Dentro De Tus Redes.

Almass Vannecelli

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Al llegar a mi habitación, dejé mi bolso sobre la cama y me dirigí a mi portátil. Al encenderlo, accedí al sistema y busqué la cuenta al extranjero para transferir el dinero que debía a ese viejo. Aunque en realidad merecería más tiempo sin recibir su dinero por ser tan imbécil, decidí evitar problemas, ya que en definitiva, estoy disfrutando de las delicias de su encantador hijo y solo lo hago por él. Después de varios minutos, logré transferir el dinero. Busqué mi teléfono y le escribí a Jewon.

—He podido recuperar el dinero de tu padre; debes avisarle que necesita mayor seguridad.

—Eres increíble, Minsuk, muchas gracias. Te mereces un premio.

¿Un premio? ¿Qué tipo de premio podría ser? ¿Será en la intimidad? Eso sería.sonreí.

—Sí, me lo merezco, porque recuperar el dinero de tu querido padre no fue fácil. ¿Qué premio me darás?

—Cuando vengas a nuestra casa, te lo mostraré.

—Entonces iré muy pronto.

Guardé el teléfono en mi bolsillo y salí de la habitación, caminando hacia el comedor, donde mis padres y hermanos estaban sentados. Me uní a ellos.

—Mi princesa, ya te iba a mandar a llamar —anunció mi padre—. Su madre y yo viajaremos al extranjero para celebrar nuestro aniversario. Estaremos fuera durante cuatro semanas. Edmon y Almass se quedarán aquí, espero que se porten bien.

—No te preocupes por mí, padre —respondió Edmon.

—Yo tampoco. Pero durante ese tiempo, estaré con Esmeralda —añadí.

Mi padre iba a hacer un comentario, pero mi madre tomó su mano y me miró.

—Está bien, mi niña, puedes estar con ella mientras nosotros regresamos —dijo mi madre.

Mi padre asintió, aunque no parecía muy contento. Yo sonreí, ya que tendría más libertad y podría estar con Esmeralda, además de visitar a Jewon.

—¿Cuándo se irán? —pregunté curiosa.

—Dentro de una hora —respondió mi madre.

—Les deseo un buen viaje —les dije mientras me levantaba y los abrazaba.

Comenzaron a servirnos y todos comimos juntos. Pasada una hora, me despedí de mis padres y los observé subirse al coche. Moví la mano en señal de despedida y, al perder de vista el coche, regresé a la casa y subí a mi habitación.

—¿Te irás siempre a la casa de Esmeralda? —preguntó Edmon.

—Sí, ¿y tú qué piensas hacer? —le pregunté curiosa.

—Iré a la casa de los gemelos de mi tío Renzo —me respondió.

—Está bien; mándales saludos —le respondí.

Empecé a preparar mi pequeña maleta mientras tomaba mi teléfono y le llamaba a Esmeralda para decirle que pasaría un mes con ella, a lo que ella respondió con alegría. Una vez que tuve todo listo, bajé con mi maleta cuando recibí una llamada de Jewon. Sonreí y contesté, quien me invitó a cenar esa noche. Acepté, pero le aclaré que no podía ser en un restaurante, ya que podría ser visto. Finalmente, acordamos que sería en su casa. Colgué, me dirigí al auto y tomé rumbo al apartamento de Esmeralda.

Al llegar, abrí la puerta y ella me abrazó. Entramos a su habitación, donde dejé mi maleta y nos acostamos.

—Te gusta mucho el coreano —me dijo con voz suave.

—¿Por qué lo dices? —fingí no entender.

—Porque te pusiste celosa cuando Zoe te dijo que lo presentaras.

—No estaba celosa, son solo ideas tuyas. Simplemente él y yo estamos conociéndonos, estamos en una fase de amistad —respondí, mirando al techo.

La miré a los ojos, y de repente, sentí que la cama se movía. Ella me miraba sonriente.

—Ahora está saliendo, o sea que sí te gusta. Dime, lo repitieron, ¿verdad?

Asentí con la cabeza y sonreí.

—Sí, estuvimos juntos de nuevo. Es que cuando fui a su casa para dejarle claro que no podíamos estar juntos, que se olvidara de mí, él me expresó lo que sentía por mí. Sus besos y sus caricias me desarmaron... Esmeralda, no puedo negarlo, ese hombre realmente me encanta, pero tengo miedo de que mi padre o mis hermanos se enteren, saben lo celosos que son y podrían hacerle daño. No quiero eso.

—Almass, ya eres mayor de edad. Deberías dejar claro a tu padre y a tus hermanos que ya no eres una niña, que eres una mujer con derecho a tener un novio. Si él te gusta y quieres algo serio con él, es mejor que tu familia lo sepa a que lo ocultes y ellos se enteren de otra manera. Creo que sería peor porque, tarde o temprano, ellos lo descubrirían.

—Lo sé, pero todavía es pronto; solo nos estamos conociendo. Esperemos a ver qué pasa más adelante, pero esta noche él me invitó a cenar y sí iré.

—Entonces debes verte hermosa para que se enamore de ti —me respondió Esmeralda con una leve sonrisa.

Se levantó y buscó en su armario, entregándome un hermoso vestido rojo ajustado al cuerpo.

—Cuando vi este vestido, pensé en ti. Te verás espectacular.

—Gracias.

Continuamos hablando durante varias horas mientras yo acomodaba mis cosas.

Cuando terminé de maquillarme, me miré en el espejo y me sentí lista. El vestido acentuaba mi figura.

Justo en ese momento, llegó un mensaje de Jewon informándome que estaba afuera esperándome. Me despedí de Esmeralda y salí del apartamento. Minutos después, vi cómo Jewon salía del coche. Al verme, sus ojos brillaron; tomó mi mano y me dio un beso.

—Minsuk, te ves maravillosa. Eres la diosa más hermosa de la tierra.

—Gracias —le respondo, sonriendo tímidamente.

Él me ayuda a subir al auto, cierra la puerta y luego se acomoda también. Le dice al conductor que inicie la marcha y, con cautela, me coloca el cinturón de seguridad. Al finalizar, me roba un pequeño beso que me hace sonreír, dejando sus labios con un suave tono de lápiz rojo. Con un dedo, le ayudo a limpiar.

—¿Cómo te fue en tus clases? —me pregunta.

—Me fue bien. ¿Y tú, qué hiciste hoy? —le pregunto, sintiéndome curiosa.

—Tuve una reunión con los representantes de Asia.

—Interesante.

—Esas reuniones son aburridas, pero son necesarias para mantener el control —me responde, entrelazando su mano con la mía.

—Juwon, ¿cuál es tu trabajo? ¿A qué te dedicas realmente? —le pregunto con curiosidad.

Él solo besa mi mano y no me da respuesta. Al llegar a su casa, baja del auto y me ayuda a salir. Quedo llena de intriga, preguntándome por qué no me dice nada.

Al entrar, nos dirigimos a la sala y me siento en el sofá. Él me dice que vuelve enseguida y lo veo alejarse. Al rato, regresa con dos copas y una botella de champán. Comienza a servir en las copas, me entrega una y luego llena la suya.

—Responderé a tu pregunta: soy líder de la organización asiática. Y por tu expresión, sí, soy mafioso, Minsuk.