toda mi vida vivi una vida donde fui despresiada y sola pero ahora que e renacido en la hija de un duque disfrutaré esta segunda oportunidad como hija mimada del duque William valtorian
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capítulo 14 mi lady
Astrix estaba pensando en los planes que tenía que hacer.
Sophia no era la dulce y elegante protagonista que aparentaba ser.
Mientras ordenaba sus ideas en su habitación, murmuró:
—A ver, pensarlo bien… Sophia pudo haber empujado a la antigua Astrix a casarse con el príncipe Daniel… —mira el techo pensativa.
Levantó la mano y observó sus dedos. A pesar de que había crecido, sus manos seguían siendo pequeñas.
El sol entraba por la ventana y los pájaros cantaban afuera.
De pronto, se escucharon pasos, y la puerta se abrió.
—¡Bebé! —exclamó William con una sonrisa, cargando una caja llena de galletas.
—¿Señor William? ¿Qué haces aquí? —preguntó Astrix, curiosa.
—Bueno… —rió nervioso, rascándose la nuca—. Como papá se fue un año y parece que Astrix ya no me conoce, hice un plan.
Astrix lo miró sin entender. William, con una sonrisa amable, se acercó y, con la elegancia de un caballero, se inclinó frente a ella.
—Hola, mi lady. Soy William Valtorian, primer hijo del ducado, hijo del duque Winston y la duquesa Anthania. —Sonrió con dulzura—. Sería un honor ser tu padre.
En ese momento, una corriente de viento entró por la ventana, iluminando los ojos de William.
Su sonrisa era tan brillante como las perlas, y Astrix no entendía qué pasaba.
Su corazón se sintió cálido por primera vez en mucho tiempo.
—¡Desde hoy haré todo lo posible para que me digas “papá”! —dijo William, tomando sus pequeñas manos—. Y nunca estarás sola mientras yo esté vivo.
[Narración de Astrix]
¿Qué está pasando? ¿Esto es… el amor de un padre? ¿Por qué siento que quiero abrazarlo y no dejarlo ir?
Astrix infló los cachetes, mirando hacia otro lado para ocultar su emoción.
—Haz lo que quieras —murmuró, mirando la ventana.
—Ok, mi lady… estaré contigo y con tu hermano hasta que ambos me quieran. —Sonrió y le revolvió el cabello con ternura—. Cuídate, mi pequeña.
El duque se marchó, y Astrix quedó en silencio, sin entender del todo lo que sentía.
—¿Esto… se siente tener un papá? —susurró curiosa.
Se tiró de nuevo en la cama y quedó mirando el techo. De pronto, recuerdos de su vida pasada comenzaron a invadir su mente.
[Recuerdo de Victoria]
Cuando era muy pequeña —como ahora— vivía con mi madre y mi padre.
—¿Por qué haces tanto escándalo? —gritaba el hombre.
—Por esa mocosa que arruina mi vida —respondía la mujer.
Mis padres nunca me quisieron. Fueron obligados a casarse porque nací.
Esa familia se destruyó, y mi padre se fue lejos.
Nunca tuvo respeto por mí.
—Tú, mocosa, ¿cómo te llamas? ¡Ven! —gritó con enojo—. ¡Esta cerveza no está bien!
Lanzó la botella cerca de mí. Fue horrible.
Solo tenía cinco años cuando ambos se fueron y me dejaron sola.
—Bien, niña, hoy vendrá gente nueva que quiere adoptar —me dijo una mujer con frialdad.
Yo aún creía que mi mamá volvería por mí, así que nunca acepté ser adoptada.
Pasaron los años.
—Tienes 18 años. ¡Vete de aquí! —me gritaron.
—Este orfanato ya te crió hasta donde pudo.
Tuve que salir. Viví muchas cosas.
Cuando me di cuenta, tenía 30 años… y estaba sola.
Nunca supe lo que era el amor.
Ni siquiera mi novio estuvo en mi último aliento.
—¿Novio…? —susurró Astrix mientras una lágrima caía por su mejilla.
—¿Qué es un novio? —dijo una voz curiosa.
Astrix se sobresaltó. Frente a ella estaba Anton, mirándola con sus ojos de dos colores, verde y rosa, brillando bajo la luz del sol.
—¿Anton? —preguntó sorprendida—. ¿Qué haces aquí?
—Te estaba buscando —dijo él, algo tímido—. Como ayer me diste frutillas, quería darte esto…
Anton extendió sus pequeñas manos, y en ellas tenía una pulsera hecha con hilos de colores.
Al principio, Astrix pensó que era algo simple, pero al verla de cerca notó que los hilos estaban tejidos con cuidado. En el centro, había una diminuta piedra roja que brillaba bajo la luz.
—¿Esto… lo hiciste tú? —preguntó Astrix, sorprendida.
Anton asintió, algo nervioso.
—Sí… la hice anoche. —Bajó la mirada—. Quería darte las gracias por las fresas de ayer. Eran dulces… y tú también eres dulce.
Astrix lo miró en silencio, sin saber qué responder. Nadie nunca le había hecho un regalo sincero.
—Anton… —susurró, mientras tomaba la pulsera con cuidado.
—Prometí que cuando tenga fuerza, voy a protegerte —dijo él con una sonrisa tímida—. Así que, mientras no esté contigo, esta pulsera te cuidará por mí.
Por un momento, Astrix se quedó sin palabras.
Sintió un calor en el pecho, algo que no venía del sol ni del ambiente… sino del gesto de aquel niño.
—Gracias, Anton —murmuró finalmente, bajando la cabeza.
