Grayce pensaba que conocía el amor, pero su matrimonio con Seth se ha convertido en una prisión de desprecio y agresión. Cuando la misteriosa Dahlia, supuesta amiga de la infancia de Seth, entra en escena, las traiciones comienzan a salir a la luz, desmoronando la fachada de su vida perfecta.
En su desesperada búsqueda de libertad, Grayce se cruza con Cassius, un hombre cuya arrogancia y misterio la obligan a cuestionar todo lo que creía sobre el amor y la lealtad. ¿Puede un contrato con alguien tan egocéntrico y desafiante realmente salvarla de su pasado oscuro? ¿O solo la llevará a un nuevo abismo?
Lo que comienza como un acuerdo frío y calculado, se transforma en una pasión ardiente e inesperada, desafiando las sombras que han dominado su vida.
¿Hasta dónde llegará Grayce para reclamar su propia felicidad?
¿Podrá Cassius ser la chispa que ilumine su camino o será solo otra sombra en su vida?
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Capítulo 6
Con el corazón aún agitado, me dejé caer sobre la cama, el eco de las risas de Seth y Dahlia resonando en mi mente. La habitación se sentía como un refugio, pero también como una celda. En ese momento, el murmullo de sus conversaciones se tornó en un sutil tamborileo en mis oídos, un recordatorio constante de que algo había cambiado, pero no podía ni quería identificar qué.
Pronto, un leve pero persistente golpe en la puerta interrumpió la vorágine de mis pensamientos. Al reconocer quién era, mi corazón se encogió: era Dahlia. No podía evitar preguntarme qué sería lo que quería en ese momento. Mi instinto inicial fue dejarla afuera, ignorando su llamado, pero en el fondo sabía que esa actitud solo serviría para alargar el enfrentamiento inevitable, como un trueno que se cierne antes de desatar la tormenta. Así que, después de inhalar profundamente para calmarme, decidí abrir la puerta y le respondí:
— ¿Qué? —dije, tratando de mantener la voz firme.
— Grayce, soy yo, Dahlia —su tono era envolvente, casi maternal—. Puedo entrar un momento.
Sintiendo que no había alternativa, que la única salida era enfrentarla, asentí ligeramente con la cabeza. Sin embargo, era consciente de que ese gesto era más una cuestión de cortesía que de un verdadero deseo. En ese momento, la puerta se abrió con delicadeza y ante mis ojos apareció ella, sonriendo de una manera que parecía intentarlo todo para iluminar la oscura penumbra que reinaba en la habitación. Este cruce de emociones, la dulce expresión de su rostro en marcado contraste con la rabia que hervía dentro de mí, creaba una situación insostenible, una lucha interna difícil de manejar.
— Quería asegurarme de que estabas bien —comenzó, dando un paso hacia mí. Pero la forma en que me miraba sugería que su bondad podría ser solo una fachada.
— Estoy bien —replicé, cruzando los brazos en un gesto defensivo. No iba a dejar que su cercanía me ablandara.
Dahlia se acomodó suavemente en el borde de la cama, asegurándose de mantener una distancia prudente entre nosotras. Su postura, aunque abierta y amistosa, generó en mí una sensación de inquietud que se manifestaba como un ligero escalofrío que recorrió mi espalda. Ella era la mejor amiga de Seth, y solo el hecho de que tuviera ese vínculo con él era suficiente para activar las alarmas en mi corazón. Sentía que su presencia podía significar complicaciones que preferiría evitar.
— Entiendo que todo esto pueda parecer inesperado, pero quiero que sepas que no estoy aquí para hacerte daño —dijo con sinceridad. Sin embargo, las palabras me sonaron como un eco distante, incapaz de eliminar las dudas que me devoraban.
— ¿Y qué estás haciendo aquí? —pregunté, sintiéndome como si interrumpiera una conversación privada entre conspiradores.
— Desde que te conocí, he sentido que eres una persona maravillosa y fuerte. Seth realmente te quiere, y yo… solamente quiero verlos feliz. A veces, él necesita alguien con quien hablar, y yo… —se detuvo brevemente, como si buscara las palabras adecuadas—. No quiero que esto se vuelva un problema entre ustedes.
Sus palabras me sumergieron en una profunda confusión y un sentimiento de resistencia. ¿Acaso pretendía mostrarse como alguien que quería ser mi amiga, mientras intentaba apoderarse de un lugar que siempre había considerado como mío? La ira que había estado reprimida en mi interior comenzó a aflorar, como si burbujeara insistentemente, ansiosa por hacerse notar nuevamente.
— Yo no tengo problemas con Seth —respondí, controlando la emoción en mi voz—. Si hay alguien que está intentando entrometerse, eres tú.
— Grayce, no es así —insistió, su tono cargado de una mezcla de preocupación y respeto—. No puedes pensar que estoy aquí para robarte lo que tienes. Me importa Seth, sí, pero también quiero lo mejor para ti.
Una risa llena de amargura se escapó de mis labios. Me preguntaba cómo podía ser ella tan cínica y desinteresada. Sin embargo, mientras la observaba detenidamente, me di cuenta de que, detrás de esa fachada impecable que siempre mostraba al mundo, había un destello de duda en su mirada. Esa pequeña señal hizo que cuestionara si esta situación era realmente tan sencilla y clara como yo había pensado. Tal vez había más profundidad en el carácter de Dahlia de lo que parecía a simple vista, algo que se ocultaba tras la apariencia impecable que presentaba.
— Lo único que sé es que tu presencia ha complicado todo —le dije, sintiendo cómo la vulnerabilidad comenzaba a florecer en medio de mi resentimiento—. No puedo simplemente ignorar que habías cultivado una amistad con Seth en mi ausencia.
Dahlia soltó un profundo suspiro, como si estuviera evaluando cuidadosamente lo que iba a decir a continuación. — Comprendo lo que sientes. Sé que no es una situación sencilla. Cuando era niña, perdí a mis padres, y desde ese momento, la vida se volvió muy dura para mí. Diariamente, sufría maltratos por parte de quienes me rodeaban; me lanzaban gritos y palabras hirientes que me causaban un profundo dolor. Nadie quería tener cerca a una niña huérfana. Me encontraba completamente sola; no tenía amigos, no contaba con el apoyo de una familia, pues todos me habían dado la espalda y me abandonaron en los momentos en los cuáles más los necesitaba. —dijo mientras su expresión cambio y podía sentir la tristeza en su voz — Fue en ese preciso instante cuando conocí a Seth. Él se convirtió en todo lo que necesitaba en ese momento: un amigo, un compañero. Seth fue la primera persona que me ofreció su mano y me brindó ayuda en aquellos momentos en que el mundo parecía volverse en mi contra. Desde entonces, lo he considerado como un miembro de mi familia. Así que, para que lo entiendas bien, yo no estoy aquí con la intención de arrebatarte a Seth. Si tuviera otro lugar donde quedarme, te aseguro que no estaría en esta situación.
Me quedé en profundo silencio, sumida en mis pensamientos tras escuchar lo que acababa de expresar. La propuesta de compartir su amistad me generaba una mezcla de incertidumbre y dudas; no obstante, había algo en la profundidad de su mirada que insinuaba la necesidad de buscar un terreno común donde pudiéramos unir nuestras experiencias. Tal vez, en ese preciso instante, pudiera descubrir la claridad que tanto anhelaba y que parecía eludirme en todo momento.