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Me Enamoré De Mi Enemigo

Me Enamoré De Mi Enemigo

Status: En proceso
Genre:Escuela / Romance / Amor prohibido / Amor a primera vista / Amor-odio
Popularitas:1k
Nilai: 5
nombre de autor: Nyra Dark

A sus 19 años, arina de lucas parece ser una estudiante común: bonita, callada y aplicada. Trabaja en la cafetería de su abuelo y aparenta ser una joven más de preparatoria. Pero bajo esa máscara se esconde la futura heredera de un poderoso imperio criminal. Entrenada en artes marciales, fría cuando debe serlo y con un corazón marcado por el rechazo de sus propios padres, dirige en secreto a los hombres de su abuelo, el único que la valora.

Del otro lado está ethan moretti, de 21 años. Inteligente, atractivo, respetuoso y aparentemente un estudiante modelo. Sin embargo, también arrastra un legado: pertenece a otra familia mafiosa rival, dirigida por su abuelo, que pretende heredarle el trono del poder. A diferencia de la chica, sus padres sí conocen la verdad, aunque intentan disimularlo bajo la máscara de ejecutivos ejemplares.

Lo que ninguno sospecha es que sus vidas están unidas por un destino retorcido: enemigos en la sombra, pero vecinos en la vida real.

NovelToon tiene autorización de Nyra Dark para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capitulo 17

La habitación estaba en silencio, rota solo por el leve pitido del monitor al lado de la cama y el susurro del aire acondicionado. La luz era suave; las frutas en la mesita olían a algo normal y doméstico en medio del hospital. Ethan permanecía sentado en la butaca junto a la cama, con la espalda recta y las manos ocupadas en doblar un pañito húmedo con la precisión de quien controla cada movimiento.

De pronto, su teléfono vibró en el bolsillo. Lo miró sin sorpresa, como quien esperaba esa llamada. Contestó con un “habla” seco que no necesitó presentación.

—Todo está listo, jefe —respondió la voz de Pablo al otro lado—. Nadie se atreverá a volver a hablar de la señorita Ariana en la preparatoria. La directora entendió el mensaje.

Ethan esbozó una sonrisa fugaz, casi imperceptible.

—Perfecto. Buen trabajo. Manténganse cerca, por si surge algo más—respondió Ethan, dejando sonar cada sílaba con calma—Colgó.

Ethan guardó el teléfono y respiró hondo. Miró a Ariana con la misma expresión impenetrable con la que solía mirar, pero algo en sus ojos se había ablandado: una mezcla de cansancio y decisión. Ella lo observó, aún con la bata arrugada y el pelo enredado sobre la almohada, intentando ordenar pensamientos líquidos.

—Ethan —murmuró—. ¿Qué dijiste? ¿Qué dijiste a esa gente?

Él negó con la cabeza, casi sonriendo sin humor.

—Lo necesario para que dejen de hablar.

El cuarto VIP del hospital volvió a quedar en silencio. Solo el pitido suave de las máquinas médicas rompía la calma. Ariana descansaba sobre la cama, canalizada, con la piel aún pálida, mientras Ethan permanecía sentado en la butaca de cuero, los codos apoyados en sus rodillas, la mirada fija en ella como si vigilara cada respiración.

Fue entonces cuando Ariana, que había estado observándolo en silencio, habló con voz débil pero firme, sus ojos clavados en los de él.

—¿Por qué haces todo esto, Ethan? —preguntó, con un peso en el pecho que le costaba soltar—. ¿Por qué no me mataste aquel día cuando tuviste la oportunidad? ¿Por qué sigues protegiéndome si sabes que soy tu enemiga?

Ethan levantó lentamente la mirada hacia ella. Sus ojos oscuros tenían un brillo contenido, una mezcla de tensión y de algo más difícil de nombrar.

Ariana continuó, sus palabras quebradas entre la rabia y la duda:

—¿Acaso no entiendes lo que arriesgas? Si tu abuelo se entera… él siempre ha odiado a mi familia, a Lucas, a todos. Siempre ha querido destruirnos. Si descubre que me proteges… podría hacerte daño. Todo por mi culpa.

