Huyendo con el Hijo del Mafioso

El ambiente en la oficina de la doctora Alana seguía tenso, incluso después de la conversación sobre la alergia de Diego.

"Ah, sí, señor. Hay algo que debo informarle", dijo Jimmy, comenzando la conversación.

Diego levantó la cabeza, mirando a su asistente con intensidad. "Habla", dijo fríamente.

Jimmy encendió el iPad en su mano, luego tocó la pantalla varias veces antes de mostrar un archivo confidencial.

"Es sobre la mujer que lleva su semilla, señor."

Los ojos de Diego se agudizaron al instante, su aura cambió a fría en un instante.

"¡Habla claro, Jim! ¡No te andes con rodeos!", dijo en voz baja, pero su tono contenía una amenaza.

Jimmy tragó saliva.

"La mujer se llama Elsa, al menos ese es el nombre que figura en el antiguo archivo del laboratorio de hace seis años. Pero..." Jimmy suspiró, mirando la pantalla con el ceño fruncido.

"¡Pero qué!", exclamó Diego con impaciencia.

"Todos los datos completos fueron eliminados. No hay identidad, dirección o historial médico. Solo queda un archivo. Una foto."

"¡Muéstramela!", pidió el mafioso.

Jimmy entregó el iPad con cuidado. En la pantalla, se mostraba la foto de una mujer con un rostro suave y hermoso. Sus ojos eran tranquilos pero fuertes, su sonrisa era muy reconfortante.

Por un momento, Diego sintió que su pecho latía con fuerza. Parecía reconocer ese rostro. Pero, por otro lado, algo se sentía extraño.

"Esto no es posible", murmuró. "La mujer que vi tenía un lunar en la mejilla. Su rostro también era más sencillo que este."

Jimmy miró a su jefe confundido. "¿Podría haber cambiado su apariencia?"

Diego no respondió, sus ojos todavía estaban fijos en la pantalla. En su mente, aparecieron claramente fragmentos de la imagen de una mujer con gafas grandes, el pelo recogido y un lunar en la mejilla derecha.

"Olvídalo, creo que son personas diferentes, Jim", dijo Diego. No quería discutir solo por una mujer.

Alana, que había estado tratando de no interferir, finalmente habló.

"¿De quién están hablando?", preguntó con curiosidad.

Jimmy se giró torpemente. "Ehm, sobre la mujer que se llevó la semilla del señor Diego, doctora."

"Entonces, ¿no la han encontrado en todo este tiempo?", preguntó Alana mientras los miraba a ambos alternativamente.

Jimmy negó con la cabeza. "No, doctora. Cada rastro digital desapareció. Es como si alguien hubiera borrado deliberadamente todos los datos sobre ella."

Diego apretó el puño. "No me importa cómo lo hagan. Encuéntrenla. ¡Viva o muerta!", dijo en un tono que no podía ser negado.

"¡Sí, señor!"

"Pero, Diego, esa mujer ha estado criando a tu hijo durante años. Si la encuentras, ¿qué vas a hacer?", preguntó Alana.

"¡Reclamar lo que es mío!", respondió Diego fríamente sin dudarlo.

Jimmy contuvo el aliento. Sabía perfectamente que 'lo que es mío' versión Diego generalmente terminaba con sangre.

De repente, Alana los miró con una expresión extraña.

"También vino una paciente hoy. Tenía un lunar en la mejilla derecha. Su apariencia era muy sencilla." Alana se detuvo por un momento, como recordando algo. "Tenía dificultades para pagar los gastos médicos de su hijo que está siendo tratado. El niño sufre de alergia a los frutos secos. Me da pena. Pero como médico, no puedo hacer nada."

Diego se enderezó de repente. "¿Hijo?"

"Sí", respondió Alana en voz baja.

Jimmy se quedó helado. Miró a Diego, cuyo rostro ahora era realmente frío y afilado.

"¿Cuál es el nombre de esa mujer, doctora?", preguntó Jimmy rápidamente.

Alana abrió el historial médico en su escritorio.

"Su nombre es—"

Pero antes de que pudiera mencionar ese nombre, Diego ya se había levantado de su silla y caminaba rápidamente hacia la puerta.

"¡Diego!", llamó Alana, pero el hombre no se giró.

Jimmy lo persiguió de inmediato, casi corriendo. "¡Señor! ¡Espere! ¿A dónde va?"

"A buscar a esa mujer rara", respondió Diego con un tono agudo. "¡Ofrécele dinero o al menos pídele que se divorcie de su marido!"

Jimmy casi tropezó al escuchar esas palabras. "¿Divorciarse? ¡Señor, ni siquiera está seguro de si está casada!"

Diego se detuvo por un momento, mirando el techo del pasillo del hospital. Esa mirada era fría como una hoja de acero.

"Esa mujer es el único antídoto para mi alergia. Pero, por otro lado, también me mintió y dijo que trabajaba en este hospital. ¡Cuando en realidad está vinculada a mi empresa!", dijo Diego con tono molesto.

"Incluso está casada y tiene un hijo. ¡No sé por qué siento que estoy siendo engañado por una mujer con una cara rara!", continuó.

"Ejem, ¿está celoso, señor?", preguntó Jimmy de repente, haciendo que Diego se detuviera.

"¿Celoso? ¿Estás loco? ¡Para que yo esté celoso de una mujer que ni siquiera conozco!", exclamó Diego sin volverse en absoluto.

Diego simplemente no soportaba que el antídoto para su alergia fuera una mujer casada y con hijos.

¡Sí, solo eso!