"Ser una cobarde en el amor, ¿te puede costar tu propio corazón? Freya seguirá huyendo de sí misma."
Tendrá que decidir entre el amor o la pasión
Descubre lo que sucederá 🤓
Esta historia es solo amor entre chicas
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Capítulo 19: pobre estúpida
Toda la semana, Min-ju insistió en pasar por mí. Llegábamos juntas a la universidad, y nuestras constantes apariciones empezaron a levantar sospechas. Los rumores sobre si éramos novias se esparcieron rápidamente. Mi reputación de evitar el compromiso alimentaba estas especulaciones, pero, sinceramente, no me importaba en absoluto.
Min-ju, por su parte, no desmentía los rumores, pero tampoco los confirmaba. Parecía disfrutar de nuestra compañía mutua, acompañándome a todos lados. Pasaba las noches en mi casa, y salíamos casi todos los días. Todo parecía ir bien, salvo por un pequeño detalle que no dejaba de incomodarme: Charlotte seguía sin dirigirme la palabra.
Y no solo eso, cada vez parecía estar más cerca de Lauren. Las veía juntas en el comedor, en los pasillos, e incluso en el gimnasio. Esa cercanía me irritaba profundamente, pero me mantenía firme y me contenía.
Hasta que, finalmente, llegó la oportunidad que esperaba.
Una tarde, me encontré con Lauren sola en el baño. El lugar estaba desierto, apenas iluminado por la luz fluorescente que parpadeaba débilmente. Al verla, no pude evitar sonreír por dentro. Era el momento perfecto para actuar.
—Lauren —la llamé, mi voz suave, casi melosa, mientras me acercaba lentamente. Ella levantó la vista del espejo, claramente sorprendida de verme allí.
—¿Qué quieres? —preguntó, cruzándose de brazos, con un tono cortante. Pero había algo en sus ojos, una leve chispa de inseguridad que no pasó desapercibida.
—Solo quería disculparme —dije, inclinando ligeramente la cabeza, como si realmente me arrepintiera—. No sé qué me pasó aquella noche. Perdí el control, y no fue justo para ti.
Lauren frunció el ceño, observándome con detenimiento, como si estuviera buscando alguna señal de sinceridad en mis palabras.
—Mmm, está bien. Olvídalo, estabas ebria —respondió finalmente, encogiéndose de hombros.
Me acerqué un poco más, acortando la distancia entre nosotras. Mi sonrisa era dulce, pero controlada, casi calculada.
—Gracias por entenderlo, de verdad. No quiero que quede ningún malentendido entre nosotras.
Ella asintió, dispuesta a dar por terminada la conversación, pero yo no tenía intención de dejarla escapar tan fácilmente. Deslicé mi mano juguetonamente por su brazo, un toque sutil que logró su propósito. Lauren se tensó de inmediato.
—¿Sabes? —dije, inclinándome ligeramente hacia ella, mi voz en un susurro—. Tienes unos ojos realmente lindos.
Vi cómo parpadeó rápidamente, como si intentara procesar mis palabras. Sus mejillas se tiñeron de un rojo profundo. Perfecto.
—Eh… gracias, supongo —balbuceó, mirando hacia el suelo, claramente nerviosa.
—Es en serio. No cualquiera tiene una mirada tan… especial —añadí, asegurándome de que sonara íntima, como si estuviéramos compartiendo un secreto.
Lauren intentó retroceder, pero ya estaba contra el lavabo. No había escapatoria.
—Mira, no sé qué intentas, pero…
—Nada malo, te lo aseguro —la interrumpí, levantando las manos en un gesto de paz—. Solo quiero arreglar las cosas entre nosotras. Y pensé que tal vez… podríamos cenar juntas. Mi manera de disculparme, de verdad.
Sus ojos se abrieron ligeramente por la sorpresa. Claramente no esperaba esa invitación.
—¿Cenar?
—Claro. Solo tú y yo. Nada complicado. —Incliné la cabeza y le dediqué una sonrisa que sabía que sería difícil de rechazar—. ¿Qué dices?
Lauren tragó saliva, nerviosa.
—No sé…
—Vamos, Lauren. Prometo que será agradable. Una noche para hablar y dejar esto atrás.
La miré directamente a los ojos, sosteniendo su mirada lo suficiente para hacerla dudar. Finalmente, después de unos segundos de tensión, ella asintió.
—Está bien, supongo.
Intercambiamos números y, sin decir más, Lauren salió rápidamente del baño, evitando mi mirada como si quisiera escapar de lo que acababa de aceptar. Yo, en cambio, me quedé ahí, observando su espalda mientras desaparecía por la puerta, con una sonrisa satisfecha en los labios.
Había dado el primer paso en mi plan, y ahora solo tenía que esperar para ver cómo reaccionaba Charlotte.
No pasó mucho tiempo hasta que la situación alcanzó su punto crítico.
Esa noche, alguien tocó la puerta de mi departamento. Por la hora, asumí que sería Min-ju, como de costumbre, para pasar la noche conmigo. Sin embargo, al abrir la puerta, me llevé una sorpresa monumental.
Frente a mí estaba Charlotte, con el rostro lleno de una furia contenida que me dejó sin palabras.