El silencio se volvió insoportable por un momento. Ethan se levantó despacio, con la calma peligrosa de quien nunca pierde el control, y caminó hacia ella. Se detuvo al borde de la cama, inclinándose lo suficiente para que sus miradas quedaran atrapadas.

Él no la tocó, no aún. Solo la sostuvo con los ojos, con esa intensidad que quemaba más que cualquier contacto físico.

—Ariana —dijo al fin, co0n esa voz baja que parecía un mandato—, si hubiera querido matarte, no estarías aquí preguntándomelo.

Ella tragó saliva, confundida, pero no apartó la mirada.

Ethan continuó, su tono firme, cada palabra cargada de un peso que no dejaba escapatoria:

—No lo entenderías, Ariana. Y aunque intentara explicarlo, no me dejarías. Tu rabia, tus prejuicios, tu miedo a mí… no me darían ni un segundo para que escuches.

El silencio volvió a tensarse. Ariana sintió un nudo en la garganta, sus labios temblaron como si quisiera responder, pero no salió sonido alguno.

Ethan se inclinó un poco más, dejando apenas un par de centímetros entre sus rostros. Sus ojos parecían leerla por completo, desarmarla sin pedir permiso.

—Si te protegí fue porque así lo decidí —añadió, su voz más grave—. No necesito razones que puedas comprender. Yo muevo las piezas, no tú. Y mientras lo haga, nadie te tocará.

Ariana cerró los ojos un segundo, como si las palabras hubieran golpeado directamente en su pecho. Cuando los abrió de nuevo, Ethan seguía allí, imperturbable, su mirada dominando cada espacio entre ellos.

El aire se volvió denso, cargado de tensión y preguntas sin respuesta. Ariana no sabía si odiarlo por la arrogancia de su tono o rendirse ante la seguridad que transmitían esas palabras.

Ethan se enderezó un poco lentamente, sin romper la conexión de sus ojos con los de ella. Finalmente, dejó escapar una frase que se clavó en el silencio de la habitación:

—No me pidas que me aleje de ti, Ariana. Porque eso… es lo único que jamás voy a obedecer.

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El aire estaba cargado, demasiado denso. Ethan aún inclinado sobre Ariana, sus miradas atrapadas en un campo de fuerza invisible, ninguno dispuesto a ceder. El silencio decía más que las palabras.

Entonces, la puerta se abrió de golpe.

—Buenas tardes, señorita Ariana, vengo a… —el doctor se detuvo en seco al verlos tan cerca, casi rozándose.

Ariana abrió los ojos de inmediato y se echó un poco hacia atrás en la cama, apretando la sábana con las manos, como si necesitara un escudo. Su rostro se tiñó de un leve rubor que intentó disimular volteando la cabeza hacia otro lado.

Ethan, en cambio, no se movió de inmediato. Tardó un par de segundos en apartarse, erguido, imponente, aunque su mandíbula estaba tensa. Sus ojos permanecieron un instante más en ella, como un recordatorio silencioso de lo que acababa de decirle.

El doctor carraspeó, incómodo, intentando suavizar la situación.

—Disculpen… no quise interrumpir. Solo venía a revisar cómo sigue la paciente.

Ariana bajó la mirada, sin responder, todavía con el corazón acelerado. Ethan dio un paso atrás, recuperando su compostura, aunque la sombra de una sonrisa apenas se insinuaba en la comisura de sus labios.

—Haga lo que tenga que hacer, doctor —dijo al fin, con voz tranquila pero firme.

El médico asintió, revisó los monitores y luego se acercó a Ariana para tomar algunas notas. Ella seguía inquieta, consciente de la presencia de Ethan, de la cercanía que acababan de compartir y del peso incómodo que ahora flotaba en la habitación.

El doctor, sin querer, los había dejado expuestos. Ambos lo sabían.

