La vida es un recuento de momentos vividos, siempre he sido una soñadora, siempre he creído en el amor verdadero, siempre soñé con un amor sin tanto drama, hasta que conocí a Ethan Coen, él me enseñó un amor bonito , un amor de ensueño, pero la vida se encargó de quitarmelo, soy Alexandra París y está mi historia de amor.
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Capitulo XX Quiero protegerla
— Estás embarazada?. — pregunto Esmeralda con una enorme sonrisa.
— Después hablamos de eso mamá, por ahora terminemos nuestro desayuno. — pidió Maximiliano tratando de romper con el incómodo momento.
Maximiliano vio a Alexa, ella se veía tan indefensa, tan desprotegida que era inevitable querer protegerla, al final del desayuno Maximiliano fue a hablar con sus padres sobre la muchacha, mientras que ella se quedaba jugando con Miguel, Camila estaba metida en su teléfono móvil así que no presto atención a nada, cuando llegó Eduardo el asistente de Maximiliano, Camila cambio totalmente de actitud, ya no se veía como la chica despreocupada, sino que ahora se veía hasta nerviosa, entonces Alexa entendió que Camila estaba enamorada de el asistente de su hermano.
— Señorita Alexa, buenos días. — saludo Eduardo ignorando la presencia de Camila.
— Buenos días, señor Eduardo, cómo le va?. — pregunto Alexa con amabilidad.
— Muy bien, veo que la se hizo amiga de Miguel. — contesto Eduardo sonriendo.
— Quién no se hace amigo de este pequeño tan tierno. — respondió Alexa devolviendo la sonrisa a Eduardo.
— Será que mi hermano sabe que coquetea con su "novia". — intervino Camila molesta.
Eduardo alzó una cena y se quedó sin palabras, que novia?, que coqueteo?, las preguntas llenaron la cabeza de Eduardo, justo en ese momento entraron los papás de Maximiliano junto con él, su mirada era de desconsuelo, ellos ya sabían por todo lo que Alexa había pasado y decidieron también ayudarla, los señores De La Oz solo tenían una apariencia de rudeza, pero en realidad eran personas comprensibles y amables.
— Jefe, buenos días, buenos días, señores. — saludo Eduardo viéndolos entrar a la sala.
— Buenos días, Eduardo, en un momento empezamos a trabajar. — respondió Maximiliano con seriedad.
— Alexa, te gustaría dar un paseo conmigo?. — pregunto Esmeralda caminando hasta su nieto.
Alexa vio a Maximiliano buscando su respuesta, pero él solo se limitó a asentir con la cabeza.
— Si, señora con gusto iré con usted. — Alexa no quería salir, pero tampoco podía despreciar a la mamá del hombre que la había ayudado tanto.
Después de hablar por un rato, Alexa salió de la casa junto a Esmerada y Camila, está última solo fue porque Eduardo las acompañaría, lo primero que hicieron fue ir a un centro comercial, el lugar era enorme y las cosas que ahí había eran muy hermosas, Esmeralda llevo a Alexa a una tienda de mujeres y prácticamente la obligó a comprarse cosas para ella, también le compro ropa de maternidad, pero lo que más lleno el corazón de la joven, fue que esmeralda le compro a su hija su primer regalo, este era una cadena de oro blanco.
— Me dijo Max que tendrías una niña, no sé cómo sabes eso, pero que nombre le pondrás?. — pregunto Esmeralda curiosa.
— Si, es una niña y la llamaré Milagros, por qué el sobrevivir a ese atentado fue un verdadero milagro.
— Muy bien, entonces será Milagros.— respondió Esmeralda sonriendo.
Mando a grabar el nombre de la bebé en el dije de aquella cadenita y después se la entrego a Alexa.
— Con este obsequio tu bebé siempre sabrá el milagro que es en esta vida. — dijo Esmeralda con sinceridad.
Pasaron el día entre risas y anécdotas, por un instante Alexa olvidó el dolor por el que estaba pasando.
— Qué pasa entre tú y Eduardo?. — pregunto Alexa a Camila aprovechando que Esmeralda estaba descuidada.
— De qué hablas, él solo es un empleado de mi familia, ni pensar en tener algo con él. — aclaro Camila con disgusto.
— Lo siento, creía que ustedes tenían algo.— respondió Alexa bajando la mirada.
— Mejor sigue con tus compras, tengo cosas que hacer. — respondió Camila despreocupada.
Alexa se sintió muy avergonzada con la manera tan despectiva en la que le había hablado Camila, Esmeralda volvió con ambas jóvenes y las condujo fuera del centro comercial, ya era tarde y Maximiliano había pedido que volvieran a casa y así lo hizo.
Al llegar a casa, Maximiliano quedo satisfecho con las bolsas que veía, él le había pedido a su madre que llevara a Alexa a comprar algo de ropa, pues si él le decía seguramente ella no aceptaría, también le pidió aquel detalle para la bebé de Alexa, él quería que esa niña naciera con lo mejor, para él la hija de Alexa es un regalo de vida y si el destino lo eligió a el para cuidar de ellas, entonces así lo haría.
— Pensé que no volverían a casa hoy. — dijo Maximiliano serio.
— No exageres, además cuando nosotras salimos de compras nos gusta ver opciones. — respondió Esmeralda restándole importancia a las palabras de Maximiliano.
— Cómo te fue Alexa?. — pregunto Maximiliano mirando a la joven.
— Bien, tu mamá compro muchas cosas, pero esto fue lo que más me gustó. — Alexa saco el collar que le había entregado Esmeralda y se lo enseño a Maximiliano.
— Está muy bonito, que bueno que te haya gustado. — respondió Maximiliano dándole las gracias con la mirada a Esmeralda.
— No entiendo por qué mi mamá compro algo así, eso es para un bebé, pienso que Alexa ya es bastante grande para tener algo así. — comento Camila haciendo cara de disgusto.
— Lo compré porque me dio la gana y deja de meterte en lo que no te importa, mejor vámonos a casa, pues Alexa debe descansar. — expreso, Esmeralda molesta con su hija.
Camila agarró sus cosas y salió a regañadientes de la casa de su hermano, Arturo se despidió de los dos y de su nieto y también salió de la casa, detrás los acompaño Esmeralda quien estaba muy satisfecha de la mujer que su hijo había escogido para enamorarse, aunque ella estaba pasando una gran pena, Esmeralda haría lo imposible para que Alexa se fijara en su hijo.
Mientras tanto Alexa saco un regalo para Miguel, era algo simple pues ella no tenía tanto dinero como Maximiliano, pero se lo regaló de corazón, era un libro de cuentos, ese libro le encantaba a ella cuando era pequeña, su padre siempre se lo leía.
Miguel estaba contento con su libro, pues nunca había tenido uno así y es que claro al pequeño solo le compraban cosas ostentosas, cuando en realidad a los niños les gustan las cosas más simples que podían existir.