Le colocó la pulsera en la muñeca y la observó brillar suavemente.
[Pensamiento de Astrix]
¿Por qué mi corazón late tan rápido? Este niño… no es como los demás. En la historia, Sophia debía acercarse a él… pero ahora, él está a mi lado.
Anton la observó fijamente.
—¿Te gusta? —preguntó con ilusión.
Astrix sonrió apenas, inflando las mejillas para ocultar su emoción.
—Sí… —respondió bajito—. Es perfecta.
Anton sonrió con tanta felicidad que sus ojos parecieron encenderse.
Astrix desvió la mirada, pero no pudo evitar pensar que ese pequeño la había salvado más de lo que él imaginaba.
Desde que William había llegado al ducado, notaba que todo se sentía distinto.
El silencio habitual de los pasillos había sido reemplazado por gritos de un padre enamorado por sus hijos pasos corriendo de un lado a otro Astrix aunque no lo admitiría jamás, ese ruido le gustaba.
Esa mañana, William entró al jardín con un libro en la mano, fingiendo que estaba “de paso”.
Astrix estaba sentada en el césped con un sombrerito, intentando atrapar una mariposa con una red diminuta.
Su concentración era tal, que ni siquiera lo notó.
—Eso no se atrapa así —dijo él con voz burlona, deteniéndose frente a ella.
Astrix lo miró, inflando las mejillas.
—¡Sí se puede! La señora del mercado dijo que hay que moverse despacito, como el viento.
William se cruzó de brazos.
—El viento hace que tropieces con las piedras.
—¡Yo no me tropezar! —exclamó, aunque justo en ese momento perdió el equilibrio y cayó sentada sobre el césped.
William no pudo evitar soltar una risa contenida. Se inclinó para ayudarla a levantarse.
—Muy bien, mi pequeña astrix. Ven, te enseñaré cómo atrapar una mariposa de verdad.
Durante casi una hora, William la acompañó en su “misión”.
Cada vez que una mariposa escapaba, Astrix soltaba una exclamación divertida, y él reía sin poder evitarlo.
Cuando por fin atraparon una, Astrix saltó de alegría.
—¡La tenemos! ¡Lo logramos!
William la miró, un poco cansado, pero satisfecho.
—Sí… la tenemos —repitió, sin apartar la vista de su sonrisa.
[Pensamiento de William]
No sé por qué hago esto… pero si con esto puedo verla reír, tal vez valga la pena para que vea que siempre estaré para ella.
—Mañana —dijo él al final—, iremos al estanque. Dicen que hay peces dorados.
—¿¡Iremos!? —preguntó Astrix, sorprendida y curiosa.
William fingió toser.
—Bueno, solo si prometes no caer dentro del agua.
Astrix asintió, cruzando los brazos.
Él se alejó con una pequeña sonrisa, sin mirar atrás… astrix quedó mirando rojita como un tomate .
La mañana en el Ducado estaba llena de risas… hasta que llegó Alexander.
caminaba con la frente en alto, algo sudado por su entrenamiento apenas entró encontro con Astrix y sus nuevos juguetes.
Astrix estaba en el suelo del salón, jugando con un pequeño caballito de madera que William le había regalado en esas épocas que el no estaba .
Alexander frunció el ceño.
—Saca ese estúpido caballo de mi camino.
Astrix levantó la mirada, confundida.
—¿Eh? Por qué … si puedes pasar por alredor.
—¡No por tendría que rodear! —alzó la voz, cruzando los brazos—. ¡Yo vengo de entrenar tu estás aquí como una niña boba jugando!
El silencio llenó el salón. La Nana de Astrix quiso intervenir, pero William había sido muy claro: “déjenlos aprender a convivir”.
Astrix apretó el caballito contra su pecho.
—yo no soy boba por qué tú me tratas mal si yo te quiero mucho.
Alexander bufó.
—No necesito tus excusas. —De un manotazo, la empuja y lo lanzó al suelo su caballito.
El caballito se partió por la mitad.
Astrix lo miró en silencio, los ojos llenándose de lágrimas.
—¿Por qué hiciste eso, Alex…? —su vocecita tembló.
—Porque no quiero que me llames así —respondió con frialdad—. No somos hermanos de verdad.
La frase cayó como un golpe.
Astrix bajó la cabeza, intentando no llorar
—Papá dice muchas cosas. Pero tú… —la señaló con un dedo tembloroso—. Tú no eres como nosotros. Ni siquiera te pareces a mí.
Ella no respondió. Solo se agachó y recogió los pedacitos del caballito.
Sus manos temblaban, pero su voz fue suave:
—No importa si no me parezco… igual te quiero, Alexander.
El niño se quedó mudo.
No supo qué responder. Se giró, furioso consigo mismo, y se fue corriendo del salón.
Astrix lo siguió con la mirada hasta que desapareció tras la puerta.
Luego abrazó los pedazos del juguete y murmuró con una sonrisa triste:
—No me va a doler esto sé que a ti te llena la cabeza Mary ella se va a arrepentir y le mostraré que no se debe meter con Astrix valtorian.
Dato corto:
William es un hombre serio pero con un corazón inmensamente cálido. Aunque fue criado para ser un noble perfecto, en el fondo solo desea tener una familia unida y dar el amor que él nunca recibió.
su padre es noble así que no se compara
llamarlo papá así el da ella da sería juntos para el pobre corazón
de William jajaja que adora a su hija aunque es divertido verlo celos pero ahora sí esa mustia no pudo que alaben a esa mustia igual a ella por lo menos alegro a su hermano