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El doctor terminó de revisar las constantes en el monitor y anotó algo en la carpeta que llevaba en la mano. Luego se giró hacia Ethan, con toda naturalidad, como si no hubiera duda alguna.

—Bueno, señor esposo, la paciente está estable. La canalización funcionó y los chequeos preliminares descartan cualquier complicación grave. Necesitará reposo, buena hidratación y nada de estrés por unos días.

Ariana levantó de inmediato la mirada, sorprendida, con las mejillas encendidas.

—¿E-esposo? —repitió en voz baja, incrédula.

El doctor ni siquiera reparó en la incomodidad; seguía dando indicaciones como si fuera lo más normal del mundo.

—Usted encárguese de que siga las recomendaciones. Nada de discusiones fuertes ni esfuerzos innecesarios. Con los cuidados adecuados, en un par de días debería estar mucho mejor.

Ethan no lo corrigió. No lo necesitaba. En su rostro apareció una sonrisa contenida, apenas perceptible, pero cargada de ironía y satisfacción.

—Entendido, doctor. Me aseguraré de que cumpla cada indicación —respondió con voz firme, la seguridad de sus palabras provocando que Ariana desviara la mirada, incómoda.

El médico asintió, dio un par de instrucciones más y salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.

El silencio volvió a caer sobre ellos. Ariana se mordió el labio inferior, con el rostro aún encendido.

—No debiste dejar que pensara eso —dijo al fin, sin mirarlo directamente.

Ethan se acercó de nuevo, apoyando una mano en la baranda metálica de la cama. Sus ojos oscuros la sostuvieron, intensos, dominantes.

—¿Y por qué no? —preguntó, con calma peligrosa—. ¿Acaso te molesta que alguien crea que eres mía?

Ariana tragó saliva, sin poder responder de inmediato. Había algo en su tono que desarmaba sus defensas, algo entre amenaza y promesa que la confundía aún más.

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El reloj en la habitación VIP marcaba ya casi el anochecer. Ariana, aún débil pero cansada del hospital, intentaba levantarse de la cama. Se había quitado la bata para ponerse su ropa doblada en una silla, respirando con dificultad mientras recogía sus cosas.

Ethan, apoyado contra la pared con los brazos cruzados, la observaba en silencio. Finalmente, habló con esa calma que era más un filo que una caricia.

—No deberías moverte todavía.

—Ya estoy bien —respondió Ariana, sin mirarlo—. Quiero volver a mi apartamento. Aquí me asfixio.

Ethan descruzó los brazos, acercándose un par de pasos.

—Te llevo.

Ella se detuvo, apretando los labios. Giró apenas la cabeza, mirándolo con frialdad.

—No. Puedo ir sola.

Él arqueó una ceja, como si la sola respuesta fuera un reto.

—¿Sola? Después de lo que pasó hoy en la escuela… después de desmayarte dos veces… ¿y todavía crees que voy a dejarte ir sola? —Su voz no se elevó, pero cada palabra pesaba.

Ariana lo sostuvo la mirada, desafiante, aunque por dentro la tensión la carcomía.

—No eres mi guardián, Ethan. No tienes derecho a decidir por mí.

Él se inclinó un poco hacia ella, atrapando de nuevo su espacio personal, esa zona donde el aire se volvía demasiado denso para respirar.

—Puede que no tenga derecho… pero lo haré de todas formas.

Ariana se quedó helada, sin respuesta inmediata. Quiso decir algo hiriente, pero la intensidad de sus ojos la detuvo. Finalmente, apartó la mirada y se limitó a tomar su bolso con rabia contenida.

Ya en el pasillo del hospital, caminaban juntos, ella a paso rápido, él siguiéndola con calma. De repente, Ethan rompió el silencio.

—Dime algo, Ariana. ¿Qué vas a hacer con Jhonar?

Ella se detuvo en seco, girando hacia él con sorpresa.

—¿Qué?

