitamos en casa, mamá ya no esta y nos duele comprende esto no te duele solo a ti-
-María Camila no te vayas así, hija, escúchame-
Laura no entiendo porque tenias dejarnos solos justo en el momento en que mas te necesitamos.
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Capítulo 2: el primer encuentro
Luciana…
El día de la entrevista llegó antes de lo que esperaba.
Tenía que presentarme en una empresa muy importante; según me habían dicho, el dueño estaba buscando una niñera para sus hijos.
Intenté vestirme lo más presentable posible, aunque mi ropa no era de la mejor calidad. Hacía mucho que no compraba nada para mí.
Taliana insistió en acompañarme. Dijo que esto no debía hacerlo sola, y se lo agradecí con el alma. Estaba tan nerviosa que las manos me temblaban. Sentía que era mi última oportunidad.
Viajamos en autobús, pero la parada quedaba lejos del edificio, así que tuvimos que caminar más de diez minutos bajo el sol. Los pies me dolían y los tacones prestados de mi amiga no ayudaban.
Finalmente me los quité y seguí descalza hasta el parqueadero de aquel inmenso lugar.
Apenas llegamos, me senté un momento para recuperar el aire… y fue un error.
De pronto, un auto negro y lujoso se acercó a toda velocidad. Intenté levantarme, pero mis pies no respondieron y caí al suelo.
El coche frenó de golpe.
—¡No entiendo qué hacen estas mujeres aquí! ¿No ven que casi causan un accidente? —gritó un hombre bajando del auto. Era alto, elegante… y con una mirada tan intensa que me dejó sin aliento.
—Lo siento, señor. Mis pies no respondieron y me caí —dije, incorporándome con dificultad.
—Pon más cuidado la próxima vez. Me estás haciendo perder el tiempo en algo insignificante… y no creo que tengas cómo pagarlo —respondió con frialdad, abriendo la puerta de su auto.
—¿¡Insignificante!? ¡Mi amiga no es insignificante! —intervino Taliana, furiosa—. ¡Usted es un hombre grosero y arrogante!
—No se preocupe —le dije rápidamente, tomando a mi amiga del brazo—. No le falté al respeto. Ya nos vamos.
Nos alejamos mientras él entraba al edificio. Mi corazón latía con fuerza. Qué hombre tan soberbio… y tan guapo, pensé, intentando convencerme de lo contrario.
—Deberíamos regresar a casa —le dije a Taliana, desanimada.
—Ni lo sueñes, Luci. Esta es tu oportunidad. No te rindas ahora —respondió, animándome.
—Eso sí —agregó suspirando—, qué lástima que ese hombre tan hermoso sea tan gruñón.
—No creo que sea tan guapo —dije fingiendo indiferencia, aunque por dentro pensaba: es guapísimo.
Respiré profundo. —Vamos, salgamos de esto de una vez por todas.
La oficina estaba repleta de mujeres elegantes, vestidas con ropa de diseñador. Yo solo miraba mis zapatos desgastados y supe que, probablemente, no encajaba allí.
Una secretaria muy amable recibió nuestras hojas de vida y explicó que su jefe las revisaría antes de decidir a quién entrevistaría. Media hora… media hora eterna.
Como Taliana no pudo entrar, me esperaba afuera, sin forma de avisarle nada. Decidí caminar un poco por el lugar para distraerme.
El edificio era impresionante: amplios ventanales, pisos brillantes y un aroma suave a jazmín. Pero lo que realmente llamó mi atención fue una pequeña niña, sentada sola en una oficina, coloreando un libro.
Me acerqué despacio.
—Hola, pequeña, ¿qué haces aquí solita? —pregunté con ternura.
La niña levantó la mirada, pero no dijo nada. Tenía el cabello rubio, rizado, los ojos azules más hermosos que había visto… y una tristeza profunda en ellos.
—¿Estás sola, mi amor? ¿Quieres que te lleve con tu mamá? —insistí suavemente.
Ella volvió a mirarme y bajó la cabeza sin decir palabra.
Me senté a su lado.
—Estás coloreando muy bonito. Esas mariposas parecen volar de verdad —le dije sonriendo—. Me llamo Luciana, pero puedes decirme Luci. ¿Quieres que seamos amigas?
Una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Me prestó uno de sus colores y seguimos pintando juntas.
—¿Cómo te llamas? —pregunté curiosa.
Ella no respondió. Solo me miró, pensativa.
—¿No quieres hablar? Está bien… pero soy muy buena con las adivinanzas. ¿Jugamos? —propuse.
La niña asintió emocionada.
Señaló la bombilla del techo.
—¿Te llamas… lámpara? —pregunté, y ella negó con la cabeza riendo bajito.
Luego señaló el cielo por la ventana, haciendo un círculo con sus manitos, como si imitara algo brillante.
—¿Estrella? —No.
—¿Luna? —Tampoco.
—¿Cielo? ¿Nube? —Ella se llevó la mano a la frente, fingiendo desesperación.
Entonces lo entendí.
—¡Ya sé! ¡Te llamas Sol! —exclamé emocionada.
La niña asintió con una sonrisa luminosa, y sin pensarlo la abracé. Ella me rodeó el cuello con sus bracitos y por primera vez vi alegría en sus ojos.
—Sol… qué nombre tan hermoso —le dije mientras ambas reíamos.
En ese momento, una voz firme interrumpió la escena.
—Sol, hija… me tenías preocupado. ¿Por qué saliste del despacho así?
Levanté la mirada. Era él.
El hombre del auto.
—¿Tú? —preguntó, mirándome con sorpresa y cierta desconfianza—. ¿Qué haces aquí?
—Yo… solo estaba… —balbuceé nerviosa.
—Disculpe, señor —intervino la secretaria con una sonrisa—. Ella es una de las candidatas al puesto de niñera. Y, al parecer, ya conoció a la pequeña Sol.
Él la miró unos segundos… luego bajó la mirada hacia su hija, que aún me abrazaba con fuerza.
Una media sonrisa se dibujó en su rostro.
—Precisamente —dijo en voz baja—, tenías que ser tú.
Muchas gracias por esperar cada actualización... prometo actualizar en mis ratos libres.
Creen que Luciana Logrará conseguir este trabajo que tanto necesita.
Estaré actualizando lo más pronto posible, estoy atenta a sus comentarios.
Quién será ese hombre misterioso ??? 🤔