Ella, era la hija de un general, una guerrera talentosa, pero su prima le tendió una trampa para asesinarla y así tomar su lugar como una princesa heredera, ahora, a reencarnado en la princesa que fue puesta en su lugar y su prima acabo aun como una concubina más, pero aun siendo la princesa, las concubinas abusaron de ella, ahora que está en ese cuerpo, esta lista para su venganza.
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no siempre sale como lo planeas
"No, no debe alterarse, si va y discute de nuevo con la princesa, solo hará que ella se enoje aun más y su misión es tenerla de su lado."
Esos eran los pensamientos del príncipe en ese preciso momento debido al desaire de la princesa, tenía que estar calmado, para poder lidiar con el ahora mal carácter de Saya, ya que desde que despertó después de ser envenenada, ha cambiado mucho, así que en ese instante, recordó las palabras del hijo mayor del general, que no debe hacerla enojar o no logrará nada; se regreso a su habitación y le pidió a Aya que lo dejará solo, esa noche se sentía cansado y no quería más que dormirse, Aya sin embargo, estaba furiosa por lo sucedido.
- alteza, debe hacer justicia por mi, el general me ha insultado al no dejarme ir a la cena, usted tiene más autoridad que él, no puede solo dejarlo así.
Debido a su mal humor la voz y la insistencia de la concubina era molesta, así que para callarla empujo la mesa donde ella había comido y los platos cayeron al piso.
- he dicho vete, el general tiene buena conexión con el emperador, si lo haces enojar, solo nos causara problemas.
- a-alteza...lo lamentó...yo me retiró.
Debió pasar algo durante la cena, si el príncipe está así de enojado, probablemente todo tiene que ver con la princesa y por ello, no le piensa perdonar, por su culpa, el príncipe acaba de despreciarla.
Un día más llego, Saya sin falta acudió al campo de entrenamiento, esta vez, le tocaba al joven Shin, darle un par de lecciones, en este caso, las lecciones serían sobre pelear cuerpo a cuerpo, ya que en algún momento podría perder su arma, Saya era buena, leyendo los movimientos de Shin, pues claro, aun los recuerda claramente, además, su razón para entrenar ahí, era más que nada para fortalecer su cuerpo y asegurarse de obtener un poco de musculatura; el general observa todo desde la torre de vigilancia, una vez más, esa princesa le recuerda mucho a su hija, tal vez si lo piensa, quizás es una enviada de los cielos para consolar a su familia por su perdida, pues aun cuando han pasado dos años, siguen recordando a Kyoko cada día. Después de una hora, la práctica acabo, Shin se retiró para hacer sus deberes, mientras que la princesa se quedó ahí para hacer unos ejercicios, Aya llegó ahí, caminando a paso rápido, solo para acercarse a Saya y empujarla fuertemente, la chica cae de rodillas apoyando sus manos en el piso, debido a que el empuje fue por la espalda.
- pero que...
Antes de poder decir algo, al voltear, Aya no dudo en darle un par de cachetadas.
- esto es por la humillación de anoche, por tú culpa el general me hizo ver menos.
- que demonios te pasa, vieja loca!
Saya se puso de pié y sostuvo a la concubina del cuello de su ropa para golpearla a cachetada una y otra vez en ambas mejillas, mientras estar grita y se retuerce al no poder liberarse, no pasa mucho para que llegue el príncipe y vea la escena, empuja a Saya para liberar a Aya la cual se acurruca en su pecho llorando.
- alteza, esa mujer me quería matar! Yo no hice nada, solo quería hacer las pases y se lanzo sobre mi.
- Saya ¿como puedes ser tan cruel? De verdad que no tienes educación, necesitas ser disciplinada inmediatamente. Volveremos a mi mansión para que recibas tu castigo.
- ¿y quien dijo que volveré contigo? Además fue ella la que empezó, pero como siempre, eres un estúpido que se deja llevar por las palabras de su mujerzuela.
- no te permito que la insultes!!
- alteza haga justicia por mi.
Que rápido se le olvida a Aya su razón de estar ahí. El príncipe la dejó a un lado y se puso de pié para ir en contra de Saya, pero antes de poder siquiera levantar la mano, una espada se interpone entre ellos, era Kazuo y el general venía con él. El general llamo a un par de guardias.
- sostengan a esa mujer y llevenla al jardín principal, quiero que todos estén presentes cuando le den su castigo.
Aya sonrió, escuchar eso era un deleite, pero cual fue sus sorpresa cuando los guardias la sostenían de los brazos a ella.
- ¿que creen que hacen? Es a la princesa a la que deben castigar.
- silencio! Yo, el general Izumi fui testigo de como la concubina dio el primer golpe, por atentar contra la señora de su casa, merece un castigo.
- ¿que? No, nooo!! Alteza ayúdame.
- general, esto es demasiado, nadie más que yo puede castigarla, además la princesa siempre ha sido la que molesta a la concubina Aya.
- cállate, tú concubina viene a armar un alboroto a mi casa, soy quien tiene todo el derecho de castigarla. Llevensela.
Los guardias la arrastran mientras lucha por liberarse y grita pidiendo al príncipe salvarla.
- general! Esta subestimando mi autoridad como tercer príncipe.
- entonces vaya con el emperador, yo también le informaré de los hechos, y de como esa mujer a atentado contra la princesa.
Eso basto para dejarlo callado y no pudo más que mirar como se la llevaban, Saya paso cerca de él y a modo de burla le dio una palmada en el hombro mientras mostraba una sonrisa llena de satisfacción.
Ya con todos en el jardín, la concubina, aun gritando, pensando que el príncipe aun puede salvarla. Los guardias hicieron que se arrodille y mientras aun la sostienen de los brazos otro hombre es quien empieza a darle golpes en la espalda con un látigo, sus gritos se escuchan por toda la casa mientras todos observan, en especial Saya. Todo acabo en cuestión de minutos, Aya estaba sin fuerzas apenas lucida, todos se retiran dejándola ahí tirada, fue solo su sirvienta quien la ayuda a ponerse de pié, Saya se acercó sonriendo.
- ¿que se siente ser castigada? Al menos tu castigo te lo merecías, a diferencia de los que me eran dados a mi.
Aya no tenía fuerzas ni para gritarle, así que la sirvienta se apresuró a llevarla a la habitación de invitados, donde al verla llegar el príncipe, rápidamente la carga y se le lleva dentro, ordenando a la sirvienta que vaya por un doctor.
- esa maldita, todo es por su culpa, alteza tiene que hacerme justicia.
- lo haré, no dejaré que esa mujer se salga con la suya.