—Lo escuché —continuó Ethan, con esa seguridad que nunca dudaba—. El cine, el mirador, sus reclamos… ¿De verdad pensabas en salir con él?

Ariana apretó el bolso contra su pecho, su corazón acelerado.

—Eso no te importa.

Ethan sonrió de lado, esa sonrisa peligrosa que siempre desarmaba.

—Claro que me importa. —La miró de arriba abajo, con calma lenta—. No por celos… sino porque no eres de las que pierden el tiempo con alguien que no sabe qué hacer con una mujer como tú.

Ariana abrió la boca para responder, pero no encontró las palabras. Así que simplemente siguió caminando hacia la salida, molesta con él… y consigo misma.

---

Minutos después...

Frente al apartamento de Ariana

Cuando llegaron, la sorpresa la esperaba en la puerta. Un ramo de flores enorme, elegante, con un lazo rojo brillante y una tarjeta que sobresalía entre los pétalos. Ariana se quedó inmóvil unos segundos antes de agacharse.

Ariana se agachó para recoger el ramo de flores, mientras Ethan observaba con atención el número en la puerta. Sus labios apenas se curvaron en una sonrisa irónica: ya no quedaba duda, Ariana era su vecina. Esa corazonada que había sentido aquella vez, ahora tenía explicación.

"Perdóname, Ari. Me equivoqué. Jhonar."

Ethan, detrás de ella, observó la escena con una expresión impenetrable. Su mandíbula se tensó apenas, los dedos se cerraron en un puño dentro del bolsillo, pero en su rostro no se reflejó nada.

—Vaya… qué detalle —comentó al fin, su tono neutro, casi indiferente.

Ariana acarició los pétalos con suavidad, sin levantar la mirada hacia él.

—Al menos alguien sabe pedir perdón —murmuró.

Ethan la observó, sus ojos oscuros fijos en ella, y aunque disimulaba, por dentro ardía un fuego de celos contenido. No lo mostraría. Nunca le daría ese poder.

"Justo frente a mí… y ella no tiene idea."

Contuvo el secreto, escondiéndolo tras su semblante frío.

—Vaya… qué detalle —comentó él con indiferencia, mirando el ramo.

Ariana, con las flores en brazos, lo miró de reojo.

—Al menos alguien sabe pedir perdón… —murmuró con un dejo de orgullo.

Ethan inclinó apenas la cabeza hacia ella, su voz baja, cortante:

—Las flores se marchitan rápido, Ariana. Yo, en cambio, no me voy tan fácil.

Se giró, como si estuviera a punto de irse hacia la escalera. Entonces escuchó su voz, un poco más suave.

—Ethan… ¿quieres pasar a tomar algo caliente? —preguntó, titubeante—. Digo… para darte las gracias por lo de hoy.

Él la miró con intensidad, preparado para responder, cuando en ese instante su teléfono vibró. Sacó el dispositivo del bolsillo y al ver el remitente, su mirada se endureció: “Abuelo”.

El mensaje era corto, pero cargado de autoridad:

"Necesito verte. Ahora."

Ethan suspiró hondo, guardando el teléfono sin mostrar nada en su rostro. Después, con una media sonrisa, negó suavemente.

—La gratitud no te queda mal, Ariana, pero… no hace falta. Tengo asuntos que atender.

No dijo más. Dio un par de pasos hacia la escalera, disimulando perfectamente, como si viviera en otro edificio. Jamás delataría lo cerca que estaba de ella.

Ariana lo observó irse, sintiendo una punzada extraña en el pecho, mezcla de alivio, desconcierto y un dejo de decepción. Cerró la puerta con el ramo aún en brazos, mientras del otro lado Ethan desaparecía en la penumbra con un pensamiento claro:

"Vecinos… ahora no hay escapatoria."

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Continuará...

1
Briana
😳🫣🫢
felipe_oquendo
10/10
Yaquelin Yaqui
me encanta esta re bueno ☺️
Leonardo Martinez
listo
Leonardo Martinez
bn
Leonardo Martinez
me encanta
Briana
♥️
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