Una novela ligera, con una narrativa fluida para ser comoda para el lector, Esta historia es de ciencias ficción y horror cosmico. Se forja en la vida de un joven que se tendrá que enfrentar a criaturas que sólo existen en viejos libros de demonología, en un mundo de ficción creado por el autor (yo), lleno de misterios y emociones. disfrútalo.
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"Capítulo 5: Un Nuevo Comienzo"
ORFANATO EN MEDIO DE LOS MANZANOS.
La luna llena brillaba intensamente sobre la cabaña rústica, acogedora, oculta entre los árboles de manzanos que se mecían suavemente con la brisa nocturna. En su interior, la calma era sagrada.
En una habitación oscura y silenciosa, los únicos destellos de luz provenían de pequeñas flores mágicas que colgaban en maceteros flotantes, emitiendo un fulgor tenue como luciérnagas de primavera.
Allí, Eleonora estaba de pie junto a Kuro. Frente a ellos, Alex dormía sobre una cama de algodón tejida a mano, su cuerpo herido envuelto en sábanas suaves, mientras símbolos de luz flotaban en círculos a su alrededor, danzando lentamente como espíritus protectores.
Con cada frase que salía de los labios de Eleonora, pequeñas chispas de luz dorada se desprendían en el aire. Sus ojos cerrados, sus manos extendidas sobre la cabeza del joven, y su voz en un tono entre rezo y plegaria:
—Rei… si aún puedes percibirme… responde a mi llamado.
De repente, una cegadora luz azul emergió del pecho de Alex. En medio de ella se formó una silueta de fuego azul intenso con figura femenina. Su presencia no irradiaba calor, sino una serenidad profunda, melancólica. Una voz surgió de aquella figura, suave pero con el peso de los siglos:
—Ya no podré volver a este plano, mi querida amiga… Mi existencia se ha extinguido por las heridas que Mamon me causó.
Eleonora abrió los ojos, lágrimas contenidas marcando sus mejillas arrugadas, pero no dijo palabra.
—Mas mi poder —continuó Rei—, ahora habita en este joven. Si no fuera por su valentía… mi fuego no habría bastado para detener a Mamon está noche.
La silueta se volvió por un momento hacia Alex, con ternura infinita.
—Pero mi llama sagrada ha provocado estragos en su cuerpo y en sus canales de maná. Es urgente… llévalo al templo de la Orden en Liberia. Allí, en el Pozo de Lázaro, podrá bañarse y regresar. Mi magia no basta para sanarlo por completo. Y tú… —miró a Eleonora con pesar— tú ya no cuentas con la magia necesaria para sanar cuerpo y alma.
Kuro, con las orejas caídas, evitó mirar directamente a la silueta. Entonces, ella le habló con dulzura.
—Kuro… mi querido gato de las mil vidas. Perdóname. Yo debía detener a Mamon. No era tu deber. Tu portal solo me llevó a mi destino… no a mi muerte. Ahora… acompaña a este joven. Cuídalo… como cuidaste a tu amado amo Marlon.
La figura se acercó, flotando, y puso su mano de fuego sobre la cabeza del gato. Kuro no se movió.
—Forma un nuevo pacto… busca otra alma gentil… para que tu existencia no corra peligro. Tu destino, Kuro… está con él.
El gato levantó la mirada, lágrimas brillando en sus ojos dorados.
—Siempre… te recordaré, Rei.
En un estallido de luz azul que ascendió hacia el techo como una estrella fugaz cruzando el cielo, la silueta de Rei desapareció. La habitación quedó en completo silencio. Las flores mágicas aún tambaleaban, agitadas por la onda de energía.
Eleonora y Kuro sollozaban en silencio junto a la cama del joven héroe.
A La Mañana Siguiente.
El sol se filtraba por las ventanas de la cabaña. En una de las habitaciones, Temerio despertó lentamente, gruñendo mientras crujía su espalda al levantarse.
—Hmpf… estos huesos míos…
Entonces, algo lo golpeó de lleno en los sentidos: un aroma familiar, uno que le hizo retroceder años en el tiempo. Huevos con tocineta y pan negro… el desayuno que Eleonora preparaba cada vez que él y Marlon regresaban de alguna misión larga.
Sonriendo con nostalgia, salió de su cuarto y, al pasar frente a la puerta abierta del cuarto contiguo, se detuvo.
Allí estaba. El joven Alex, aún dormido, rodeado por las runas flotantes de luz. Y en su pecho, enroscado, dormía Kuro. La escena lo conmovió. Miró al joven con la luz de la mañana iluminando su rostro y murmuró con pesar:
—Es solo un niño… jamás debió pasar por esto. Viene de un reino donde la paz reina… donde la oscuridad se esconde. Y ahora… camina por un sendero del cual no sabe nada.
Kuro abrió un ojo, luego el otro, y levantó la cabeza con lentitud. Su voz grave, baja, lo interrumpió:
—No lo subestimes, Temerio. Ese niño… es fuerte. No se hará a un lado fácilmente. Y ahora… tendrás que entrenarlo.
Temerio lo miró en silencio.
—Nunca antes —continuó el gato— en mil años de existencia de nuestra orden secreta de exorcistas… ha aparecido un humano capaz de fusionar su alma con la de un arcángel. Este joven… es nuestra esperanza.
Temerio cerró los ojos y asintió.
—Entonces… que así sea.
Continuará...
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